Naruto se encontraba flotando en un vacío insondable, un lugar oscuro e infinito donde el tiempo parecía detenerse. Era como si su cuerpo careciera de peso, pero al mismo tiempo sentía una extraña opresión que lo rodeaba, como si algo lo estuviera observando desde las sombras. Intentó moverse, pero no había suelo bajo sus pies ni dirección a la que pudiera ir. Era un lugar inquietantemente silencioso, salvo por el leve eco de su propia respiración.
De repente, pequeñas burbujas rojizas comenzaron a aparecer a su alrededor. Flotaban lentamente al principio, pero pronto se agruparon, tomando formas inquietantes que parecían cobrar vida. Una energía abrasadora emanaba de ellas, y un escalofrío recorrió el cuerpo de Naruto mientras las burbujas empezaban a fusionarse, formando una figura imponente y feroz.
—¿Te gusto mi poder? —dijo una voz profunda y grave, que resonó como un trueno en el vacío.
Naruto giró la cabeza hacia la fuente del sonido. Ante él, las burbujas se habían transformado en una figura colosal, con ojos rojos brillantes como brasas y colmillos afilados que relucían bajo la luz rojiza. La figura se definió poco a poco, revelando una cabeza de zorro descomunal, con un aura intimidante que hacía temblar el espacio a su alrededor.
—Si quitas ese molesto sello... —continuó la voz, acompañada de un gruñido que hacía vibrar el aire—. Podría darte más poder. Más fuerza. Juntos, podríamos ser invencibles.
Las palabras resonaron en la mente de Naruto, cargadas de tentación, pero también de algo oscuro y peligroso. Su corazón latía con fuerza mientras intentaba comprender lo que estaba viendo. El zorro inclinó su cabeza hacia él, como si quisiera examinarlo más de cerca, y Naruto finalmente reunió el valor para hablar.
—¿Qué eres? —preguntó, su voz insegura pero firme, mientras su mirada se clavaba en los ojos ardientes de la criatura.
El zorro soltó una carcajada gutural, un sonido que parecía surgir desde lo más profundo de la tierra.
—Soy lo que vive dentro de ti, mocoso. Soy el poder que puede llevarte más allá de tus límites... pero también soy lo que podría destruirte si no tienes cuidado.
Antes de que Naruto pudiera responder o siquiera procesar esas palabras, el vacío comenzó a desmoronarse. La figura del zorro se desvaneció en un torbellino de energía roja, y el espacio alrededor de él se iluminó brevemente, revelando una enorme reja marcada con un símbolo extraño, como un sello... y luego todo desapareció.
Naruto despertó bruscamente, jadeando y cubierto de sudor frío. Sus ojos azules se abrieron de golpe, y lo primero que vio fue el techo desconocido de una habitación. Su corazón todavía latía con fuerza, como si acabara de escapar de un peligro inminente.
—¿Tuviste un mal sueño, Naruto? —preguntó una voz familiar desde el futón junto al suyo.
Naruto giró la cabeza rápidamente, reconociendo de inmediato a la persona que le hablaba. Era Kiyomi, recostada con vendas cubriendo su cuerpo y una expresión cansada, pero con una sonrisa ligera en sus labios. A pesar de su estado, su tono mantenía un toque de humor.
—Vaya, y se supone que yo soy la herida aquí —añadió, arqueando una ceja mientras lo miraba.
Naruto parpadeó, todavía sintiendo la adrenalina correr por sus venas. Su mirada pasó de la figura de Kiyomi a las vendas que cubrían su cuerpo, y la realidad lo golpeó como un tsunami. Sin pensarlo dos veces, se inclinó hacia ella y la abrazó con fuerza, ignorando las protestas débiles de la joven Uchiha.
—Me alegro de que estés bien, Kiyomi —murmuró, con la voz cargada de alivio.
Kiyomi abrió los ojos con sorpresa, pero no dijo nada de inmediato. Poco a poco, su expresión se suavizó, y una leve sonrisa se formó en sus labios. Correspondió al abrazo con cuidado, consciente de sus heridas, mientras sus mejillas adquirían un leve tono rosado.
—Naruto... —comenzó a decir, pero se detuvo, sintiendo que las palabras no eran necesarias en ese momento. Había algo en la sinceridad de su gesto que lo decía todo.
Naruto apretó un poco más el abrazo, aferrándose a Kiyomi como si el simple acto de sostenerla pudiera disipar el miedo que aún se aferraba a su pecho. Su voz temblaba, cargada de una vulnerabilidad que raras veces mostraba.
—Tenía miedo —murmuró, apenas audible—. Cuando te vi ahí tirada… pensé que no volverías. Que ya no estarías…
Su voz se quebró ligeramente al intentar explicar lo que sentía, pero antes de que pudiera continuar, Kiyomi lo interrumpió suavemente.
—Ya pasó, Naruto —dijo ella, acariciando su espalda con cuidado. Su sonrisa era cálida, aunque sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas—. Estoy aquí, ¿ves? No tienes que preocuparte.
Naruto se separó un poco para mirarla a los ojos, pero Kiyomi no le dio tiempo de responder. En su característico estilo, intentó aligerar la situación con una risita suave.
—Además, deberías agradecerle a esa chica, Haku. Fue gracias a ella que no estoy peor. Aunque admito que pasaron muchas cosas mientras dormías, Naruto-kun.
Naruto la miró con sorpresa, su mente tratando de procesar lo que había dicho.
—¿Haku? Entonces… ¿Miyuki y ese tal Zabuza están aquí también?
Kiyomi se encogió de hombros ligeramente, aunque el gesto le hizo soltar un pequeño quejido por el dolor.
—No lo sé con certeza. Nadie me lo ha explicado todo aún. Lo único que sé es que, mientras estabas inconsciente, dijeron que algo extraño te pasó… que despertaste cadenas de chakra y… también un dōjutsu. Naruto-kun, no dejas de sorprenderme.
Naruto parpadeó, su rostro enrojeciendo levemente por las palabras de Kiyomi. Desvió la mirada, sintiendo un nudo de incertidumbre en su interior.
—Yo… no lo sé. Perdí el control. Una furia inexplicable me consumió, y sentí un dolor en los ojos. Pero no entiendo cómo funcionaron esas cadenas o ese supuesto dōjutsu. Ni siquiera sé cómo usarlos.
Kiyomi lo observó por un momento, su expresión cambiando a una mezcla de curiosidad y emoción.
—¿Quieres que te enseñe? —preguntó de repente, inclinándose ligeramente hacia él con una sonrisa traviesa.
Naruto la miró sorprendido.
—¿Tú conoces mi dōjutsu? —inquirió, confuso por su ofrecimiento.
Kiyomi negó con la cabeza, aunque la chispa de confianza en sus ojos no se apagó.
—No, pero sé cómo activar un dōjutsu. Mira.
Sin previo aviso, sus ojos cambiaron, y el familiar patrón carmesí del Sharingan apareció. Esta vez, uno de sus ojos mostraba tres tomoe girando con elegancia en su iris.
—Es más simple de lo que parece, Naruto-kun. Solo necesitas enfocar tu chakra en tus ojos. Es cuestión de práctica, pero si te concentras, podrás activarlo. Inténtalo.
Naruto se quedó inmóvil por un instante, observando el Sharingan con fascinación. Nunca había considerado que activar un dōjutsu pudiera ser tan directo. Con un suspiro, cerró los ojos, intentando enfocar su chakra de la forma que Kiyomi le había indicado.
Mientras lo hacía, sintió algo diferente, un flujo inusual de energía que se movía hacia su cabeza, centrándose en sus ojos. Había una ligera presión, como un cosquilleo molesto, pero Naruto no se detuvo. Finalmente, abrió los ojos, y Kiyomi soltó un suave jadeo al verlos.
