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Chapter 2 - Acto I — Capitulo 1 — Un genio caído

El sol apenas asomaba en el horizonte, tiñendo de tonos dorados y escarlatas el cielo despejado sobre la ciudad portuaria de Linye. Las calles comenzaban a llenarse de actividad mientras los comerciantes abrían sus puestos, pero dos figuras corrían a toda velocidad, esquivando carretas y empujando la multitud con prisa.

—¡Inei, apúrate! —gritó Jin, girando la cabeza para asegurarse de que su hermano menor lo seguía.

Inei, apenas un chico de nueve años, respiraba con dificultad mientras trataba de mantener el ritmo de su hermano mayor. Su cabello oscuro y desordenado brillaba con el sudor bajo el sol de la mañana, y sus ojos, llenos de determinación, no se apartaban de la figura de Jin. Aunque sus piernas ardían, no podía permitirse quedarse atrás.

—¡No necesitas gritarme cada dos segundos! —respondió entre jadeos, con una mezcla de irritación y ansiedad en su voz.

La Reunión del Clan Nozen era un evento crucial, un momento en el que los jóvenes del clan eran evaluados para determinar su potencial y su papel en el futuro de la familia. Para Inei, esta era su oportunidad de brillar, tal y como lo habían hecho sus hermanos en el pasado.

Sin embargo, el peso de las expectativas era aplastante. Los murmullos de las generaciones mayores nunca cesaban: "Este chico es bueno" o "No tendrá mucho futuro" Eran las palabras que mas resonaban entre los ancianos del clan cada año, en cada prueba. 

Cuando finalmente llegaron al imponente salón de reuniones del clan, las puertas de madera tallada ya estaban abiertas de par en par. Dentro, los ancianos y líderes del clan esperaban en sus respectivos asientos, sus miradas severas e imponentes. La atmósfera estaba cargada de tensión.

—Llegan tarde —se escuchó una voz fría y autoritaria. Era el Gran Anciano Nozen Wei, uno de los pocos poderosos que tenia el clan. Su expresión era severa, y sus ojos parecían perforar a los hermanos mientras entraban al salón.

Jin inclinó la cabeza en señal de respeto, intentando calmar los ánimos.

—Disculpe nuestra tardanza, Gran Anciano. Un incidente en el mercado retrasó nuestro camino.

Wei no respondió de inmediato, pero la ligera curvatura de sus labios indicaba que no estaba convencido. Finalmente, hizo un gesto para que los jóvenes se alinearan con los demás. Inei apretó los puños mientras se colocaba junto a Jin, sintiendo las miradas de los otros jóvenes del clan. Algunos lo miraban con desprecio, otros con indiferencia.

La evaluación comenzaría pronto, y aunque Inei no tenía grandes esperanzas de destacar, una voz en su interior no dejaba de repetirse: "Esta es tu oportunidad. Les demostraras a todos quien será el próximo líder de clan" 

El salón de reuniones estaba impregnado de una atmósfera solemne. Los jóvenes del Clan Nozen, alineados en un semicírculo frente a los ancianos, intercambiaban miradas de incertidumbre. Algunos se mostraban confiados, mientras que otros, como Inei, no podían evitar sentir el peso de las miradas de juicio.

Con un suspiro, Inei se giró para mirar al frente. Entonces, una linda carita haciéndole una mueca lo sobresaltó.

—Jeje, Inei-Li. ¿Te quedaste dormido otra vez? —susurró Yeryn, tomando la mano del chico.

Inei, sonriendo avergonzado, asintió mientras apretaba suavemente la mano de la chica.

—Ejem —la voz ronca de un hombre resonó por todo el salón, ganándose la atención de todos—. Hoy estamos aquí reunidos para la ceremonia de madurez de los jóvenes del clan.

Nozen Xiay, el actual líder del clan y padre de Jin e Inei, avanzó hasta el centro del salón. Su porte era imponente, sus hombros firmes y su voz poderosa, como la de un hombre acostumbrado a ser escuchado.

