Zuri no sabía cuánto tiempo había estado dormida, pero lo primero que le vino a la mente fue su conversación con Xaden.
No había nada que valiera la pena mencionar. Era justo como ella había esperado. A él no le importaba el rechazo. De todos modos, no estaban destinados a estar juntos.
Sin embargo, él le dijo sin rodeos que si intentaba romper la unión entre ellos, solo la pondría en desventaja.
Las probabilidades estaban en su contra porque perdería su valor. Ya había sido emparejada y marcada. Era una mujer usada y ahora había tenido un aborto espontáneo. Todas esas cosas la pondrían en una mala luz, mientras que Xaden saldría de esto sin un rasguño.
Esas cosas no le afectarían.
—Permanezcamos en esta unión y mi oferta para ti sigue siendo la misma. Puedes hacer lo que quieras siempre y cuando mantengas tu estatus como la luna y no manches nuestro nombre de manada ni arruines la imagen de nuestra manada. Nos ocuparemos de nuestros propios asuntos. Una vez que des a luz a un hijo, podrás vivir donde quieras y hacer lo que quieras.
Zuri hubiera reído si no hubiera estado demasiado cansada. La medicina funcionó muy bien. Casi la derribó y Xaden tomó su silencio como si estuviera de acuerdo con sus términos.
Después de aquella breve conversación, él dejó sola a Zuri.
Pero entonces, si a Zuri le dieran la oportunidad de responderle, incluso si no estuviera tan aturdida como en ese momento, el resultado final de la conversación seguiría siendo el mismo.
No podría escapar de esto.
No importa cuánto lo despreciara o negara la verdad de su declaración, él tenía razón. Ella sería la que estaría en desventaja. Ella sería la que sufriría al final.
Ya estaba sufriendo suficiente ahora, ¿por qué querría más cuando Xaden quedaría indemne?
Si tenía que caer, iba a llevarse a todos con ella. No debería ser la única que sufriera.
—Estás despierta —la voz de Karina la hizo volver a la realidad. Zuri no se había dado cuenta de que su madre estaba dentro de la habitación. Su mente parecía estar ocupada con muchas cosas.
—Aquí, te he traído tu cena —dijo. Se levantó con gracia y tomó una bandeja llena de comida con ella. La colocó en la mesa junto a la cama, mientras se sentaba en el borde de la cama.
Karina estiró la mano para meter una mecha de su pelo detrás de su oreja, pero Zuri apartó su mano.
—No seas terca. Tu terquedad no te llevará a ninguna parte —dijo. Su voz era tan suave, era casi como si tuviera amor maternal por su hija. Probablemente lo tenía, pero lo mostraba de una manera que Zuri no podía entender.
—Déjame en paz.
—Lo haré, después de que hablemos —dijo Karina.
Zuri bufó.
—Todos quieren hablar conmigo, pero nadie me escucha.
—Eso es porque no sabes cómo hablar en su lenguaje.
—¿Qué lenguaje? —Zuri giró la cabeza y miró a su madre—. ¿Manipulación y abuso físico?
—Hemos tenido esta charla muchas veces, pero parece que necesitamos hablar de esto de nuevo —Karina enderezó la espalda. Su expresión se volvió seria. Una expresión que nunca tendría cuando hablaba con su compañero.
Zuri sabía lo que iba a decir; debería ser una luna perfecta, debería obedecer a su alfa, a su compañero, a su hombre, o como quieras llamarlos. Te haría la vida más fácil. Su madre lo había hecho y vivía en paz.
Karina se había resignado al hecho de que Roland tuviera aventuras. Se encontró con cada mujer con la que él había estado a sus espaldas, fingiendo que no sabía nada. Siempre siendo la dulce pequeña compañera de Roland.
Y tenía razón, eso le daba paz.
Sin embargo, el consejo de Karina en este momento era un poco diferente al habitual.
—Eres inteligente, Zuri, siempre fuiste la más inteligente entre tus hermanos —comenzó. Pizcó su barbilla y giró su cabeza para enfrentarla. El odio de su única hija ardía en sus ojos negros—. No hace falta decir que somos el sexo débil porque no tenemos la misma autoridad, poder y fuerza que esos hombres, como esos alfas, pero...
Karina se detuvo, acarició su mejilla. Por un momento, Zuri pudo ver tanto miseria como amor en sus ojos, pero podría estar equivocada.
—Pero, tenemos nuestra propia arma. No necesitamos estar en una lucha física para usarla —Karina retiró su mano, la frialdad volvió a sus ojos—. Si quieres sobrevivir a esta unión, necesitas empezar a usarla. Usa tu cuerpo si al Alfa Xaden le atrae. Usa tu cerebro si eso podría interesarle. Solo entonces serás escuchada. Solo entonces, tu voz y tu opinión importarán.
—Bonito consejo, madre. ¿Es eso lo que has hecho todo este tiempo con padre para que te escuche?
—Sí.
—Entonces, ¿por qué no lo usas para salvarme?
Karina tomó un vaso de agua y se lo entregó a Zuri.
—Porque esta es nuestra vida, hija. Si no aprendiste a bailar al son de la música, no importa cuántas veces te salve, siempre tropezarás. Al final del día, solo tienes que depender de ti misma.
***
Roland entró en el estudio de Xaden. El alfa parecía tan joven, tenía solo veinte años cuando le dieron esta manada para gobernar por su hermano. Eso fue hace seis años, el mismo tiempo en que su hermano ascendió al trono.
Su hermano lo consentía. Podrías decir que el rey tenía un punto débil por su hermanito, pero eso no disuadió a Xaden de hacer lo que estaba planeando.
—Deberías ser más cuidadoso con tu omega. Esta será la última vez que hablemos de esto —Roland se sentó, su rostro carente de cualquier emoción—. Zuri sigue siendo mi hija.