—¡Ahí está! —exclamó, su rostro iluminándose con una mezcla de sorpresa y admiración—. Naruto-kun, ¡lo lograste!
Naruto parpadeó, sintiendo un leve ardor en sus ojos. No podía verlo, pero sabía que algo había cambiado.
—¿Cómo se ven? —preguntó con un poco de nerviosismo, intentando buscar alguna respuesta en los ojos de Kiyomi.
—Es increíble… —murmuró ella, inclinándose un poco más para observarlos de cerca—. Tus ojos son púrpura oscuro, pero hay un diseño… como aspas que parecen moverse. Es hermoso y, a la vez, un poco intimidante.
Naruto intentó concentrarse en las sensaciones que le proporcionaba su recién despertado dōjutsu, pero no sabía exactamente qué buscar o cómo interpretarlo. Su expresión reflejaba tanto curiosidad como frustración, y tras unos segundos de silencio, suspiró.
—Se siente raro… ¿Qué habilidades crees que tenga? —preguntó con evidente incertidumbre.
Kiyomi sonrió, inclinándose ligeramente hacia atrás. Su rostro reflejaba una mezcla de satisfacción y entusiasmo.
—No lo sé con certeza, pero dime, ¿qué sientes diferente?
Naruto cerró los ojos por un momento, intentando describir la sensación.
—Es como si... pudiera ver algo más allá de lo normal. Es difícil de explicar, como si el chakra tuviera un brillo único que antes no percibía.
Kiyomi asintió, entendiendo su confusión. Decidió explicarle cómo funcionaba su propio Sharingan, para darle una referencia.
—Cuando activo mi Sharingan, puedo ver el flujo de chakra de las personas. Eso me permite saber si alguien está bajo un genjutsu, identificar si sus reservas de chakra están bajas o altas e incluso distinguir el color del chakra que se usa en un ninjutsu o un taijutsu.
Naruto la miró con interés, mientras Kiyomi continuaba, su tono demostrando que disfrutaba compartir ese conocimiento.
—El Sharingan también me da la capacidad de percibir detalles minúsculos. Por ejemplo, puedo analizar patrones de movimiento y memorizar sellos manuales o cualquier técnica con precisión. Esta habilidad aumenta con cada tomoe que obtenemos, hasta el punto en que podemos prever movimientos y reaccionar más rápido que nuestro oponente.
Naruto asintió lentamente, procesando la información.
—Entonces, si mi dōjutsu funciona de manera similar, debería intentar enfocarme en lo que veo.
Cerró los ojos de nuevo, esta vez canalizando chakra hacia ellos con mayor concentración. Cuando los abrió, su visión había cambiado drásticamente. El mundo parecía bañado en un tenue resplandor púrpura, pero lo que realmente captó su atención fue Kiyomi.
Su flujo de chakra era claramente visible, como un río luminoso que recorría su cuerpo. Podía observar cómo fluía con gracia, pero también notó pequeñas irregularidades, puntos donde parecía que la energía se concentraba de forma ineficiente, posiblemente debido a sus heridas.
—Puedo... puedo ver tu chakra —dijo Naruto, asombrado. Sus ojos se entrecerraron mientras se concentraba más—. Hay puntos débiles en tu sistema. Supongo que es por las heridas que aún no han sanado del todo.
Kiyomi lo miró con una mezcla de sorpresa y admiración.
—Eso es increíble, Naruto-kun. Parece que tu dōjutsu te permite analizar cosas que incluso el Sharingan no puede.
Naruto asintió, pero no se detuvo ahí. Mientras seguía explorando las capacidades de su dōjutsu, notó algo más. Kiyomi llevaba un pequeño pergamino atado a su cinturón, aparentemente un objeto común. Sin embargo, sus ojos revelaron un sello oculto en su interior, uno que irradiaba un chakra cuidadosamente camuflado.
—Puedo detectar chakra oculto en sellos —dijo Naruto, con asombro en su voz—. Ese pergamino que tienes… hay un sello en él.
Kiyomi parpadeó, sorprendida, y revisó rápidamente el pergamino.
—Es cierto... ni siquiera sabía que estaba ahí. Esto es impresionante, Naruto-kun. Tu dōjutsu es más versátil de lo que imaginaba.
Naruto cerró los ojos un momento, descansando.
—Eso no es todo —murmuró, recordando algo que había pasado en la batalla en el puente—. Durante la pelea, un shinobi intentó atacarme. Levanté la mano por instinto, y de repente, aparecieron sellos... como de fūinjutsu. Eran de un color morado brillante, y luego... el ninja simplemente desapareció en un destello morado.
Kiyomi lo miró, completamente intrigada.
—¿Sellos? ¿Creaste un fūinjutsu solo con tu dōjutsu?
Naruto asintió, aunque su expresión mostraba que él mismo estaba confundido.
—No estoy seguro de cómo lo hice. Fue como si… simplemente ocurriera.
Kiyomi reflexionó un momento, cruzando los brazos mientras analizaba lo que Naruto le había contado.
—Eso significa que tu dōjutsu también está vinculado a tu afinidad natural con el fūinjutsu. No solo puedes percibir chakra, sino que también puedes manipularlo de formas avanzadas. Naruto-kun, esto es algo único.
Naruto sonrió tímidamente, todavía sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.
—Supongo que tendré que practicar mucho para entenderlo. Pero al menos ahora sé que no estoy completamente perdido. Gracias, Kiyomi —dijo con sinceridad, y sin pensarlo demasiado, la abrazó con fuerza nuevamente.
Kiyomi se quedó inmóvil por un instante, sorprendida. Luego, sintió cómo el calor del abrazo la envolvía, relajándose lentamente mientras se hundía en él. Su rostro se tornó de un rojo profundo, pero no pudo evitar cerrar los ojos y disfrutar del momento. Era reconfortante, cálido, y la hacía sentirse segura de una manera que pocas cosas podían lograr.
Ella le devolvió una sonrisa radiante cuando se separaron ligeramente, sus ojos llenos de confianza y algo más que no se atrevía a expresar.
—Siempre estaré aquí para ayudarte, Naruto-kun. ¿Qué clase de compañera sería si no?
Naruto asintió, sin darse cuenta del torbellino de emociones que Kiyomi intentaba ocultar. Pero ella, al mirarlo, sintió que algo en su interior luchaba por salir.
"¿Compañeros?" pensó, mientras su corazón latía con fuerza. Quería decirle que deseaba ser algo más, algo mucho más que una simple amiga. Pero los nervios la traicionaban. Ahora entendía perfectamente por qué Hinata se ponía tan nerviosa cerca de él. Ella misma estaba igual.
"¿Cómo puedo estar segura de que Naruto entenderá lo que es el amor?" reflexionó, recordando cómo su vida había estado marcada por la falta de apoyo de muchos de sus maestros y mentores. Exceptuando a Iruka, parecía que nadie le había enseñado conceptos básicos sobre afecto o relaciones. "Tal vez podría aprovecharme un poco de eso..." pensó fugazmente, pero luego sacudió la cabeza. "No, no soy tan mala... aunque tal vez..."
—Naruto-kun… —dijo finalmente, con la voz algo temblorosa mientras levantaba la mirada hacia él. Su rostro estaba todavía ruborizado, pero trató de mantener una expresión juguetona—. Escuché que ahora te llaman héroe, ¿y sabes qué? Los héroes reciben premios.
Naruto la miró, claramente confundido.
—¿Premios? ¿Te refieres a ramen gratis o herramientas ninja? —preguntó con curiosidad, aunque un ligero nerviosismo empezó a apoderarse de él cuando Kiyomi comenzó a acercarse. La forma en que sus ojos brillaban le recordaba a Katsumi justo antes de darle aquel beso.
