Dos días después.
Una magnífica y enorme ciudad yacía como una bestia gigante en la inmensidad, acostada en el horizonte.
Su tamaño era cien veces el de Ciudad Barco Solitario.
Dentro de la ciudad, diez montañas imponentes se elevaban rectas hacia las nubes como espadas afiladas.
Esa era la Secta Nube Verde.
La gran ciudad a los pies de las montañas dependía de la Secta Nube Verde para sobrevivir.
Alrededor de la Secta Nube Verde, nubes giratorias de energía espiritual y aves blancas cantando, lo hacían parecer un paraíso celestial.
Li Qingfeng montaba en un pájaro volador, llevándolos hacia las colinas entre los Nueve Picos.
Este lugar era una gran plaza, repleta de discípulos yendo y viniendo.
Mientras el pájaro aterrizaba.
Un discípulo de la Secta Externa corrió para sostener el pájaro, inclinándose respetuosamente:
—Bienvenido de regreso, Anciano Li.
Li Qingfeng no tenía intención de bajarse del pájaro.
Sólo le hizo una señal a Jiang Fan:
