Nirvana, un juego de rol que pocos lograban dominar, era un mundo cruel y despiadado. Un mundo donde los finales trágicos eran la norma y la esperanza, un lujo reservado para unos pocos.
Kanon, un extra anónimo en ese juego, había experimentado de primera mano la dureza de este juego. Había visto cómo personajes prometedores eran consumidos por la trama, resultado en trágicos finales para los personajes principales y secundarios.
Ahora, encarnado en este mundo, Kanon tenía una oportunidad única: cambiar el destino.
Sentado en una banca, Kanon esperando su siguiente combate, recordaba las horas interminables que había pasado frente a la pantalla, intentando en vano alterar el curso de la historia.
Y ahora, aquí estaba, viviendo esa misma historia, pero con la posibilidad de reescribirla.
El anuncio resonó en el estadio, anunciando que solo dieciséis alumnos habían logrado avanzar.
Kanon se levantó, completamente tranquilo, se dirigió hacia la arena de combate.
Su próximo oponente era un espadachín, un simple personaje secundario.
Con un movimiento rápido, lo desarmo y lo dejó inconsciente, demostrando que incluso sin su espada, era una fuerza a tener en cuenta.
Regresando a la banca, después de unos minutos, se anuncio resonó en el estadio: solo quedaban los mejores ocho recién ingresados a la academia.
Su próximo oponente era uno de los personajes principales.
Era una chica espadachina, cabello largo de color negro, con ojos azules como el cielo, Alexia Forgren.
Alexia era una de sus personajes favoritos de Kanon en el juego, aunque también uno de los primeros en morir en la historia original.
—¡¡Maldicion!! No quiero hacerle daño pero tengo que llegar al final de la competencia…!— suspirando.
Kanon y Alexia subieron a la arena, la espada de Alexia brillando bajo las luces del estadio, Kanon, sin embargo, no sacó su espalda.
Al ver su actitud relajada, Alexia frunció el ceño. —¿Me subestimas?— Con un movimiento rápido se lanzó al ataque.
Kanon esquivó hábilmente sus golpes, demostrando una agilidad sorprendente, pensando como ganar sin lastimarla.
Kanon y Alexia se enfrentan en la arena, la tensión palpable en el aire.
Alexia gritando —¿Crees que puedes vencerme sin usar tu espada? ¡Eres un tonto!—
Kanon—¿Quién dice que necesito una espada para ganar?—
Alexia ataca con una estocada rápida, pero Kanon la esquiva con facilidad, deslizándose por debajo de su brazo.
Contraataca con un golpe directo al estómago, haciendo que Alexia se tambalee.
Alexia:— ¡Imposible!—
Kanon sonríe y se pone en guardia. Alexia se recupera y vuelve a la carga, sus movimientos son precisos y mortíferos. Desata una lluvia de golpes, pero Kanon los bloquea con sus brazos, utilizando su cuerpo como un escudo. Con un giro rápido, desequilibra a Alexia y la envía al suelo.
Kanon: —¿Ves? No necesitas una espada para defenderte—
Alexia se levanta, furiosa. Empuña su espada con más fuerza y carga contra Kanon. Este la recibe con un bloque bajo, desarmándola momentáneamente. Antes de que pueda reaccionar, Kanon le propina una patada en el costado, enviándola a volar varios metros.
Alexia: —¡Maldito!—
Alexia se levanta con dificultad, su orgullo herido. Empuña su espada con una nueva determinación. Ambos se miran fijamente, listos para el asalto final.
Kanon: —¿Estás lista para rendirte?—
Alexia: —¡Nunca!—
La pelea se intensifica, la arena se llena de polvo, Kanon utiliza su agilidad y fuerza para evitar varios ataques de Alexia, mientras que ella trata de encontrar una abertura en su defensa.
Después de un intercambio de golpes, Kanon logra conectar un golpe directo en el hombro de Alexia, haciéndola soltar su espada.