—La ceremonia de madurez no es solo un rito de paso —continuó Xiay con una voz firme que resonó en cada rincón—. Es un recordatorio del honor y la responsabilidad que todos ustedes llevan sobre sus hombros.

El silencio se hizo presente mientras las palabras del líder calaban en los corazones de los jóvenes y los presentes.

—Nuestra sangre no nos define solo por el pasado o por el apellido que llevamos. Nos define por las decisiones que tomamos, por la fuerza con la que enfrentamos los desafíos y por el respeto que somos capaces de ganar con nuestras acciones.

Xiay se detuvo un momento, su mirada recorriendo a los jóvenes frente a él, incluida la de sus hijos. En los ojos de Inei, aunque pequeños, brillaba una chispa de determinación que no se encontraba en muchos. Finalmente, Xiay continuó, su tono solemne pero lleno de expectativas.

—Hoy tendrán la oportunidad de demostrar quiénes son, de dar el primer paso para ser dignos de llevar el nombre de Nozen. Lo que logren aquí será el cimiento de lo que podrán alcanzar en el futuro.

Las antorchas iluminaban el salón, proyectando sombras largas en las paredes, como si las propias llamas observasen el evento con interés. Inei sintió el peso de esas palabras, no como una carga, sino como una promesa. En su mente, resonaba el eco de lo que siempre había deseado: ser reconocido no por quiénes eran sus hermanos o su padre, sino por lo que él mismo era capaz de lograr.

—Uno por uno, serán llamados para demostrar su potencial —anunció Xiay, dando un paso atrás mientras los ancianos tomaban el control.

Un anciano de cabello blanco y una postura encorvada avanzó con lentitud, portando un bastón adornado con cristales. Su voz, aunque vieja, estaba llena de autoridad.

—Jóvenes del clan Nozen, hoy enfrentarán la evaluación que decidirá su posición dentro del linaje—. Para cuando termino de hablar, el anciano golpeo la punta de su bastón en el suelo, luego de unos momentos, el piso tembló, dando paso a una enorme piedra que se alzaba desde el suelo, en el centro de la roca, una especie de orbe con brillo apagado.

—Esta roca tiene el poder, de medir el Arcam dentro de todos ustedes, una vez pasen, deberán tocar la roca y esperar el resultado....— El anciano se tomo un tiempo para mirar a los jóvenes que iban a ser examinados. — Sin más palabrerías. Que comience la prueba— Declaro el anciano señalando un joven chico a la derecha de la fila. El chico trago saliva y empezó a caminar. 

Cuando el chico toco el orbe, la piedra brillo de un color leve carmesí y salió el resultado. —Nozen Enly... Intermedio Etapa 4— Dijo el anciano con una mirada apenas pasible. —Un resultado aceptable, pero nada sobresaliente—

El joven asintió, visiblemente decepcionado, y regresó a su lugar. Uno tras otro, los jóvenes avanzaron para enfrentar el juicio de la roca. Algunos obtuvieron resultados mediocres, mientras que otros consiguieron un 5 o un 6, ganándose leves murmullos de aprobación de los presentes.

Para el final de la prueba, el hermano mayor de Inei, Nozen Jin, paso al frente con su característica sonrisa confiada, la mirada de los ancianos se posaron sobre él, pidiendo a gritos un mejor resultado que los anteriores. 

Cuando Jin, coloco la mano en el orbe, esta de inmediato brillo de un color azul, pequeños rayos cubrieron la mano del joven. —¡Jojo! ¡Nozen Jin! ¡Avanzdo! ¡Etapa 7!— La felicidad en el tono del anciano era evidente, al igual que los murmullos en entre los ancianos. 

Xiay desde un lado del salón, acaricio su barba mostrando una sonrisa orgullosa, a su lado su madre aplaudía feliz.

Satisfecho con el resultado, Jin se dio la vuelta hacia sus padre y hizo una reverencia, para después, volver a la fila de los jóvenes adultos, no sin antes darle un gesto de ánimos a su pequeño hermano.

—Con este resultado, impresionante, damos por finalizado la ceremonia de adultez, y comienza la ceremonia de crecimiento— El anciano esta ves se volteo hacia los más pequeños con una mirada que claramente, no espero mucho de ellos. 

