—¿No extrañas a tu padre? ¿Él te habla para nada? —preguntó Ann con vacilación.
Sintió un pinchazo de dolor y un suave gemido, seguido rápidamente por un gruñido de ira.
—Él es peor que tu padre. Constantemente en silencio y nunca responde a mis intentos de conectar con él. Es como si estuviera muerto —refunfuñó—. Si eso es lo que quiere, que así sea. Una mierda de padre para ambas.
La boca de Ann se tensó en una línea severa mientras se concentraba en el camino adelante. Justo entonces su teléfono sonó y la llamada se transfirió al sistema de entretenimiento incorporado en el coche, conectado con la pantalla HUD de diagnóstico a bordo.
Tocó la pantalla para aceptar y respondió a la llamada.
—¿Hola?
—Ann, ¿dónde estás? —la voz preocupada de su mejor amiga sonó fuerte.
Ann se sobresaltó y rápidamente bajó el volumen mientras respondía.
—Estoy conduciendo en este momento, ¿está todo bien?