Kanon: —¿Ves? Te lo dije. No necesitas un arma para ser fuerte.—
Alexia cae de rodillas, jadeando. A pesar de la derrota, una sonrisa se dibuja en su rostro.
Alexia: —Tienes razón.—
Kanon sorprendido por la actitud de Alexia, extiende su mano para ayudarla a levantarse. Alexia la toma y se pone de pie.
Se miraron a los ojos, una nueva comprensión mutua brillando en sus miradas, soltando rápido su mano Alexia se retira sonrojada.
Kanon volvió a su banca, la adrenalina aún bombeando por sus venas y con algunas cortadas por la pelea contra Alexia.
Observó cómo los demás combates se desarrollaban, sintiendo una extraña sensación de calma. De repente, un mensaje flotante apareció frente a él, detallando sus estadísticas.
La estadística de fuerza había subido 0,2 puntos.
Una pequeña recompensa por su esfuerzo. Una sonrisa se dibujó en sus labios.
En la sala donde se encontraba el director, un grupo de profesores observaba las anteriores batallas en pantallas.
El director, se reclinaba en su silla, sus ojos fijos en la figura de Kanon. A su lado, se encontraba la profesora Anya, una mujer joven y enérgica, no podía ocultar su entusiasmo.
"Ese chico es una verdadera joya, Director," exclamó Anya. "Su habilidad para adaptarse y superar cualquier desafío es asombrosa".
El director asintió lentamente. "Tienes razón, Anya. Su potencial es ilimitado. Y lo que es más importante, tiene una mente estratégica que va más allá de su edad".
Justo en ese momento, el profesor Thomas, un hombre de mediana edad con gafas gruesas, interrumpió la conversación. "Y no olvidemos a Allen Greha," dijo, señalando la pantalla. "Ese chico también tiene un talento innato para la espada. Será interesante ver una pelea entre ellos dos."
La profesora Anya frunció el ceño y se inclinó hacia delante, estudiando los documentos de Kanon. "Hablando de Kanon," dijo, "me pregunto por qué no ha utilizado su espada. Según sus registros, ha estado entrenando con la espada desde que era un niño".
El director sonrió enigmáticamente. "Quizás solamente no siente la necesidad de utilizarlo," respondió. "A veces, las mayores sorpresas vienen de donde menos lo esperamos".
Un nuevo anuncio resonó por todo el coliseo. Solo cuatro estudiantes quedaban en la competencia.
Los murmullos de la multitud se intensificaron. Muchos ya especulaban sobre quién sería el ganador.
"Kanon es un claro favorito," afirmó uno de los profesores. "Su habilidad para luchar sin armas es asombrosa. Será interesante ver hasta dónde llega".
"Y pensar que algunos lo subestimaron al principio," añadió otro, con una sonrisa irónica. "Parece que tenemos una nueva estrella en ciernes".
Kanon, sentado en su banca, no podía evitar sentir un extraño escalofrío. Pero rápidamente apartó esos pensamientos.
Un anuncio resonó por todo el coliseo, cortando los murmullos de la multitud. "¡Los cuatro finalistas, preparense para la batalla final!" La voz del anunciador retumbó, electrizando a la audiencia.
Kanon se levantó, estirando sus músculos. Su siguiente oponente fue anunciado: Terry Fredo, un noble de renombre conocido por su arrogancia y su dominio de la magia. Con una sonrisa burlona, Terry descendió a la arena, su elegante vestidura.
"Así que tú eres el famoso Kanon," dijo Terry con desdén. "Han hablado mucho de ti. Pero dudo que puedas hacer frente a mi magia."
Kanon no respondió, limitándose a mirarlo fijamente.
Sin previo aviso, Terry levantó su mano y un torrente de agua se precipitó hacia Kanon. El agua se retorcía y giraba, formando una serpiente acuática que se abalanzó sobre él.
Con una rapidez sorprendente, Kanon con su espada en la funda, solamente con un golpe desviaba el ataque de agua con un movimiento preciso. El público estalló en aplausos, sorprendido por la habilidad de Kanon.