Y tal y como los pensamientos del anciano, ninguno de los pequeños paso de la etapa 4, pero de cierta manera estaba feliz, con el gran resultado de Jin. Pero pronto sus ojos se abrieron cuando paso una pequeña con coletas. 

Animadamente, colocó su mano en el orbe y este mostrando la misma reacción que cuando Jin lo toco, el numero 7 nuevamente volvió a aparecer. —¡Jojo! Nozen Yeryn, Avanzado Etapa 7. Felicidades!—

Nuevamente los murmullos de los ancianos resonaron en los alrededores, murmullos halagadores hacia la pequeña, cuando ella se retiro entre saltos, fue el momento de pasar al frente para Inei, su mirada era baja, nerviosa, por de lo que podría pasar. —Animo—

Una voz suave lo saco de su estado, levantando un poco la cabeza, Inei miro a la derecha, su madre lo miraba de forma alentadora y feliz. 

Fue suficiente, para que Inei dejara su nerviosismo y avanzara decidido a la piedra... Cuando llego, Inei tomó una profunda bocanada de aire y extendió las manos. La superficie de la roca era fría al tacto, pero de inmediato comenzó a calentarse, como si respondiera a su presencia. Durante unos segundos, no ocurrió nada, y los murmullos empezaron a regresar.

—¿Será que…? —murmuró alguien desde las filas.

De repente, un destello cegador iluminó la sala, interrumpiendo las especulaciones. Las runas de la roca brillaron con un color púrpura profundo, una tonalidad que nunca antes había sido vista en esta ceremonia. El silencio en el salón se volvió casi insoportable mientras un número aparecía lentamente en la roca: 9.

Los ancianos se quedaron boquiabiertos, y por un momento nadie dijo nada. Finalmente, el anciano del bastón habló con voz temblorosa:

—Un 9… ¡esto es… esto es inédito!

Los murmullos se transformaron en un clamor de sorpresa y asombro. Incluso Nozen Xiay, que siempre mantenía su compostura, no pudo ocultar su asombro. Sin embargo, más allá de su incredulidad, sus ojos se entrecerraron con algo parecido a una mezcla de orgullo y preocupación.

—Un resultado impresionante —dijo Xiay en voz baja, apenas audible para los ancianos más cercanos—, pero una compatibilidad tan alta siempre viene con desafíos igual de grandes.

Inei apartó las manos de la roca, sus piernas temblando ligeramente. No estaba seguro de lo que acababa de suceder, pero la intensidad con la que lo miraban los demás lo hizo sentirse vulnerable. Al regresar a su lugar junto a Yeryn, ella lo recibió con una sonrisa radiante.

—Sabía que podías hacerlo, Inei-Li —susurró, tomando su mano por un momento.

Sin embargo, Inei apenas podía escucharla. Las palabras del anciano resonaban en su cabeza: "9… esto es inédito."

El bullicio llenó el gran salón mientras los jóvenes regresaban junto a sus padres. Los murmullos de emoción y las risas nerviosas se mezclaban con los orgullosos comentarios de los padres, quienes celebraban los resultados de sus hijos. Sin embargo, en medio del alboroto, Inei y Jin caminaron juntos hacia sus padres. Jin mantenía su postura tranquila, mientras que Inei intentaba ocultar la ligera incomodidad que sentía por tanta atención.

—¡Inei, hijo mío! —La cálida voz de su madre resonó antes de que él pudiera decir algo. Sin darle tiempo a reaccionar, lo envolvió en un abrazo apretado, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad. Sin importarle las miradas curiosas, empezó a llenarlo de besos en la frente y las mejillas.

—¡Sabía que mi pequeño era especial! Un 9… ¡un 9! —exclamó con orgullo mientras su rostro se iluminaba con una sonrisa maternal.

Inei, entre avergonzado y aliviado, permitió que su madre expresara su alegría. La calidez de su abrazo hizo que por un momento olvidara la presión que lo aguardaba.

