— Desafortunadamente, el lento ritmo de la transformación también hace que sea muy fácil permitir el retorno de los malos hábitos. Si comes un alimento poco saludable hoy, la cintura no va a registrar un cambio muy drástico. Si el día de hoy trabajas hasta tarde e ignoras a tu familia, te va a perdonar. Si aplazas el trabajo de un proyecto para el día siguiente, seguramente encontrarás el tiempo para terminarlo más adelante. Es fácil pasar por alto una pequeña mala decisión.
Sentí un nudo en el estómago al recordar todas las veces que había pospuesto mi práctica de combate, pensando que un día no haría diferencia. Ahora entendía cuán equivocado había estado.
— Sin embargo, cuando repetimos día a día esos errores que representan apenas un 1%, cuando replicamos las malas decisiones y duplicamos los pequeños errores mediante excusas sin importancia, nuestras acciones acaban por producir resultados compuestos que son realmente tóxicos. La acumulación de muchos pasos en falso, un 1% de deterioro aquí y allá, finalmente se convierte en un grave problema.
No más excusas, cada día cuenta, cada práctica importa.
Mamá, notando mis cejas arqueadas, suavizó su tono. — Del mismo modo, un pequeño cambio en tus hábitos cotidianos puede conducir tu vida a un destino completamente distinto. Tomar una decisión que es 1% mejor o 1% peor puede no parecer importante en un momento dado, pero en el transcurso de todos los momentos que conforman una vida, estas decisiones determinan la diferencia entre la persona que eres y la persona que podrías ser. El éxito y el poder es el producto de nuestros hábitos cotidianos, no de transformaciones drásticas que se realizan una vez en la vida.
Sentí una chispa de esperanza encenderse en mi pecho. Tal vez no necesitaba ser un prodigio natural para convertirme en un gran Ascendente. Tal vez solo necesitaba ser constante y mejorar un poco cada día.
Mi padre asintió, apoyando las palabras de mi madre. — Los hábitos son como los átomos de nuestras vidas — añadió con un suspiro—. Cada uno es una unidad fundamental que contribuye a la mejora en general. Al principio estas pequeñas rutinas parecen ser insignificantes, pero pronto se acumulan y se convierten en un combustible que genera ganancias tan importantes que sobrepasan con creces el costo de las inversiones iniciales. Son al mismo tiempo pequeños y poderosos.
— Este es el significado de la frase hábitos atómicos — concluyó mi madre mientras respiraba profundamente—. Una práctica regular o rutina que no es solamente pequeña y fácil de realizar, también es la fuente de un poder increíble. Un componente de un sistema de crecimiento compuesto.
La ilusión cambió nuevamente, mostrando ahora varias figuras, cada una rodeada por un solo color elemental. Mi padre retomó la explicación, su voz mezclándose armoniosamente con la de mi madre.
— Las otras clases de Ascendentes se especializan en un elemento principal. Esto les permite desarrollar una conexión profunda y única con ese elemento específico.
Señaló a una de las figuras, rodeada de un suave resplandor azul. — Por ejemplo, un Sanador podría tener una afinidad natural con el agua, permitiéndole curar y restaurar.
Luego, señaló a otra figura envuelta en un torbellino verde. — Un Asesino podría sintonizar con el viento, ganando velocidad y sigilo. Sin embargo, no deben olvidar que algunos de ellos poseen habilidades únicas que la mayoría de los magos no tienen.
Finalmente, encontré el coraje para hacer la pregunta que había estado rondando mi mente. — Madre, padre, ¿Cómo sabe un Ascendente qué elemento es el más adecuado para él?
Vi cómo mi madre se arrodillaba junto a mí, sus ojos llenos de ternura. Sentí su mano suave en mi hombro, y su toque me reconfortó.
— Es una excelente pregunta, mi pequeño — dijo mientras sonreía con los ojos, parecía bastante feliz—. La afinidad elemental a menudo se revela a través de la práctica y la introspección. Algunos descubren su elemento natural desde muy jóvenes, mientras que otros pueden tardar años en encontrar su verdadera conexión.
Anastasia, que había estado inusualmente silenciosa durante esta parte de la conversación, finalmente habló. Su voz estaba llena de curiosidad.
— Pero, ¿y si un Ascendente que no es mago tiene afinidad con más de un elemento? ¿Es eso posible?