"¡Imposible!" gritó Terry, asombrado por la habilidad de Kanon.
"Aún no has visto nada," respondió Kanon con una sonrisa.
Mientras tanto, en las gradas, Alexia observaba la batalla con creciente interés. Su corazón latía con fuerza, un sentimiento extraño que nunca antes había experimentado. Veía a Kanon moverse con una gracia y una fuerza que la dejaban sin aliento.
La pelea se volvió cada vez más frenética. Kanon, con la espada en la funda, luchaba contra Terry, que dominaba una amplia gama de hechizos de agua. Con cada golpe, con cada movimiento, la tensión en el coliseo aumentaba.
La arena resonaba con los gritos de la multitud mientras Kanon y Terry se enfrentaban. El agua, manipulada con maestría por Terry, se elevaba en géiseres y se condensaba en espadas gigantescas, amenazando con aplastar a Kanon. Sin embargo, el joven guerrero se movía con una agilidad sorprendente, esquivando cada ataque con facilidad.
"¡Impresionante!" exclamó Terry, sorprendido por la destreza de Kanon. "Pero no podrás evadir esto." Con un gesto de su mano, el agua se transformó en una enorme ola que se abalanzó sobre Kanon.
Kanon sonrió con arrogancia. "Eso crees." Con un movimiento fluido, con la espalda enfundada la hundió en el agua, cortándo el ataque en dos con facilidad. El agua se dividió en dos corrientes, cayendo inofensivamente a ambos lados de Kanon.
"¡Imposible!" gritó Terry. "De ningúna manera, como pudiste cortar el agua".
Kanon se acercó a Terry, su mano sosteniendo una espada enfundada. "Todo es posible cuando se tiene la voluntad de vencer," respondió con calma.
Enfurecido, Terry redobló sus esfuerzos. Concentrado, canalizó una gran cantidad de agua, creando una tormenta perfecta en el centro de la arena. El viento aullaba y los rayos de agua azotaban el suelo, creando un espectáculo impresionante.
Kanon se mantuvo firme en medio de la tormenta. Con cada ataque de Terry, él respondía con una precisión mortal, cortando el agua en pedazos. Su espada enfundada se movía como una extensión de su cuerpo, anticipando cada movimiento de su oponente.
"¡No te rindas!" gritó Terry, su voz ahogada por el ruido de la tormenta. "Aún tengo más trucos bajo la manga".
Kanon sonrió. "Adelante, imprésioname".
Terry concentró toda su energía en un último ataque. Creó una gigantesca esfera de agua, que comenzó a girar cada vez más rápido. Cuando estuvo lista, la lanzó hacia Kanon.
Kanon se preparó para el impacto. Con un grito, se abalanzó sobre la esfera, cortándola en dos con un solo golpe. El agua se dispersó en todas direcciones, empapando a ambos luchadores.
Exhausto, Terry cayó de rodillas.
Kanon con una expresión cansada "Eres un digno oponente," dijo.
Terry, con la mirada fija en el suelo. Se puso de pie y se retiró del campo de batalla, su orgullo herido. Sin embargo, al alejarse, lanzó una mirada fulminante a Kanon, prometiendo una futura revancha.
El público estalló en aplausos, ovacionando la emocionante batalla. El director, con una sonrisa de satisfacción, se levantó de su asiento. Nunca había visto una demostración de habilidad tan impresionante. Los profesores, especialmente la profesora Anya, intercambiaban miradas emocionadas, sus ojos fijos en Kanon. Anya no podía ocultar su excitación por la pelea del joven espadachín.
Un anuncio resonó por todo el coliseo, cortando los aplausos.
"Se otorgará un descanso de quince minutos antes del último combate. Por favor, aprovechen este tiempo para descansar y prepararse para la batalla final."
Mientras los espectadores comenzaban a abandonar sus asientos, Alexia se quedó en su lugar, observando a Kanon con una mezcla de admiración y curiosidad. Se preguntaba qué secretos ocultaba este joven tan talentoso.