—Madre, por favor… todos están mirando —dijo con una risa nerviosa, tratando de zafarse suavemente.

—¡Déjalos mirar! Que todos vean lo increíble que es mi hijo —respondió ella, finalmente soltándolo pero sin dejar de mirarlo con admiración.

A su lado, Jin intercambió una mirada cómplice con su padre, Nozen Xiay, quien simplemente asintió con aprobación hacia él. Aunque no hubo palabras, el leve gesto bastó para que Jin supiera que había cumplido con las expectativas.

No muy lejos, una figura alta y elegante caminó hacia ellos. Era una mujer de cabello castaño oscuro que caía en suaves ondas sobre sus hombros. Su porte altivo y su sonrisa serena la distinguían entre los presentes: era Lu, la hermana mayor de Nozen Xiay y una figura de gran respeto dentro del clan.

—Yeryn, querida —dijo la tía Lu con una voz suave pero firme mientras extendía los brazos.

Yeryn, que había permanecido cerca de Inei durante toda la ceremonia, avanzó con una tímida sonrisa y aceptó el abrazo de la mujer. La joven había obtenido un 7 en la prueba, un resultado que la colocaba entre los talentos destacados de su generación.

—Hiciste un trabajo maravilloso, Yeryn. Estoy orgullosa de ti. —Lu la sostuvo unos segundos más antes de apartarse, acariciando su cabello con ternura.

—Gracias, tía Lu —respondió Yeryn, ruborizándose ligeramente por el elogio.

Lu luego dirigió su mirada hacia Inei, evaluándolo con una mezcla de sorpresa y admiración. Aunque siempre había sabido que Inei tenía potencial, un 9 era algo que nadie en el clan había previsto.

—Inei —dijo con una sonrisa contenida mientras se cruzaba de brazos—, parece que has decidido superar nuestras expectativas de una manera muy… dramática.

Inei se inclinó ligeramente en señal de respeto. —Solo tuve suerte, tía Lu.

—¿Suerte? —repitió ella con una ceja levantada, pero una chispa de humor en sus ojos—. La suerte no hace que una roca ancestral brille de esa manera, jovencito. Será mejor que te prepares, porque a partir de ahora todos tendrán los ojos puestos en ti.

—Eso ya lo sé —respondió Inei con un suspiro, desviando la mirada hacia Jin, quien observaba la interacción con una sonrisa tranquila.

Mientras la familia Nozen compartía este momento, los ancianos del clan se reunían en un rincón del salón, intercambiando susurros tensos. La compatibilidad de 9 de Inei había despertado no solo admiración, sino también preocupación. Tal nivel implicaba un potencial inmenso, pero también un riesgo elevado. Las decisiones sobre cómo guiar a alguien con tanto talento no podían tomarse a la ligera.

—Padre, ¿crees que esto cambie algo? —preguntó Jin en voz baja mientras los demás conversaban.

Nozen Xiay lo miró fijamente antes de responder. —Cambiará todo. Con esto, el próximo sucesor esta decidido.

Jin rio un poco antes de hablar —Por mi no hay problemas y estoy seguro que para Er-Li, tampoco.

Xiay, asintió sonriendo, con unas palmadas en la espalda de su hijo, ambos caminaron hacia el resto de la primera familia. 

Fue un momento bastante especial para el pequeño Inei, un recuerdo que ahora solo le trae tristeza...

—¡Nozen Inei, intermedio Discípulo (2), etapa 5!— 

La voz de un hombre adulto, resonó con fuerza, indicando el resultado de la prueba. De pie frente a una enorme piedra mágica de prueba, Inei, sin ánimos algunos, bajo su mano y empezó a caminar devuelta a las gradas, mientras los murmullos a su alrededor crecían.

—Cada año decae más—

—No puedo creer que nuestras expectativas estuvieron en él—

 

—Era bastante obvio, este "genio" volvió a decaer

—Solo es una basura que deshonra a su clan.

—Si su padre no fuera el líder del clan, estoy mas que seguro que ya lo habrían expulsado, y a nadie le importaría.