Vi cómo mis padres intercambiaban una mirada antes de que mi madre respondiera cuidadosamente. — Es raro, pero no imposible. Algunos Ascendentes pueden desarrollar afinidades secundarias además de su elemento principal. Pero dominar múltiples elementos requiere una disciplina y un control excepcionales.
Mi padre asintió, su expresión seria. — Es un camino difícil y peligroso. El riesgo de perder el control y convertirse en un Contaminante aumenta con cada elemento adicional que se intenta dominar. Por eso es crucial que primero dominen completamente su elemento principal antes de siquiera considerar explorar otros.
La idea de convertirme en un Contaminante, de perder el control de mi magia y posiblemente dañar a aquellos que amaba, era aterradora.
Mi madre añadió suavemente: — No se preocupen por eso ahora. Concéntrense en descubrir y desarrollar su afinidad principal. El resto vendrá con el tiempo, si está destinado a ser.
Sus palabras hicieron que apretara los labios y mis hombros se cayeran.
—Muy bien. Arceus, ¿puedes decirnos algo sobre los Hechiceros?
Parpadee lentamente mientras mis pupilas se dilataron, concentrándome en recordar todo lo que había aprendido sobre esa clase de Ascendentes. Los Hechiceros siempre me habían fascinado, con su capacidad de combinar energía estelar con energía natural. Respiré hondo y comencé a explicar:
—Los Hechiceros son aquellos que combinan la energía estelar y la energía natural, la energía que se encuentra en la naturaleza y que rodea a todos los seres vivos, otorgándoles un poder superior.
Me detuve un momento, ordenando mis pensamientos. Era importante destacar también las limitaciones de esta clase.
—Sin embargo, sus limitaciones son claramente definidas. Fusionar ambas energías es extremadamente difícil, por lo que muy pero muy pocos lo han conseguido. Esto ocasiona que los hechiceros sean menospreciados y no sean diferentes a cualquier Ascendente de combate.
Adelaide asintió con una sonrisa, —Correcto —confirmó—. Y recuerden, mis pequeños, que el poder de un Ascendente no solo se mide por su nivel, sino también por su grado. Arceus, ¿puedes explicarnos los grados?
—Los grados van desde Normal, pasando por Élite, Señor, Rey, Emperador, hasta llegar a Especial —expliqué con confianza—. Un Ascendente de nivel inferior, pero de grado superior puede ser más fuerte que uno de nivel superior, pero grado inferior.
Vi a mi hermana Anastasia prácticamente saltando en su lugar, ansiosa por participar. No pude evitar reír entre dientes por su comportamiento.
—¡Oh, lo recuerdo! —exclamó—. Un Ascendente de nivel 1 de grado Élite es más fuerte que uno de nivel 2 de grado Normal, ¿verdad, padre?
Atlas sonrió, —Exactamente, Anastasia. Y yendo un paso más allá, un Ascendente de nivel 2 de grado Señor superaría a uno de nivel 3 de grado Élite.
Toda esta información daba vueltas en mi cabeza. Era fascinante, pero también un poco abrumador. Me pregunté cuál sería la mejor estrategia para volverme más fuerte.
—Entonces... ¿Es mejor concentrarse en subir de grado que de nivel? —pregunté, frunciendo el ceño.
Adelaide arqueó las cejas, un poco sorprendida por mi pregunta. —No es tan simple, mi querido Ars. Tanto el nivel como el grado son importantes. Idealmente, un Ascendente busca crecer en ambos aspectos. Sin embargo, es cierto que a veces es más beneficioso consolidar y perfeccionar tu poder actual antes de ascender al siguiente nivel.
Atlas asintió mientras se encogía de hombros, —Piensen en ello cómo construir una casa. El nivel sería el número de pisos, mientras que el grado sería la calidad y la solidez de los materiales utilizados. Una casa de un solo piso construida con los mejores materiales puede ser más fuerte y duradera que una de tres pisos hecha con materiales de baja calidad.
La analogía hizo que todo tuviera sentido de repente. Podía visualizar claramente la diferencia entre nivel y grado en mi mente. Era como si se hubiera encendido una luz en mi cabeza.
Mi padre aplaudió una vez, el sonido resonó en el campo de entrenamiento. — Bien, suficiente teoría por ahora. Es hora de poner en práctica lo que hemos aprendido.