Mientras tanto, a Daniel le llevó algo de tiempo darse cuenta de lo que había pasado. Todo había ocurrido tan rápido que incluso él no pudo actuar a tiempo. Pero vio que alguien más sí lo había hecho. Y la forma en que lo hizo, lo desconcertó.
Apostar por uno mismo para proteger a otro requiere tanto de valor como de razón. Y esa persona parecía tener ambos. La forma en que envolvió a Arwen, poniéndose como un escudo demostró su valentía, mientras que el fuego en sus ojos de quemar el mundo por ella, transmitió su fuerte razón.
Sí, había visto esos ojos. Aunque el rostro del hombre permanecía oculto, sus ojos estaban completamente expuestos.
Lo que más sorprendió a Daniel fue la reacción de Arwen ante su presencia. Conociéndola por casi una década, estaba muy seguro de una cosa: ella nunca dejaba que nadie cruzara cierto límite. Y si alguien se atrevía, la incomodidad siempre era evidente en su postura y expresión.