Kanon se dirigió a su sala de descanso,con la cabeza llena de pensamientos.
La victoria sobre Terry había sido dulce, pero sabía que la batalla final sería aún más difícil.
Se quitó la ropa, revelando un cuerpo marcado con ligeras heridas por los combates.
Mientras se vendaba las heridas del cuerpo, no pudo evitar pensar en cuánto cambiaría la historia. ¿Qué consecuencias traería el hecho de cambiar la historia de esa manera? ¿Había puesto en peligro el futuro de la academia o incluso del mundo?.
El sonido del timbre lo sacó de sus pensamientos. Se apresuró a ponerse una ropa limpia y abrió la puerta.
Allí estaba Alexia, con una sonrisa tímida en los labios. Llevaba un vestido sencillo pero elegante que resaltaba su figura.
"Hola, Kanon," dijo ella, su voz suave como una brisa. "¿Puedo pasar?"
Kanon la invitó a entrar. "Por supuesto," respondió, sintiendo una extraña sensación en su estómago.
Alexia se sentó en el sofá y observó a Kanon con atención. "Te ves cansado," comentó.
Kanon asintió. "Ha sido un combate largo," admitió.
Se produjo un silencio incómodo. Ambos sabían que había una tensión entre ellos, una conexión que ninguno de los dos entendía del todo. Alexia rompió el silencio. "He estado pensando en nuestra pelea," dijo. "Fue muy... intensa."
Kanon asintió, recordando la ferocidad de su combate. "Sí, lo fue," concordó.
Alexia se acercó a él y colocó su mano sobre la suya. "No te culpes por nada," dijo en voz baja. "Era una competencia, hiciste lo que tenías que hacer."
Kanon la miró a los ojos, sorprendido por su declaración. "Gracias," dijo finalmente.
En ese momento, Una chispa se encendió entre ellos, y el aire se llenó de una electricidad palpable.
Kanon se sonrojó aún más al escuchar el ruido de su estómago resonando por la habitación. Intentó disimularlo con una tos nerviosa, pero fue en vano. Alexia, por su parte, no pudo evitar soltar una carcajada. Era una risa suave y melodiosa que hizo que Kanon se sintiera aún más avergonzado.
"Parece que alguien tiene hambre," comentó Alexia, tratando de ocultar su propia sonrisa. Sacó de una bolsa una pequeña poción y un paquete envuelto en un paño. "Mi madre me hizo esto. Dice que ayuda a recuperar las energías después de una batalla."
Kanon agradeció el gesto. "Eres muy amable," dijo, sintiendo un calor agradable en el pecho. Alexia dejó la comida y la poción sobre la mesa y se levantó para irse, pero antes de salir, se volvió hacia Kanon.
"Nos vemos más tarde," dijo con una sonrisa tímida.
Kanon asintió, sintiendo una punzada de decepción al verla irse. Se quedó mirando la puerta por un momento antes de volver su atención a la comida,—Si tengo mucha hambre—.
Unos minutos después Kanon, con el estómago lleno y la mente más tranquila, se dispuso a enfrentar el último combate. Subió al escenario junto a su oponente, Allen Greha.
Ambos jóvenes guerreros se miraron fijamente, cada uno evaluando las fortalezas y debilidades del otro. La tensión era palpable en el aire, y el público contenía la respiración.
El árbitro, con una voz resonante, anunció el inicio del combate.
Los dos jóvenes se prepararon para el choque, sus espadas estaban listas. Pero en ese momento, justo antes de que se lanzaran el uno contra el otro, Kanon pronunció unas palabras que dejaron a todos atónitos:
"Me rindo."
El silencio cayó sobre el coliseo. Nadie podía creer lo que acababa de oír. Los profesores, los alumnos y los espectadores intercambiaron miradas incrédulas. Allen, por su parte, se quedó inmóvil, sin comprender lo que estaba sucediendo.