Kiyomi sonrió, inclinándose un poco más hacia él, disfrutando de la confusión y el leve rubor en el rostro de Naruto.
—No lo sé… —respondió con un tono juguetón, ladeando ligeramente la cabeza—. Pero yo sé perfectamente qué premio quiero darte.
Naruto abrió los ojos con sorpresa. Su mente comenzó a ir a toda velocidad mientras ella se acercaba peligrosamente, sus labios a pocos centímetros de los suyos. Su corazón latía con fuerza, y solo podía pensar en que ese sería su segundo beso.
Pero antes de que lo inevitable ocurriera, la puerta de la habitación se abrió de golpe.
Ambos se separaron rápidamente, sorprendidos. En el umbral de la puerta estaba Yuzuki, mirándolos con una expresión seria que parecía esculpida en piedra. Sin embargo, cualquiera que la conociera bien habría notado la chispa de celos ardiendo detrás de su mirada.
—Lamento interrumpir algo tan importante —dijo con un tono aparentemente neutral, aunque había una ligera frialdad en sus palabras. Luego fijó sus ojos en Kiyomi—. ¿No crees que deberías dejar que Naruto descanse?
Kiyomi, aunque incómoda, no iba a dejarse intimidar.
—Oh, claro, Yuzuki. Solo estábamos hablando de su nuevo dōjutsu. Es natural que los compañeros de equipo lo apoyemos, ¿no crees? —respondió con una sonrisa dulce, aunque sus ojos mostraban una chispa competitiva.
Yuzuki entrecerró los ojos, claramente no convencida.
—Eso espero. Naruto y tu necesitan descansar para recuperarse completamente… y no sé si tus métodos son los más adecuados para eso.
Naruto, atrapado entre ambas, solo pudo mirar de un lado a otro, sin comprender del todo la tensión en el aire.
—¿Eh? ¿Qué está pasando?
Kiyomi suspiró y le acarició ligeramente el hombro a Naruto antes de levantarse.
—No pasa nada, Naruto-kun. Solo asegúrate de descansar bien. Hablaremos más tarde.
Con eso, se dirigió hacia la puerta, lanzándole una última mirada desafiante a Yuzuki antes de salir.
Yuzuki cerró la puerta detrás de ella, cruzando los brazos mientras miraba a Naruto con una expresión seria. Aunque intentaba mantener la compostura, había algo de preocupación oculta en sus ojos, un destello que solo aquellos cercanos a ella podrían notar.
—¿Te sientes bien? —preguntó finalmente, suavizando un poco su tono habitual.
Naruto asintió mientras parpadeaba lentamente, aún algo desconcertado por todo lo que había pasado.
—Sí, de hecho ya no me duele nada. Aunque... tengo algo de sueño. —Hizo una pausa, acomodándose un poco más en el futón antes de mirarla con curiosidad—. Dime, Yuzuki, ¿qué pasó después de que me desmayé?
Yuzuki suspiró y, con elegancia, se sentó al lado de Naruto en el futón. Con un gesto delicado, le puso la mano en la frente para tomarle la temperatura, asegurándose de que estaba completamente recuperado. Aunque su expresión se mantenía tranquila, había un toque de ternura en sus acciones.
—Bueno, el señor Tazuna y la gente del pueblo han estado trabajando en la reconstrucción del puente. Están terminando los últimos detalles después de nuestra… intervención. —Sonrió ligeramente, pero pronto volvió a adoptar un tono más informativo—. Además, como Zabuza, Haku y Miyuki ya no eran nuestros enemigos, terminaron ayudando. Incluso ellos curaron a Kiyomi cuando estaba herida.
—¿En serio? ¿Haku y Miyuki ayudaron? —murmuró, recordando lo intensos que habían sido los combates en el puente.
—Sí, de hecho, Haku le pidió a Zabuza que considerara unirse a Konoha. Creo que tanto él como Miyuki están de acuerdo. Parece que tienen sus propios motivos, pero todo apunta a que podrían acompañarnos al regresar a la aldea —explicó Yuzuki, manteniendo su tono neutral, aunque un destello de interés cruzó por sus ojos.
Naruto sonrió levemente ante la idea. Haku y Miyuki le habían caído bien, incluso cuando estaban en lados opuestos en el puente. Claro, hubo un momento en el que pensó que tendría que matarlas, pero en el fondo, nunca quiso hacerlo. Todo había sido por proteger a Kiyomi, y ahora se alegraba de que ninguno de ellos hubiera terminado muerto.
—Eso es genial. Haku y Miyuki son fuertes, pero también buenas personas… Bueno, tal vez al principio no lo parecía mucho, pero creo que todo el mundo merece una segunda oportunidad —dijo con una risa nerviosa, rascándose la nuca.
Yuzuki asintió ligeramente, viendo esa cualidad característica de Naruto que siempre encontraba el lado positivo de las personas.
—Ah, y otra cosa —continuó, cambiando ligeramente de tono—. La gente del pueblo está hablando de ti. Te llaman un héroe.
Naruto abrió los ojos sorprendido.
—¿Un héroe? ¿Por qué?
—Por inspirar a Inari y al resto del pueblo a levantarse contra los hombres de Gatō —explicó con calma—. Y, claro, por haberte encargado de Gatō y sus matones. Sin ti, las cosas podrían haber sido muy diferentes.
Naruto se quedó en silencio por un momento, procesando lo que Yuzuki decía. Luego, ella añadió:
—Supongo que Kiyomi ya te contó sobre lo que pasó con tus cadenas de chakra y tu dōjutsu. Pero también hubo otra cosa…
—¿Otra cosa? —Naruto inclinó la cabeza, intrigado.
—Cuando estabas en el puente, apareció un manto de chakra rojo a tu alrededor. —Su mirada se volvió más seria, casi analítica—. Era… intimidante. Tu aura cambió completamente. Fue algo que no habíamos visto antes. Pero lo desactivaste tan pronto como te arrodillaste en medio de… bueno, creo que sabes a qué me refiero.
Naruto bajó ligeramente la mirada, recordando ese momento de furia, desesperación y dolor en el puente.
—Sí… recuerdo algo. Fue como si… algo dentro de mí se hubiera roto y luego encendido al mismo tiempo. Pero… no sé si fue algo bueno o algo malo.
Yuzuki lo observó detenidamente, intentando descifrar sus emociones. Había cierta vulnerabilidad en su voz, algo que rara vez veía en él.
—¿Y cómo te sientes ahora con eso? —preguntó, su tono más suave, casi como si tratara de no presionarlo demasiado—. Lo siento si no pude ayudarte a lidiar con todo eso en ese momento.
Naruto levantó la mirada, y una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
—No te preocupes, Yuzuki. Katsumi-sensei me ayudó con eso.
Se quedó en silencio por un momento antes de añadir:
—Además, esos tipos también habrían hecho algo terrible si no los hubiéramos detenido, ¿verdad?
Yuzuki asintió lentamente, aunque su mente quedó atrapada en las palabras de Naruto. Le aliviaba que ese Naruto, el optimista y lleno de esperanza, no hubiera desaparecido, incluso después de enfrentarse a algo tan extremo. Ella misma no sabía cómo reaccionaría cuando enfrentara su primera muerte real. Aun así, entendía que ese momento llegaría inevitablemente en el camino de un ninja.
—Me alegra escuchar eso, Naruto —murmuró, su tono sereno pero cargado de una calidez sutil—. No quisiera que cambiaras por lo que ocurrió. Eres tú quien inspira a los demás, y eso es algo que no debe perderse. Sabes que siempre puedes contar conmigo.
Mientras hablaba, colocó suavemente una mano sobre el hombro de Naruto. Aunque el gesto parecía pequeño, la sinceridad en sus palabras logró calmarlo profundamente.
Naruto sonrió, dejando que esa sensación de apoyo lo envolviera. Había algo en Yuzuki que siempre parecía sólido, como un ancla en medio del caos.
