Se acercaba el final de otro día, un día más cerca para reencontrarnos con las personas que amábamos. El pequeño reloj que se encontraba en el lugar donde dormíamos marcaba que la hora de la cena se aproximaba. Antes de salir, papá nos leyó a mamá y a mi el primer capítulo del libro de Job de las sagradas escrituras. Luego nos dirigimos al lugar donde la cena era servida. Nos pareció extraño que no estuvieran allí el Sr. Jackson y Albert, ya que siempre llegaban antes que nosotros. No había pasado mucho tiempo cuando vimos a Albert que venía... solo.
—Papá no se siente muy bien hoy, y quería descansar — nos dijo.
—Quizás podamos llamar al Doctor Robinson para que pase a verlo — le respondió mi madre.
—Insistí en llamar al Doctor, pero él dijo que no era para tanto.
—Bueno, pasaremos por su cuarto de todos modos para ver si podemos ayudar en algo —Conociendo bastante bien la fuerte tendencia del Sr. Jackson a subestimar las "pequeñas molestias" según él (la cual cierta vez resultó ser una fractura de su costilla) sería mejor que pasáramos a ver la situación de primera mano.
Después de la cena, mamá y papá acompañaron a Albert, mientras yo ayudaba con la limpieza al cocinero.
— ¿Sabes? — me dijo — hoy pasé por la habitación del Doctor Robinson para llevarle su almuerzo, el cual apenas alcanzó a probar, ya que no paraban de ir distintas personas hasta donde él estaba — hizo una pausa — parece que hay una epidemia en el barco — concluyó.
—¿Y sabe usted si la enfermedad es peligrosa?
—La verdad no estoy seguro, pero la gente se veía angustiada. Dios quiera que esto pase pronto, pobre Doctor, quien sabe si podrá dormir algo esta noche.
Ninguno de los dos hablamos hasta terminar de limpiar todo, y luego de decirle buenas noches al buen hombre me dirigí a mi lugar favorito del barco.
Había una suave brisa cuando subí a la cubierta esa noche. Estaba tan concentrada que no escuché los pasos que venían de la escalera, hasta que sentí que había alguien atrás mío.
—Albert! Que susto me diste!
—Lo siento, Alice, no era esa mi intención. Solo me dio curiosidad que vienes a hacer cada noche aquí, en la cubierta, si es que puedo saber.
Mire hacia las estrellas, y justo en ese momento encontré la que buscaba.
—No te vayas a reír— le dije con una sonrisa— solo miro las estrellas, pero busco una en particular. Aquella bien brillante, ¿la ves? Su nombre es Rigel.
—¿Esa? Sí, ahora la veo. Pero oye, ¿eso que tiene de gracioso?
—Supongo que nada, pero es muy probable que tu hermana esté afuera buscando esa misma estrella ahora.
Me miró, y luego dirigió su vista al cielo, y para mi sorpresa una lágrima se deslizaba por su mejilla.
—Tú sabes la razón por la cual papá no fue a cenar con nosotros esta noche, y mientras comíamos empeoró muchísimo. Tu padre fue a buscar al doctor Robinson, al cual no encontró muy rápido ya que no estaba en su cuarto, y cuando por fin lo encontró estaba atendiendo a otro paciente. Mientras tanto tu madre ayudaba como podía para intentar aliviar a mi padre— hizo una pausa y luego dijo: el doctor Robinson le ha diagnosticado cólera.
Lo miré atónita, sin poder creer lo que oía. Era cuestión de horas, y probablemente él ya no estaría entre nosotros. Ahora, él no lloraba solo. Más pasos. Alguien estaba subiendo a la cubierta.
—Madre!— Exclamé, mientras ella nos envolvía con un fuerte abrazo.
—Dios hace todo en su tiempo, el cual no conocemos para un propósito mayor— nos dijo — aunque momentos así es difícil creerlo, y nos sintamos tentados a dudar de su amor y cuidado, sabemos que "a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien". No sabemos cuál sea su propósito ahora, y quizá no lo comprendamos mientras estemos en esta tierra, pero lo que sí sabemos es que "todo lo hizo hermoso en su tiempo... sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin". Probablemente algunas veces pensamos que porque Dios está con nosotros nosotros nos librará de todo peligro y dolor, pero eso no es lo que él dijo: "En el mundo tendréis aflicción, más confiado, yo he vencido al mundo". Gracias a él tenemos una esperanza que miles no tienen: el poder reencontrarnos con los que amamos a los pies de nuestro amado Jesús algún día, y por eso y por todo lo que ella hizo por nosotros podemos tener paz en medio de las tormentas más fieras.
Silencio. Después de unos pocos minutos Albert hablo:
— Gracias. Yo...
No pudo terminar la frase.
—Vamos, hablemos con tu padre— le dije.
El simplemente se limitó a asentir.
No tardamos mucho en llegar, ya que su habitación era una de las más cercanas a la cubierta. Afortunadamente para nosotros él estaba despierto, y nos dijo que pasáramos, y con sus últimas fuerzas nos cantó la letra del himno
" God be with you 'till we meet again...
'till we meet, 'till we meet
'till we meet at Jesus feet
'till we meet 'till we meet
God be with you 'till we meet again"