Las dos partes estaban atónitas. Noemi fue la primera en reaccionar. Escarneció y dijo con un tono provocativo —¡Eh! ¿No es esta Celia la amante?
La palabra «amante» hizo que todos en la tienda se giraran y dirigieran su mirada hacia Celia. La cara de Celia se sonrojó. Había sido una dama prestigiosa y bien conocida en Ciudad del Sur, pero ahora que Noemi la había dirigido de esa manera, se sintió avergonzada al extremo.
—Parece que tu amante va a hacerte oficial —había un dejo de sarcasmo en la mirada de Noemi—. Hoy en día, una amante que debería mantenerse escondida también se atreve a ponerse orgullosa un vestido formal. La humanidad de verdad ha decaído.
Celia deseaba desesperadamente poder esconderse, pero Noemi no tenía la intención de dejarla escapar —¿Nunca pensaste en el juicio cuando arruinaste la familia de otras personas? Déjame decirte, el precio de ser la amante es tener un hijo con un defecto de nacimiento!