—Gracias, Yuzuki. Es bueno saber que siempre estarás ahí para mí.
Yuzuki no respondió de inmediato. En lugar de eso, se quedó mirándolo con una expresión que, aunque serena, guardaba algo más profundo. Sus pensamientos vagaron por un instante, mientras se preguntaba cuánto tiempo podría mantener esa conexión con él.
De repente, su rostro adoptó una expresión más seria.
—Naruto... —murmuró, inclinándose hacia él. Antes de que pudiera reaccionar, Yuzuki lo tumbó suavemente sobre el futón, atrapándolo completamente por sorpresa.
—¿Yu-Yuzuki? —preguntó Naruto, su voz cargada de nerviosismo mientras intentaba entender qué estaba pasando.
Ella se inclinó más cerca, sus ojos oscuros y enigmáticos fijos en los suyos.
—Eres un mal zorrito... —susurró, llevando una mano hacia las marcas en sus mejillas y acariciándolas con un toque que era a la vez juguetón y provocador.
Naruto sintió cómo su rostro se encendía, el calor subiendo rápidamente a sus mejillas.
—¿Qué... qué estás diciendo?
Yuzuki esbozó una ligera sonrisa, una mezcla de travesura y algo que parecía mucho más calculado.
—Sabes, debería disciplinarte, zorrito-kun. —Su voz era baja, casi un ronroneo, mientras su rostro se acercaba peligrosamente al de él.
Naruto tragó saliva, completamente fuera de su elemento. Todo en esa situación era confuso, y su corazón latía desbocado.
—¿Di-Disciplinarme? ¿Por qué? ¡No hice nada malo! —exclamó, intentando retroceder, pero la proximidad de Yuzuki lo mantenía atrapado.
Ella soltó una risa suave, claramente disfrutando de la reacción nerviosa de Naruto.
—Oh, no lo sé... —dijo, fingiendo pensar mientras seguía trazando suavemente las marcas de sus mejillas con sus dedos—. Tal vez por dejarme fuera de todo lo que estabas haciendo con Kiyomi. ¿Qué estaban planeando, hmm?
—¡N-No estábamos planeando nada raro! —protestó Naruto rápidamente, agitándose en un intento por liberarse, pero sin éxito.
Yuzuki sonrió, acercándose aún más, hasta que sus rostros estuvieron a solo unos centímetros de distancia.
—¿Seguro? —susurró, su tono lleno de un matiz juguetón y desafiante.
Naruto no sabía cómo reaccionar. Su mente estaba en completo caos, y todo lo que podía hacer era balbucear palabras inconexas mientras intentaba procesar lo que estaba ocurriendo.
Finalmente, Yuzuki se apartó ligeramente, aunque la sonrisa traviesa no desapareció de su rostro.
—Tranquilo, zorrito-kun. Solo estaba jugando... por ahora. —Se levantó con la misma elegancia con la que se había sentado, dejándolo aturdido y sin palabras.
Naruto permaneció inmóvil por un momento, respirando profundamente mientras intentaba calmar el frenético ritmo de su corazón. Su mente estaba hecha un caos, las imágenes y sensaciones del evento anterior revoloteando sin control. "¿Qué acaba de pasar?" pensó, desconcertado. Frente a él, Yuzuki lo observaba desde la puerta con una expresión que mezclaba diversión y algo más, algo que Naruto no lograba identificar del todo.
—Ven, Naruto, vamos a desayunar —dijo Yuzuki con su característico tono sereno, sus brazos cruzados y una leve inclinación de cabeza que sugería paciencia.
Naruto, aún intentando procesar sus emociones y con el rostro ligeramente sonrojado, asintió con torpeza. Se levantó del futón con movimientos rígidos, consciente de lo poco que llevaba puesto: solo sus pantalones negros de shinobi y una cota de malla que dejaba entrever su torso definido. La sensación de vulnerabilidad le incomodaba mientras seguía a Yuzuki hacia el comedor.
El aroma de la comida llenó sus sentidos mientras entraba al espacio donde el resto del grupo estaba reunido. Sus ojos recorrieron rápidamente la escena. Katsumi estaba sentada cerca de Sasuke, quien, fiel a su costumbre, parecía indiferente mientras removía el arroz en su cuenco sin mucho interés. Kiyomi, que aún se veía algo pálida, esbozaba una ligera sonrisa mientras Haku le servía té con una gracia y delicadeza que parecían innatas en ella.
Naruto no pudo evitar sentir calidez al observar ese gesto de cuidado. La presencia de Haku, siempre atenta y amable, le recordaba que incluso en un ambiente lleno de tensión, había espacio para momentos de bondad.
Más allá, cerca de la puerta, Zabuza y Miyuki estaban sentados juntos. La postura relajada de ambos contrastaba con el aire de alerta que emanaban. Era imposible ignorar la imponente presencia de Zabuza y su espada, Kubikiribōchō, que descansaba contra la pared, irradiando una amenaza casi tangible. Tsunami, la amable mujer del hogar, traía platos llenos de comida con una sonrisa algo nerviosa, claramente intentando no mirar demasiado a Zabuza.
Naruto avanzó despacio, sintiendo cómo algunas miradas se posaban sobre él. No eran hostiles, pero su intensidad lo hacía consciente de su papel en los recientes acontecimientos. Al llegar a la mesa, captó el destello de una mirada furtiva de Miyuki, quien lo observaba con una ligera sonrisa en los labios, como si estuviera evaluándolo.
—Me alegra que estés bien, Naruto —comentó Katsumi, alzando un poco la voz para captar su atención. Su tono era más dulce de lo habitual, aunque su mirada escondía algo de reproche—. Pensé que te quedarías dormido otro día entero.
Naruto se rascó la nuca, riendo nerviosamente. —Jeje, creo que lo necesitaba...
Antes de que pudiera continuar, un pequeño torbellino lo envolvió en un abrazo repentino. Naruto parpadeó sorprendido y luego sonrió al reconocer a Inari, quien se aferraba a él con fuerza.
—¡Qué bueno que no moriste, Naruto! —exclamó el niño, su voz quebrándose ligeramente al final.
Naruto sintió una punzada de emoción ante la sinceridad en las palabras de Inari. Palpó suavemente la cabeza del chico, revolviéndole el cabello con cariño. —Oye, ¿quién crees que soy? ¡No me desharé tan fácilmente!
Inari sonrió ampliamente y, tras un instante, se separó de él con un brillo renovado en los ojos. Naruto se sentó en el lugar que Yuzuki había reservado para él, sintiendo cómo el ambiente en el comedor comenzaba a relajarse un poco. Katsumi le ofreció una pequeña sonrisa desde su asiento, mientras Sasuke, fiel a su estilo, murmuró algo ininteligible sin siquiera mirarlo.
—Naruto, come algo. Necesitas reponer fuerzas —intervino Haku con amabilidad, colocando frente a él un plato lleno de arroz, pescado y sopa caliente.
Naruto agradeció en voz baja, tomando los palillos mientras su estómago gruñía, recordándole cuán hambriento estaba. Mientras comenzaba a comer, percibió cómo Miyuki seguía observándolo de reojo, su sonrisa convirtiéndose en algo más desafiante.
—Eres más resistente de lo que pensaba, Naruto —comentó Miyuki de repente, inclinándose ligeramente hacia él. Su tono era casual, pero en su voz había una chispa de interés y un deje desafiante que acompañaba la sonrisa en sus labios—. Tal vez tenga que retarte otra vez algún día. ¿Qué dices? ¿Quieres ver quién de los dos habría ganado si hubiéramos estado completamente descansados?
