Cisne puede que no supiera mucho sobre gobernar, pero estaba genuinamente preocupada por su esposo. Tenía miedo de que Gale resultara ser como su padre, cruel y sin sentimientos.
Se había encariñado con su bienestar porque él la trataba bien. Sería devastador ver a un hombre tan amable convirtiéndose en un monstruo.
—¿Alguien te ha dicho alguna vez que es frustrante hablar contigo? —Gale bufó—. Eres o demasiado ingenua o simplemente estúpida.
En verdad, Cisne no sabía qué opinaban los demás sobre ella, porque raramente hablaba con alguien. No se le permitía hablar a menos que fuera necesario. Gale fue el primero con quien compartió libremente sus pensamientos, pero quizá no era correcto hablarle así.
Gale es un rey, y ella es solo... Cisne.
Cisne apretó su vestido de noche, pero no dijo nada ya que sentía que había sido reducida a la mera Cisne una vez más, alguien a quien no se le permitía expresar sus pensamientos.