Cogió la receta que le había dado Shangguan Sheng, incrédula.
Luego miró la que había escrito Jiang Fan.
Su boca se abrió lo suficiente como para que cupiera un huevo.
Porque las dos recetas eran extremadamente similares.
—Gran Hermano Shangguan, tú, tú ven y mira —dijo Wen Hongyao completamente en shock.
—¿Qué, puede escribir una receta adecuada? —se rió entre dientes Shangguan Sheng.
Pero, cuando se acercó y echó un vistazo, la sonrisa en su rostro se congeló.
Miró sin pestañear mientras Jiang Fan terminaba de escribir la receta.
Más del noventa por ciento era igual.
Solo el ingrediente principal y algunos ingredientes auxiliares eran diferentes.
Shangguan Sheng agarró la receta, mirándola una y otra vez incrédulo.
Sus viejos ojos miraron a Jiang Fan con temor, su respiración se volvió errática, y gritó:
—¿De dónde sacaste esto?
Su primer instinto fue que Jiang Fan había robado su receta.
Pero nadie conoce esta receta excepto él.