Naruto levantó la vista, encontrándose con los ojos ámbar de Miyuki, que lo miraban con intensidad. Su sonrisa, radiante y confiada, irradiaba una energía que casi lo obligaba a aceptar el desafío. —¡Estoy listo cuando quieras! —respondió con determinación, devolviéndole una sonrisa que intentaba igualar la suya, aunque por dentro sentía una punzada de incertidumbre.
La verdad era que Miyuki era increíblemente fuerte. Había logrado enfrentarse a Sasuke y Yuzuki simultáneamente y, más sorprendente aún, había estado a la par con Kiyomi. No... Naruto recordó con claridad los momentos del combate. En más de una ocasión, Miyuki parecía haber tenido la ventaja. El hecho de que Kiyomi hubiera quedado tan herida después del enfrentamiento no dejaba lugar a dudas: Miyuki era un oponente formidable.
Mientras Naruto intentaba mantener su confianza intacta, Zabuza, que estaba comiendo con tranquilidad, dejó escapar una risa seca al escuchar la conversación. Pero antes de que pudiera intervenir, Miyuki dejó su cuenco a un lado y, con la misma naturalidad que si estuviera hablando del clima, lanzó otra declaración que hizo que todos en el comedor se detuvieran.
—Zabuza-sama, cuando lleguemos a Konoha, ¿me permitiría casarme con Naruto? —preguntó Miyuki con una sonrisa radiante, como si acabara de proponer algo completamente razonable.
El silencio que siguió fue tan absoluto que incluso el sonido del viento contra las ventanas parecía haber desaparecido. Naruto, que justo había llevado un bocado a su boca, se atragantó de inmediato, tosiendo con fuerza mientras Katsumi, con ojos entrecerrados y una expresión que oscilaba entre incredulidad y un inicio de celos, golpeaba suavemente su espalda para ayudarlo.
—¿Q-qué? —logró articular Naruto, con el rostro rojo, aunque no estaba claro si por la falta de aire o por el repentino atrevimiento de Miyuki.
—¿Qué clase de tonterías estás diciendo, Miyuki? —gruñó Zabuza, alzando una ceja mientras la observaba con un destello de incredulidad en sus ojos—. No estamos aquí para que hagas propuestas de matrimonio.
—No es ninguna tontería, Zabuza-sama —replicó Miyuki, girándose hacia él sin perder la sonrisa—. Naruto demostró ser fuerte, digno, y además... tiene un corazón que puede inspirar a cualquiera. Eso es algo que no se encuentra todos los días.
Las palabras de Miyuki dejaron al grupo aún más atónito. Incluso Sasuke, que normalmente permanecía indiferente, frunció el ceño mientras observaba la escena con evidente molestia. Kiyomi, por su parte, apoyó un codo en la mesa, descansando el mentón sobre la palma de su mano, y una sonrisa divertida se dibujó en su rostro.
—Vaya, Miyuki, no pierdes el tiempo, ¿eh? —comentó Kiyomi, disfrutando visiblemente del caos que la declaración había desatado.
—Hmph —bufó Yuzuki, cruzándose de brazos mientras desviaba la mirada, aunque no pudo evitar lanzar una rápida mirada hacia Naruto, como si esperara su reacción.
—¡E-Espera un momento! —intervino Naruto, levantando ambas manos en un gesto de confusión mientras su mente intentaba procesar la situación—. ¡¿De dónde salió todo esto?!
—Es simple, Naruto-kun —respondió Miyuki con un tono firme, pero sin perder su sonrisa—. Eres alguien especial. Y después de lo que vi en el campo de batalla, estoy segura de que eres el compañero adecuado para mí.
El ambiente en la sala se volvió aún más tenso. Katsumi apretó los puños bajo la mesa, su mirada fija en Miyuki, mientras Haku observaba con interés y una pequeña sonrisa que sugería que encontraba la situación más que entretenida. Tsunami, ajena a las dinámicas internas, decidió que era el mejor momento para salir del comedor con una excusa.
Zabuza suspiró pesadamente, pasando una mano por su rostro como si estuviera perdiendo la paciencia. —Miyuki, deja de decir tonterías y termina tu comida. Tenemos cosas más importantes de las que ocuparnos.
Miyuki encogió los hombros, pero no perdió su compostura. —Lo que usted diga, Zabuza-sama. Pero no pienso cambiar de opinión.
Naruto, aún algo aturdido, decidió que lo mejor era concentrarse en su comida y evitar alimentar más la conversación. Sin embargo, era imposible ignorar las miradas que sentía sobre él. Cada una de las chicas lo observaba con una mezcla de emociones que iban desde la curiosidad hasta el evidente descontento, y Naruto prefirió no intentar descifrar el torbellino emocional que flotaba en el ambiente. El desayuno, que había comenzado como un momento tranquilo, se había transformado en un campo de tensión latente, donde cualquier palabra podría ser una chispa para encender un fuego.
Más tarde, Naruto se dirigió a bañarse, dejando que el agua tibia calmara sus pensamientos. Aún reflexionaba sobre los últimos días: la misión, las batallas, sus nuevos poderes, y por supuesto, las palabras de Miyuki que habían puesto todo patas arriba. Después de secarse, se colocó su muda de ropa limpia, ajustándose la chaqueta negra con detalles en rojo, asegurando su cota de malla y atando su katana Kazetora a su cintura. Con movimientos rápidos y mecánicos, recogió su cabello en una coleta baja, dejando algunos mechones sueltos que enmarcaban su rostro.
Cuando todos estuvieron listos tras unos días de descanso y recuperación, el grupo finalmente partió del País de las Olas. Naruto no pudo evitar sentirse melancólico al despedirse. Había crecido cercano a las personas del pueblo, especialmente a Tsunami e Inari, quienes lloraban mientras lo abrazaban. Las palabras finales de Tazuna lo sorprendieron tanto como lo conmovieron: habían decidido nombrar el puente en su honor, el Gran Puente Naruto. Mientras caminaban hacia la salida del pueblo, Naruto luchó por contener las lágrimas. La promesa de Tazuna de enviar el dinero completo de la misión cuando pudieran recuperarse financieramente lo llenó de gratitud.
Gracias a su condición de shinobi, el grupo pudo avanzar rápidamente saltando entre los árboles, cubriendo largas distancias en unas pocas horas. Sin embargo, tuvieron que detenerse cuando Zabuza, Kiyomi y Katsumi comenzaron a mostrar signos de agotamiento. Aunque todos habían mejorado, las heridas y el desgaste de la última misión aún no habían sanado por completo. Decidieron levantar un pequeño campamento para descansar.
Mientras el grupo se instalaba, Naruto sintió una tensión palpable en el aire. Desde que Miyuki había declarado abiertamente su intención de casarse con él, Zabuza no había dejado de mirarlo con expresión severa, como si evaluara cada uno de sus movimientos. Miyuki, por su parte, se había vuelto sorprendentemente atenta, casi servicial. Naruto no sabía cómo interpretar su comportamiento, aunque no podía evitar notar que había algo genuinamente cálido en su sonrisa. Sin embargo, lo que más lo confundía eran las reacciones de las demás. Katsumi lo miraba con una mezcla de celos y frustración, mientras Kiyomi parecía estar disfrutando el caos, lanzándole miradas juguetonas de vez en cuando. Yuzuki, aunque más discreta, no podía ocultar del todo una leve molestia en sus ojos, que intentaba disimular con su habitual frialdad.
Naruto estaba tratando de ignorar todo aquello cuando sintió una presencia detrás de él. Zabuza, con su imponente figura, lo observaba con el ceño fruncido. Naruto trató de mantener la calma, pero el kunai que estaba limpiando tembló ligeramente en sus manos.
—Oye, mocoso, ven aquí —gruñó Zabuza, haciendo un gesto con la mano para que se acercara. Sus ojos se posaron en la katana que Naruto llevaba en la cintura—. Usas una katana, ¿no? Quiero ver qué tan malo eres con ella.
