—Escuché el clic de la cerradura de la puerta principal de la cabaña, y supe que Michael realmente se había ido a Nueva York.
No sabía por qué me sorprendía que hiciera exactamente lo que dijo que necesitaba hacer. Había una pequeña parte de mí que pensaba que al menos se habría quedado hasta que hubiéramos arreglado las cosas.
—Dos peleas en un día. Gran trabajo, Shelby —me dije a mí misma mientras salía del baño.
Nuestra habitación se sentía extremadamente vacía aunque Michael solo había partido unos minutos antes. Inmediatamente me metí en la cama, subiendo las cobijas hasta la barbilla. Después de que finalmente se detuvieron las lágrimas, esperé que llegara el sueño, pero nunca ocurrió.
Simplemente me quedé allí acostada sola en la cama, viendo las aspas del ventilador girar en medio del techo.