El juez suspiró —¿Viste eso?
—¡Justo ahora, con ese dedo, perforar tu palma era lo menos preocupante!
—¡Si no lo hubiera detenido a tiempo, habrías tenido el pecho atravesado!
El rostro de Hua Xiangchen se volvió pálido.
Su cuerpo osciló involuntariamente.
¡Él... no era rival para ese dedo!
No importa cuántas veces pelearan, el resultado siempre sería el mismo.
El golpe enorme sacudió su espíritu, y, tambaleándose, cayó al suelo con un ruido sordo.
Wang Yunge y Li Shiqian lo atraparon apresuradamente.
Hua Xiangchen cubrió su rostro con la manga, demasiado avergonzado como para mostrarse, su voz llena de culpa y un rastro de ahogo —Hermanos mayores, los he decepcionado...
—Hermano mayor Hua.
Ambos mostraron una expresión de tristeza.
Él era su Gran Hermano Mayor.
Hua Xiangchen siempre había sido la figura que perseguían.
Verlo ser derribado por alguien.
Había una tristeza indescriptible en sus corazones.
Era como si su fe hubiera colapsado de repente.