Naruto parpadeó, sorprendido, mientras intentaba procesar las palabras de Zabuza. —¿Eh?
—No me hagas repetirlo. Tú, el mocoso Uzumaki, y tú, el mocoso Uchiha con esa tantō que parece un juguete para niñas —dijo Zabuza, girando la cabeza hacia Sasuke, quien lo fulminó con la mirada—. Vamos. Quiero ver de qué son capaces.
Sasuke se levantó con un bufido de molestia, acomodándose la tantō en la espalda. —No soy un mocoso. Y menos que nada voy a perder ante alguien como Naruto.
—Eso lo veremos —dijo Zabuza con una sonrisa que mostraba apenas un atisbo de diversión.
Naruto tragó saliva, sintiendo la presión del momento, pero la chispa de competitividad en sus ojos no hizo más que intensificarse. Con un movimiento fluido, desenfundó su katana Kazetora, cuya hoja negra mate brillaba tenuemente con la luz que se filtraba entre los árboles. Sasuke, por su parte, sacó su tantō con un movimiento rápido y calculado, su mirada fija en Zabuza, llena de confianza, aunque claramente molesto por ser tratado como un "mocoso".
Frente a ellos, Zabuza se mantuvo relajado, sosteniendo su colosal espada con una sola mano, como si no pesara más que una ramita. Una sonrisa sardónica cruzó su rostro. —Vamos, ataquen, mocosos. Quiero ver si son algo más que inútiles.
Naruto intercambió una rápida mirada con Sasuke. Aunque no lo dijeron, ambos entendieron que tenían que coordinarse si querían siquiera intentar superar la abrumadora presencia de Zabuza.
Sasuke fue el primero en moverse, lanzándose hacia Zabuza con un paso veloz que dejó una pequeña nube de polvo detrás. Su tantō cortó el aire en un arco preciso hacia el costado izquierdo de Zabuza, pero este simplemente alzó su espada para bloquear, el choque de las hojas resonando como un trueno. Sasuke, anticipando el contraataque, retrocedió rápidamente, girando sobre su talón para mantener el equilibrio.
Aprovechando ese momento, Naruto entró en acción. Canalizó chakra hacia sus pies, aumentando su velocidad, y se lanzó hacia Zabuza desde el lado opuesto. Su katana cortó el aire en una estocada dirigida al hombro del espadachín, pero Zabuza se giró con una rapidez asombrosa para alguien de su tamaño, deteniendo el ataque con el lado plano de su enorme espada. El impacto hizo que Naruto retrocediera unos pasos, sus manos vibrando por la fuerza del bloqueo.
—Tch, ¿eso es todo lo que tienen? —se burló Zabuza mientras giraba su espada en un movimiento intimidante, el aire silbando alrededor de la hoja.
—Ni lo sueñes —gruñó Naruto, ajustando su postura. Concentró su chakra en la katana, haciendo que los grabados rojos en la hoja comenzaran a brillar tenuemente.
Sasuke no perdió el tiempo y volvió a la carga, lanzándose con un movimiento ágil hacia Zabuza, esta vez apuntando a su pierna. Sin embargo, Zabuza, demostrando una habilidad que parecía ir en contra de su tamaño, dio un paso lateral que dejó el ataque de Sasuke cortando el aire. Con un giro fluido, Zabuza contraatacó con un golpe descendente que Sasuke apenas logró esquivar rodando hacia un lado.
Naruto aprovechó el movimiento de Zabuza para lanzar un corte horizontal con su katana, esta vez imbuida con chakra de viento. El ataque creó una ráfaga cortante que se dirigió hacia el torso del espadachín, obligándolo a alzar su espada para bloquear. El impacto de la ráfaga fue lo suficientemente fuerte como para hacer retroceder a Zabuza un paso, arrancándole una breve risa.
—Así que tienes algo de truco con el chakra, ¿eh, mocoso? Interesante... pero eso no basta.
Sin darles tiempo a reaccionar, Zabuza giró sobre sí mismo, su espada describiendo un arco amplio que obligó a Naruto y Sasuke a saltar hacia atrás para evitar el ataque. El corte fue tan potente que dejó una marca profunda en el suelo, levantando una nube de polvo.
Naruto aterrizó con gracia, su katana aún en posición de ataque, mientras Sasuke se posicionaba a su lado, los ojos del Uchiha mostrando su característico orgullo. —¿Tienes algún plan, Naruto? —preguntó en voz baja, apenas audible.
Naruto sonrió de lado, aunque aún sentía el peso de la presión. —Mantén su atención. Voy a intentar algo.
Sasuke asintió sin decir nada más y se lanzó nuevamente hacia Zabuza, atacando con una serie de cortes rápidos que parecían destinados a probar la defensa del espadachín. Zabuza los bloqueaba con facilidad, pero su atención se centró completamente en Sasuke, quien comenzaba a añadir fintas y cambios de dirección en sus movimientos para mantenerlo ocupado.
Mientras tanto, Naruto cerró los ojos por un momento, canalizando su chakra hacia los pies y la katana. Al abrirlos, sus movimientos cambiaron, volviéndose más fluidos y rápidos. Se deslizó por el flanco derecho de Zabuza, moviéndose tan bajo que casi parecía tocar el suelo. Con un giro veloz, lanzó un corte diagonal hacia el costado de Zabuza, buscando aprovechar cualquier abertura.
Zabuza, sin embargo, parecía tener ojos en la nuca. Giró su espada para interceptar el ataque de Naruto sin perder el ritmo con Sasuke. —No está mal, mocoso. Pero todavía están muy verdes.
El choque de las espadas envió una onda de fuerza que hizo que Naruto retrocediera nuevamente, pero esta vez su sonrisa era más pronunciada. Había aprendido algo en ese breve intercambio: la fuerza de Zabuza era abrumadora, pero no invencible.
Naruto ajustó su postura, la katana Kazetora brillando tenuemente mientras comenzaba a canalizar su chakra de rayo en la hoja. El grabado en forma de remolino destellaba con un tono azulado, vibrando con energía concentrada. Sasuke, a su lado, activó su Sharingan de dos aspas. Sus ojos escarlata escrutaron cada movimiento de Zabuza, analizando con precisión quirúrgica sus posibles aperturas.
—Oye, escucha —dijo Sasuke en un tono bajo pero firme, sin apartar la vista del espadachín. Mientras hablaba, comenzó a envolver su tantō en un aura chispeante de chakra raiton—. Distráelo por la derecha. Yo atacaré por la izquierda. Si lo forzamos a defenderse de ambos lados al mismo tiempo, crearemos una abertura.
Naruto asintió. —Entendido. Espero que estés listo para cubrirme si esto sale mal.
Sasuke soltó un breve resoplido, una mezcla de confianza y determinación. —No fallaré.
Ambos se movieron simultáneamente, sus cuerpos convirtiéndose en un borrón mientras cargaban contra Zabuza desde ángulos opuestos. Naruto, avanzando por la derecha, lanzó una serie de cortes horizontales rápidos con su katana imbuida en chakra raiton, cada uno acompañado por destellos de electricidad que chisporroteaban en el aire. Sasuke, por su parte, atacó desde la izquierda, su tantō extendiendo líneas rectas y precisas de energía eléctrica que parecían buscar los puntos débiles de Zabuza.
Zabuza reaccionó con una maestría impresionante. Giró su espada masiva, Kubikiribōchō, con una agilidad que desmentía su tamaño. La hoja bloqueó el corte de Naruto, desviando las chispas hacia el suelo, mientras que con un giro del mango evitó el ataque de Sasuke por un margen estrecho. Su sonrisa, feroz y segura, no hacía más que agrandarse.