—El alguna vez, genio de Linye, ya no existe más.

El ridículo y los insultos que golpeaban directamente en el corazón llegaron a los oídos de Inei desde todas partes. Pero no pudo hacer nada al respecto y suspiró profundamente. El chico levantó la cabeza. Un rostro joven y atractivo y ojos negros como el cielo nocturno miraban a través de la multitud de compañeros risueños. Sus labios, que hasta hace poco tenían una sonrisa de autocrítica, se torcieron con amargura.

Sin más, Inei cerro sus ojos, y espero que todo esto terminara. Actualmente, el clan Nozen, se encontraba en compañía de otros clanes de la ciudad, celebrando la ceremonia de adultez. Una oportunidad única para que los jóvenes de los clanes eligieran sus propios caminos. 

—¡Nozen Mei! ¡Avanzando, Discípula (3) Etapa 8! ¡Felicidades por tu graduación de adultez!— El resultado de su prima, provoco que Inei abriera levemente los ojos.

—Guaaa!! Mei-Le, increíble!

—En la ceremonia de adultez, un rango alto. A este paso, ella podría convertirse en discípula oficial!

—¡Ella realmente es la esperanza de nuestro clan!—

Al escuchar una evaluación tan unánime de la gente, la niña sonrió aún más. Y se dirigió a las gradas. Mientras conversaba con sus amigas, su mirada se deslizó a través de la multitud y se posó en una figura solitaria de pie. A una distancia. Ella frunció el ceño por un momento. No hay duda alguna que ya se ha formado una gran brecha entre los dos. 

Mei, frunció el ceño, al recordar la antigua etapa de Inei, un joven seguro y rebosante de energía, se le veía todos los días entrenando con sus hermanos, volviéndose mas fuerte, se volvió tan fuerte en ese entonces, que con tan solo 11 años, Inei había alcanzado el nivel 2 posicionándose en el rango "Kien" convirtiéndose así en un discípulo de segundo grado.

Su fuerza era tanta, que atrajo a muchos jóvenes, ella por supuesto, estaba dentro de ese grupo de admiradores. 

Pero desde aquel incidente hace 3 años, el joven prodigio no volvió a hacer el mismo. El niño perdió el interés en todo tipo de entrenamiento, su fuerza física se redujo en poco tiempo, la admiración y respeto que provocaba fue reemplaza por desprecio y burla.

Mei aparto la mirada de su primo, y puso atención al siguiente candidato a graduarse. 

—Nozen Yeryn, por favor pasa. 

Al escuchar este respetado nombre, la multitud se quedó en silencio al instante. Todas las conversaciones han cesado. El centro de atención ahora era una joven elegante con un vestido rosa, parada cerca de Inei.

Su rostro sereno, joven e impecable parecía sincero y cómodo bajo la mirada, de toda la multitud, su postura tranquila y elegante era comparable a la de un loto en flor. Ya a una edad tan joven, parecía una dama a la cual las diosas de la belleza bendijeron. Era difícil imaginar cómo su belleza asombraría a la ciudad y a todos sus habitantes cuando se convirtiera en adulta. 

Cuando se paro frente a la roca, colocó suavemente su mano en el orbe de esta, la reacción no tardo mucho tiempo en llegar, Yeryn fue envuelta en un brillo dorado.

—Nozen Yeryn! ¡Discípulo (3) Alto, rango 10! ¡Felicidades por tu graduación de adultez—

Inmediatamente la multitud empezó a hablar, a chiflar, a felicitarla, un resultado, tan alto, solo se habría podido esperar de una persona... Si tan solo, no se hubiera desviado del camino. 

—Esperen eso significa que la pequeña Yeryn, se lleva el puesto del joven adulto con más rango!!— 

Esas palabras provocaron otra rección loca en la multitud. Desde su puesto, Nozen Mei, miro a la joven con clara envidia de llevarse toda la atención. 

Con una sonrisa, la joven Yeryn regreso a su puesto dando pequeños saltos de alegría. Cuando llego al lado de Inei, lo abrazo del brazo, provocando que el joven abriera los ojos para mirarla, sin decir una palabra. 

