Arwen estaba sorprendida de lo natural que le había parecido la idea de una fuente de luces completando la apariencia del jardín. Cuando escuchó al mayordomo describirla, la idea salió de su boca como si hubiese sido parte del plan desde el principio.
—No se preocupe, solo estaba sugiriendo. ¿Qué decía usted? —preguntó Arwen, sintiendo que había interrumpido al hombre.
Pero al viejo mayordomo no pareció importarle en lo absoluto. Con una sonrisa amable, dijo:
—Tenía razón. Es la fuente de luces la que suma encanto. Por la mañana, el sol hace que el agua brille, y por la tarde, son las deslumbrantes luces de la fuente lo que la hace impresionante.
Arwen estaba atónita. Había acertado correctamente. ¿Pero cómo lo sabía? Quizás había escuchado hablar del Jardín del Sueño de la Luna antes, aunque no podía recordar ningún detalle específico. ¿Cómo lo había adivinado con tanta precisión?