—No está mal, pero... —Zabuza canalizó su propio chakra en la espada, envolviéndola en un aura pulsante que emitía un leve brillo rojizo—. ...siguen siendo demasiado predecibles.
Con un rugido, Zabuza contraatacó. Su espada descendió en un amplio arco hacia Naruto, quien apenas logró retroceder, sintiendo el viento cortante del impacto. Sin perder el ritmo, el espadachín giró rápidamente, cambiando su objetivo hacia Sasuke, obligándolo a esquivar rodando hacia atrás.
—¡Naruto, ahora! —gritó Sasuke, aprovechando el momento en que Zabuza lo tenía de espaldas.
Naruto, sin dudarlo, corrió hacia el flanco desprotegido de Zabuza. Concentró aún más chakra en su katana, haciendo que los rayos alrededor de la hoja se intensificaran. Con un grito, lanzó un corte vertical cargado de electricidad directamente hacia el costado del espadachín.
Zabuza, sin embargo, estaba preparado. Giró su espada en el último segundo, bloqueando el ataque con un estruendo que resonó en el claro. Las chispas volaron como fuegos artificiales mientras las hojas se enfrentaban, pero la fuerza de Zabuza terminó superando a Naruto, empujándolo hacia atrás con un poderoso empellón.
Antes de que Naruto pudiera estabilizarse, Zabuza dio un paso adelante, usando el impulso de su espada para barrer horizontalmente en dirección a Sasuke. Este, gracias a su Sharingan, anticipó el movimiento y se agachó justo a tiempo, dejando que la hoja cortara el aire por encima de su cabeza.
—No está mal, Uchiha, pero... —Zabuza desapareció en un destello de velocidad que contradecía su tamaño—. No lo suficiente.
Antes de que Sasuke pudiera reaccionar, sintió una presión abrumadora detrás de él. Zabuza apareció con un movimiento veloz y lanzó un codazo que lo envió volando hacia un árbol cercano. Sasuke impactó contra el tronco, cayendo de rodillas mientras intentaba recuperar el aliento.
—¡Sasuke! —gritó Naruto, girándose rápidamente hacia su compañero. Pero ese breve momento de distracción fue suficiente para que Zabuza cerrara la distancia entre ellos.
—Te distraes demasiado, mocoso. —Zabuza levantó su espada con ambas manos, y la bajó con fuerza hacia Naruto.
Naruto apenas tuvo tiempo de cruzar su katana frente a él para bloquear el ataque. La fuerza del impacto lo hizo caer de rodillas, mientras sus brazos temblaban por el esfuerzo de resistir.
—¡No me rendiré! —gruñó Naruto, sus ojos brillando con determinación mientras concentraba todo su chakra en un último esfuerzo. Liberó una ráfaga de chakra raiton desde su katana, creando un estallido que lo separó brevemente de Zabuza.
Aprovechando la distancia, Naruto retrocedió, jadeando. Sasuke, aunque herido, volvió a levantarse, su tantō todavía firme en su mano. Ambos se miraron, sus cuerpos agotados pero sus espíritus indomables.
Zabuza, sin embargo, permanecía inmutable, apenas mostrando signos de cansancio. Su sonrisa era ahora más amplia, casi orgullosa. —Eso es todo lo que tienen, ¿eh? No está mal para un par de mocosos... pero todavía tienen mucho que aprender.
Con un movimiento tan rápido que apenas pudieron reaccionar, Zabuza lanzó un golpe horizontal con su espada, creando una onda de aire comprimido que derribó a ambos chicos al suelo. Antes de que pudieran levantarse, Zabuza plantó su espada en el suelo frente a ellos, marcando el final del combate.
El aire estaba cargado de tensión mientras Naruto y Sasuke se intentaban levantar lentamente, sus cuerpos adoloridos por el combate. Ambos respiraban con dificultad, cubiertos de pequeños cortes y polvo, pero sus ojos brillaban con determinación. La voz grave de Zabuza resonó, rompiendo el silencio.
—Son bastante decentes, pero aún están muy verdes. Si realmente quieres estar a la altura, Naruto, tendrás que entrenar mucho más. —Zabuza señaló a Miyuki con un gesto brusco, su tono adoptando un matiz burlón—. Si esa chica insiste en que seas su esposo, más te vale no avergonzarla. Y tú, Uchiha... —giró hacia Sasuke, sus ojos agudos como cuchillas—. No dejaré que el futuro esposo de Miyuki se rodee de debiluchos.
Naruto, a pesar de la fatiga, apretó los dientes y sujetó con fuerza la empuñadura de Kazetora. —No soy alguien que se dé por vencido tan fácilmente, Zabuza... La próxima vez, seré yo quien te derrote.
Zabuza dejó escapar una carcajada áspera, su voz llena de burla pero también de cierta admiración. —Hablas mucho para alguien que apenas puede mantenerse de pie. Pero me gusta esa actitud. Tal vez, solo tal vez, tienes algo de futuro.
Mientras Naruto y Sasuke intentaban recuperarse, Katsumi, que había observado el combate desde un costado con una mezcla de preocupación y orgullo, dio un paso hacia ellos, claramente lista para ayudarlos. Sin embargo, antes de que pudiera alcanzar a Naruto, Miyuki se adelantó con una agilidad natural, colocándose junto al pelirrojo. Con movimientos cuidadosos, lo ayudó a estabilizarse, pasando su brazo por sus hombros.
—Zabuza-sama, por favor no sea tan duro con mi futuro esposo —dijo Miyuki con una sonrisa tranquila, aunque su tono cargaba un toque de provocación mientras miraba de reojo a Naruto.
Naruto se sonrojó al instante, sintiendo cómo el calor subía a sus mejillas. —¡O-Oye! ¿De qué estás hablando? ¡No soy tu esposo! —intentó apartarse, pero estaba demasiado agotado como para sostenerse por su cuenta, lo que solo hizo que Miyuki reforzara su agarre.
—¿Ah, no? —respondió ella con fingida sorpresa, su tono suave pero deliberadamente coqueto—. Entonces será cuestión de tiempo. Estoy dispuesta a esperar.
Mientras tanto, Yuzuki se acercó para ayudar a su hermano menor, Sasuke. Con una expresión seria y fría, levantó a Sasuke sin decir una palabra, aunque su mirada penetrante se fijó en Miyuki. Había una clara tensión en el aire.
—Naruto, no dejes que una mujer te manipule tan fácilmente —dijo Yuzuki en un tono neutral pero incisivo, mientras ayudaba a Sasuke a mantenerse de pie. Sus ojos brillaron ligeramente al hablar, mostrando que estaba completamente consciente de la dinámica que se estaba desarrollando.
Miyuki, lejos de sentirse intimidada, respondió con una sonrisa tranquila pero cargada de intención. —Oh, no estoy manipulando a nadie. Simplemente estoy cuidando de quien será mi compañero. Es natural, ¿no crees?
Naruto, atrapado en medio de las palabras de Miyuki y la mirada seria de Yuzuki, no supo cómo reaccionar. Katsumi, por su parte, cruzó los brazos y frunció el ceño, su paciencia comenzando a agotarse. Dio un paso al frente, interponiéndose entre Miyuki y Naruto.
—Creo que ya fue suficiente ayuda, Miyuki —dijo Katsumi con una sonrisa educada, aunque su ojo destellaba con un ligero reproche—. Naruto está en buenas manos ahora.
Zabuza, observando la escena, soltó un largo suspiro, aunque una sonrisa cansada se dibujó en su rostro. —Mocoso... No sé si deberían preocuparse más por su entrenamiento o por mantener la cabeza fría entre tantas distracciones. —Levantó su enorme espada y la colocó sobre su hombro, girándose para alejarse—. Han demostrado algo de espíritu, pero todavía están lejos de ser dignos de un verdadero combate. Entrenen más. Si logran mejorar, tal vez considere tomarlos en serio la próxima vez.
