Arwen parpadeó sorprendida al ver a Aiden colocarse un delantal alrededor de la cintura. —¿Vas a cocinar para mí? ¿Sabes cocinar?
Aiden soltó una risita suave, moviéndose hacia el refrigerador y luego hacia los armarios para reunir los ingredientes. Arwen lo siguió, esperando una respuesta, pero cuando no llegó, suspiró y preguntó de nuevo —Dime, ya estoy muy confundida.
—Te estoy preparando Fettucine Alfredo. ¿Qué más quieres saber? —preguntó, caminando hacia la encimera. Arwen lo siguió de cerca, su mirada se estrechó ligeramente.
—¿Por qué? —preguntó ella, su tono impregnado de curiosidad. Aiden se volvió para mirarla con las cejas levantadas.
—¿Por qué qué?
—¿Por qué Fettucine Alfredo? —Ella estudió su expresión, intentando descifrar algo, pero no encontró nada inusual.
Aiden sonrió con un poco de picardía antes de llevar las verduras lavadas para empezar a picarlas finamente con la precisión necesaria. Arwen observaba, bastante impresionada por su habilidad.