Yeryn hizo un puchero antes de reclamarle al chico —Inei-Li ¿No me felicitas?— Dijo ella fingiendo estar triste. 

Inei no queriendo lastimarla, levanto su mano y acaricio suavemente el cabello de la joven. —Felicidades pequeña, ahora eres mucho mas fuerte que yo— Palabras simples pero cargadas de una gran verdad, a Yeryn no le importo, ese hecho y se pego más a el luciendo mucho más feliz que antes. 

—¿Qué he hecho yo para merecer el cariño de tal prodigio?— Susurro Inei, para ellos dos, desviando su mirada al frente. Yeryn un poco sorprendida por esas palabras lo miro y rápidamente busco la respuesta. 

Yeryn lo miró con una mezcla de ternura y preocupación. Sabía que Inei no era el mismo desde aquel fatídico día hace tres años, pero en el fondo, aún veía destellos del joven prodigio que tanto admiraba y quería. 

—¿Qué has hecho? —repitió en voz baja, mientras una sonrisa juguetona se dibujaba en su rostro—. Bueno, ser adorable conmigo todo este tiempo cuenta, ¿no crees? 

Inei soltó un resoplido, una risa apenas audible, y negó con la cabeza. Pero la calidez en la voz de Yeryn lo golpeó en lo más profundo de su ser, como un pequeño recordatorio de que no estaba completamente solo, por mucho que el resto del mundo lo despreciara. 

Antes de que pudiera responder, una voz estridente interrumpió el momento. 

—¡Qué escena tan conmovedora! —exclamó Nozen Mei, avanzando con paso firme hacia ellos. Su sonrisa era cálida a primera vista, pero en sus ojos había una chispa de sarcasmo que no pasó desapercibida—. Nuestro pequeño Inei, el ex genio del clan, siendo consolado por nuestra brillante Yeryn. 

Yeryn frunció el ceño ante el tono burlón, pero Inei permaneció impasible. Mei cruzó los brazos y continuó: 

—Es una lástima que ya no seas lo que fuiste, primo. ¿Te imaginas dónde estarías ahora si no hubieras perdido el rumbo? Tal vez incluso podrías haber superado a Yeryn hoy. 

Inei levantó la mirada, encontrando los ojos de Mei por un instante antes de volver a desviarla. 

—Me alegra que alguien lleve las expectativas del clan —respondió con voz plana, casi sin emoción. 

Mei parpadeó, confundida por la falta de reacción, pero Yeryn dio un paso al frente, poniéndose entre ambos. 

—¿No tienes algo mejor que hacer, Mei? —preguntó con voz suave pero firme—. Como disfrutar tu "triunfo" en lugar de venir aquí a molestar. 

Mei sonrió con desdén, pero antes de que pudiera responder, una figura imponente se hizo presente en el centro del área. Era el patriarca del clan Nozen, el padre de Inei, cuyo rostro severo hizo que la multitud guardara silencio de inmediato. 

—La ceremonia de adultez ha concluido. —La voz del patriarca resonó con autoridad—. Felicidades a todos los jóvenes que han demostrado su valía. Que este sea el comienzo de una nueva era para nuestros clanes. 

Mientras los aplausos llenaban el aire, el patriarca desvió su mirada hacia Inei, pero su expresión cambio a una preocupada, que solo pocos pudieron leer en sus ojos. 

Cuando la multitud comenzó a dispersarse, Yeryn volvió a tomar la mano de Inei. 

—Vamos, Inei-Li. No dejes que sus palabras te afecten. 

Pero él no respondió. Sus pensamientos estaban lejos, atrapados en un torbellino de autocrítica, expectativas incumplidas y un deseo silencioso de redimirse. 

Al caer la noche, mientras el silencio envolvía la mansión Nozen, Inei se sentó al frente de una tumba de piedra. Las palabras de Mei resonaban en su mente como un eco interminable. 

—Hola mamá— Dijo en voz baja, sintiendo un nudo en su garganta... —Volví a fallar... Cada vez me siento más inútil—