Las palabras de Zabuza seguían resonando en la mente de Naruto mientras observaba cómo el espadachín desaparecía entre las sombras. Apoyado en Miyuki, sintió el cansancio apoderarse de su cuerpo, pero algo más profundo comenzaba a encenderse en su interior: un deseo inquebrantable de mejorar.
Esa noche, después de una cena sencilla y cargada de silencios significativos, todos se retiraron a sus respectivas tiendas. Naruto, envuelto en una mezcla de fatiga y pensamientos dispersos, se recostó en su improvisada cama. Mientras miraba el techo de lona, su mente comenzó a divagar.
Pensó en todo lo que había sucedido durante esa misión: su dōjutsu recién despertado, las cadenas rojas que apenas podía controlar, el peso de las expectativas, y, para colmo, su primer beso… con Katsumi. Recordar ese momento hacía que su rostro ardiera de vergüenza. Katsumi era increíblemente hermosa, incluso más de lo que él había imaginado. Había algo en ella que lo desarmaba, desde su misteriosa forma de actuar hasta la fugaz vulnerabilidad que había mostrado cuando él la vio sin su máscara.
Sin embargo, ese no era el único pensamiento que lo mantenía despierto. Yuzuki, siempre distante y fría, había mostrado un lado completamente diferente hacia él: más abierto, más humano. ¿Realmente había querido decir todo lo que dijo? ¿Por qué se acercaba tanto? Y luego estaba Kiyomi. Sabía que algo especial había sucedido entre ellos ese día en el bosque, cuando casi se besaron antes de que Yuzuki los interrumpiera. Ahora, Miyuki parecía decidida a involucrarse en su vida, con una intensidad y franqueza que lo dejaban sin palabras.
Naruto suspiró, moviéndose inquieto en su saco de dormir. Todo era un caos. Sus sentimientos, sus metas, sus dudas... Ni siquiera sabía por dónde empezar a ordenar ese remolino de emociones. Estaba tan sumido en sus pensamientos que apenas reaccionó cuando escuchó el crujir de pasos acercándose a su tienda.
El ruido era ligero, casi imperceptible, pero lo suficientemente claro como para ponerlo en alerta. Giró la cabeza justo a tiempo para ver cómo alguien entraba con cuidado. La luz de la luna iluminó su rostro, y Naruto parpadeó, sorprendido.
—¿Kiyomi? —preguntó, su voz un susurro lleno de incredulidad.
La Uchiha le sonrió con una mezcla de confianza y timidez, sus ojos oscuros brillando suavemente en la penumbra.
—Hola, Naruto-kun. No olvidé que teníamos una conversación pendiente —dijo, su tono suave pero firme mientras se arrodillaba frente a él.
Naruto tardó un momento en recordar. Fue justo después de despertar en la casa de Tazuna, cuando hablaron y casi se besan antes de que Yuzuki los interrumpiera.
—Ah, sí... —respondió él, notando cómo el calor subía nuevamente a sus mejillas—. Cierto.
Kiyomi soltó una pequeña risa, una que parecía aligerar la tensión en el aire. Había algo en ella esta noche que lo desarmaba: la forma en que su cabello oscuro caía sobre sus hombros, el leve rubor que adornaba sus mejillas, y la forma en que sus ojos lo miraban, como si él fuera lo único que importara en ese momento.
—Bueno, aquí estoy —dijo Kiyomi, acercándose un poco más. Su confianza habitual parecía mezclarse con una ligera vergüenza, algo que la hacía ver aún más hermosa—. Quería darte algo... antes de que nos interrumpieran la última vez.
Naruto tragó saliva, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. No estaba seguro de qué esperar, pero no pudo apartar la vista de ella mientras Kiyomi se inclinaba ligeramente hacia adelante.
—Yo... —comenzó Kiyomi, bajando la mirada un instante antes de levantarla con determinación—. Quería hacer esto.
Antes de que Naruto pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, sintió algo cálido y suave sobre sus labios. Los ojos de Naruto se abrieron de par en par mientras Kiyomi lo besaba, su gesto tan repentino como delicado. Había una mezcla de inseguridad y ternura en el beso, como si ella estuviera revelando una parte de sí misma que había mantenido oculta.
Cuando se separaron, apenas unos segundos después, Kiyomi lo miró con una sonrisa tímida pero sincera, sus mejillas completamente encendidas.
—Ese... ese fue mi primer beso —admitió, su voz apenas un susurro, pero lo suficientemente fuerte como para que Naruto la escuchara.
Naruto estaba completamente desconcertado, su rostro enrojecido y su mente en blanco. Había muchas cosas que quería decir, pero las palabras parecían haberse esfumado de su cabeza. Lo único que podía hacer era mirar a Kiyomi, aún sintiendo el calor de sus labios en los suyos.
—Yo... —empezó a decir, pero su voz se quebró, incapaz de completar la frase.
Kiyomi rio suavemente, aparentemente encantada por su reacción.
—No tienes que decir nada ahora, Naruto-kun. Solo quería que lo supieras... —dijo, acariciando suavemente su mejilla antes de acostarse a su lado—. Descansa. Mañana será un día largo.
Naruto la observó mientras Kiyomi se acomodaba a su lado, sus movimientos suaves y seguros. La Uchiha le sonrió con calidez, una expresión que rara vez mostraba a los demás, pero que parecía reservada exclusivamente para él. Esa sonrisa contenía un mensaje claro: no necesitaba palabras, solo su presencia.
Kiyomi extendió una mano, tocando ligeramente el dorso de la suya como una invitación tácita. Naruto, aún algo aturdido, aceptó el gesto y se recostó junto a ella. El espacio entre ambos era pequeño, lo suficiente para sentir el calor del otro, pero no tan estrecho como para resultar incómodo. La tienda parecía más acogedora de lo habitual, y el murmullo del viento en el exterior se volvió un fondo relajante.
Sus ojos se encontraron en la penumbra. Los de Kiyomi, profundos y oscuros, reflejaban una mezcla de determinación y dulzura. Los de Naruto, azules como el cielo despejado, mostraban una mezcla de nerviosismo y curiosidad.
—¿Por qué viniste aquí esta noche? —preguntó él finalmente, su voz baja pero clara.
Kiyomi lo miró durante un largo momento antes de responder.
—Porque quería estar contigo —dijo con sinceridad, sus palabras cargadas de una honestidad que desarmaba cualquier duda—. Y porque quería que supieras lo que siento, incluso si todavía no entiendes cómo te sientes tú.
Naruto desvió la mirada un momento, luchando por ordenar sus pensamientos. Todo lo que había sucedido en los últimos días parecía abrumador, pero ahora, en este momento, con Kiyomi a su lado, el caos en su mente parecía apaciguarse.
—Kiyomi… yo… no sé si entiendo todo esto —confesó, rascándose la nuca, una costumbre suya cuando estaba nervioso—. Pero... gracias. Por confiar en mí.
Kiyomi rio suavemente, su risa como un susurro en la oscuridad.
—Eres tan torpe, Naruto-kun. Pero eso es parte de lo que me gusta de ti —respondió, con un tono que mezclaba ternura y diversión.
Se quedaron en silencio después de eso, pero no era un silencio incómodo. Era el tipo de calma que surge cuando las palabras no son necesarias, cuando la compañía de alguien es suficiente. Naruto notó cómo la respiración de Kiyomi se volvía más lenta y uniforme, indicando que estaba empezando a quedarse dormida.
Sin saber exactamente por qué, Naruto permitió que una sonrisa ligera apareciera en su rostro. Cerró los ojos, dejando que el cansancio acumulado finalmente lo venciera, pero antes de sucumbir al sueño, una última pregunta cruzó por su mente: ¿Qué significará todo esto para mañana?