Te lees esos locos relatos de transmigración en novelas de fantasía todo el tiempo: alguna chica triste, solitaria, pobre o sobretrabajada muere trágicamente en un accidente de tráfico, o debido al agotamiento extremo en el trabajo, no hay ningún giro inesperado en ello, realmente es así de banal.

Así que nadie debería sorprenderse tanto si algo similar le sucediera a nuestra heroína también, ¿verdad?

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—La luz del sol amarillo era demasiado brillante para que pudiera abrir sus ojos de golpe —la chica se seguía revolcando lentamente en la cama, tratando desesperadamente de empaparse tanto de los cálidos rayos del sol acariciando suavemente su rostro, como de la suavidad de las frescas sábanas de seda que sentía extrañamente frías pero aún innegablemente placenteras en su cuerpo fatigado.

Esta chica es Rosalía Ashter, una joven de veintiún años hija del Marqués Ian Ashter, o, como ella se conoce mejor, —Wang Meiling, una trabajadora de oficina de veinticinco años que despertó en el cuerpo de una villana menor en una novela para adultos que terminó de leer justo el día antes de su transmigración.

Ya ha pasado una semana desde que se dio cuenta de que había poseído el cuerpo de Rosalía y aún, aún no podía creer que realmente le hubiera sucedido. La circunstancia era trivial, pero la probabilidad de eso era definitivamente inexistente, especialmente porque no tenía absolutamente ninguna idea de si había muerto en su vida anterior, o estaba en coma y estaba condenada a soñar este extraño sueño para siempre o hasta que la dulce liberación de la muerte finalmente la encontrara.

—Pensemos racionalmente—Rosalía tomó asiento detrás de la pequeña mesa de madera con un gran espejo de tocador ornamentado colocado sobre ella y se miró bien. Largos, ondulados, mechones castaños, cayendo hasta pasado su espalda baja, brillando con mechas doradas oscuras cada vez que el sol los tocaba con su ardiente luz; profundos ojos grises con un ligero toque de azul cielo en ellos, enmarcados con una espesa capa de largas, oscuras pestañas; labios rosados, carnosos, sensuales que parecían dos pétalos de rosa silvestre; y una tez porcelana lisa con un ligero tono rosado en sus mejillas —una belleza envidiable, casi irresistible, elogiada por muchos, y desperdiciada en un espíritu roto de un personaje.

Esa era la descripción exacta de Rosalía Ashter, y así era exactamente como la chica, mirando de vuelta a Meiling desde la superficie resplandeciente del espejo, lucía.

Había pasado suficiente tiempo. No tenía sentido negarlo. Ella había transmigrado a una novela para adultos, y ahora era Rosalía Ashter, la trágica, aunque casi irrelevante villana que estaba condenada a morir la muerte más atroz que Meiling pudiera imaginar.

La chica abrió el pequeño cajón de la mesa de madera y sacó una libreta de notas de cuero rojo con el nombre "Rosalía" escrito en ella con hermosas letras cursivas doradas. Cuando Meiling se encontró por primera vez en este mundo, estaba sosteniendo esta misma libreta en sus manos, sin embargo, cuando la abrió, estaba completamente vacía, con solo tres frases escritas en letras increíblemente pequeñas en la parte inferior de la última página —Agotada. Latente. Mi corazón está tan magullado como mi cuerpo".

—Ni siquiera puedo pretender sorprenderme. Rosalía, pobre alma, parece que estabas desesperada por salir de este lugar'.

Deslizó sus delgados y elegantes dedos por las diminutas letras negras y emitió un largo y algo lastimero suspiro. En la novela para adultos titulada Fiebre Cima, Rosalía Ashter era solo un personaje menor que se añadía a la lista de personajes simplemente para ayudar al protagonista masculino, el Duque Damien Dio, con su historia y desarrollo de personaje, a la vez que añadía un poco de drama y tragedia al oscuro contexto general.

La historia en sí no estaba nada mal —Damien Dio era un joven Duque con un pasado trágico que no solo había perdido a sus padres a muy temprana edad, sino que también fue secuestrado y utilizado en un ritual sacrificial por los remanentes del oscuro culto pagano, y aunque el ritual falló y los paganos fueron capturados y asesinados, Damien terminó siendo maldecido con algo que el Templo luego denominó Fiebre Cima.

En la novela, Cima era conocido por ser un atributo del poder demoníaco —se decía que Asmodeo, el poderoso Príncipe Demonio de la Lujuria, era el único poseedor de Cima y lo usaba para seducir a los humanos y engañarlos para vender sus almas a él, alimentándose de sus deseos oscuros o suprimidos e insatisfechos.

Debido al alto estatus social de Damien y la incapacidad del Templo para curarlo, la Fiebre Cima de Damien se mantuvo en secreto del resto de la nobleza, mientras el Alto Sacerdote Alejandro Saro lo trataba secretamente usando su innato Poder Sagrado.

Con esa premisa poco ortodoxa, y también porque era una novela R-rated, la única manera de que Damien aliviara el dolor y sufrimiento de la Fiebre Cima, era tener relaciones íntimas con una mujer que tuviera el flujo de Cima y pudiera ayudarlo a renovar los niveles de Cima en su cuerpo o el flujo de Nadir —un tipo raro de Poder Sagrado que estaba destinado a romper Maldiciones Demoníacas de todo tipo y fuerza.

Sonaba casi demasiado bueno para ser verdad, sin embargo, nadie sabía cómo reconocer ni al poseedor de Cima ni el poder de Nadir, hasta que un día, la hija perdida del Barón Tobias Aelon, Evangelina Aelon, también conocida como la protagonista femenina de la historia, regresó a la Capital y fue reconocida como la poderosa Sacerdotisa capaz de romper la maldición de Damien anulando su Cima.

—Y vivirán felices para siempre, teniendo relaciones sexuales satisfactorias diez veces al día... —Rosalía murmuró esas palabras en voz baja y cerró la libreta bastante bruscamente.

Realmente no le importaba la historia de amor de los personajes principales, era un cliché, inherente al género. Lo que sí le importaba era el destino de Rosalía, cuyo cuerpo ahora estaba poseyendo, porque esa chica no era solo un personaje menor, era alguien que estaba destinada a encontrar un final trágico mientras era severamente abusada tanto física como sexualmente.

Y la peor parte de todo era... Que la persona que había estado torturando a la pobre Rosalía toda su vida no era otro que Rafael Ashter, el único hermano mayor de Rosalía.

—Afortunadamente, sé que Rosalía Ashter ya ha obtenido una ventaja importante que podría ayudarme a escapar de su horrible final. Simplemente... Necesito esperar el momento adecuado para usarla. —La chica miró la palma de su mano derecha que estaba distorsionada por una larga cicatriz rosa bastante gruesa, y puso una sutil, astuta sonrisa—. La Rosalía original estaba demasiado desesperada y arruinó su oportunidad de libertad. La Rosalía actual no tenía el lujo de cometer errores.