Parte 2
La luz matutina se filtraba por los ventanales de la villa, proyectando sombras sobre las alfombras.
Melodía revisaba el pergamino que había escrito el día anterior. La tinta dorada brillaba bajo la luz, un detalle innecesario pero característico de su estilo. Frente a ella, una joven sirvienta elfa esperaba instrucciones.
—Asegúrate de que esto llegue a mi padre personalmente —ordenó Melodía, enrollando el pergamino con delicadeza—. No aceptaré excusas.
—Como desee, ama Luminis. —La sirvienta tomó el pergamino con una reverencia antes de retirarse.
Haruto, ajustando su nueva capa por enésima vez, observaba la escena con una sonrisa burlona.
—¿Siempre das órdenes como si estuvieras dirigiendo un ejército?
Melodía alzó una ceja, girándose con elegancia.
—Es mi deber asegurarme de que todo esté en orden. Algo que tú, desalineado, deberías aprender. —Su mirada bajó a la capa de Haruto—. Aunque parece que ni siquiera puedes manejar eso correctamente.
—Estoy intentando no parecer un saco de papas. —Haruto bufó mientras Simo graznaba en su hombro, como si secundara la crítica.
Yuna, organizando su bolso mágico, intervino con una sonrisa tranquila.
—Haruto, no es tan complicado. Mira. —Con movimientos suaves, ajustó la capa sobre sus hombros—. Así está mejor.
—Gracias, Yuna. Al menos alguien aquí no disfruta burlándose de mí. —Lanzó una mirada significativa hacia Melodía.
—No confundas observaciones con burlas. Solo trato de mantener un estándar decente. —Melodía ajustó su propia capa, cuyos bordados dorados brillaban bajo la luz.
—Basta de comentarios irónicos —intervino Yuna, tomando la delantera hacia la puerta—. Es hora de partir. ¿Todos listos?
Melodía asintió mientras Haruto ajustaba su bolso mágico una última vez.
Dejaron atrás la calidez de la villa, sintiendo cómo el aire frío marcaba el inicio del viaje.
Las estructuras de mármol relucían bajo el sol, pero más allá de los muros, el paisaje se tornaba frío y hostil.
Los imponentes guardias los recibieron con miradas críticas.
—Veo que finalmente se preparan para partir —dijo uno, cruzándose de brazos. Su mirada se detuvo en Haruto un segundo más de lo necesario—. Espero que esta vez todo esté en orden.
Melodía avanzó con confianza.
—Todo está en regla, como puedes verificar.
El guardia revisó las placas con detenimiento, deteniéndose un poco más en la de Haruto antes de asentir.
—Todo en orden. Pueden cruzar.
Antes de que pudieran avanzar, una voz familiar los interrumpió.
—Un momento, guardias.
Solis apareció flanqueado por dos asistentes. Los guardias se enderezaron de inmediato mientras la mirada del regente se posaba en las esposas de Nulite en las muñecas de Haruto.
—Estas ya no son necesarias.
El guardia vaciló, pero ante la mirada implacable de Solis, obedeció. Con un clic metálico, las esposas cayeron al suelo, resonando en el frío silencio.
Haruto frotó sus muñecas, aliviado.
—Gracias.
Solis mantuvo su mirada fija en él.
—Así es el procedimiento. —Señaló el horizonte—. Están dejando territorio élfico y entrando en el territorio de los enanos. Fuera de estos muros, ya no serás nuestro problema.
Su tono era frío, dejando claro que la liberación de Haruto no era un acto de buena voluntad, sino una formalidad. Luego dirigió su mirada a Melodía.
—Los detalles ya han sido enviados a tu padre. Estoy seguro de que tomará las medidas adecuadas pronto.
Melodía asintió con solemnidad.
—Gracias, Solis. Eso facilitará las cosas.
El regente inclinó ligeramente la cabeza antes de dar media vuelta.
—Les deseo suerte en su travesía. La necesitarán.
Mientras cruzaban los límites de Stonehollow, dejando la ciudad atrás, Haruto murmuró para sí mismo con una sonrisa cansada.
—Definitivamente le doy cinco estrellas en hospitalidad a los elfos de luz.
El grupo siguió avanzando por el sendero hacia la cordillera Valdurn. El aire helado rozaba sus rostros y la nieve comenzaba a acumularse bajo sus pies.
Ya alejados de la ciudad y con un destello, Kizuna por fin pudo manifestarse.
—¡Libre al fin! —exclamó Kizuna, girando en el aire con dramatismo—. ¡Esas esposas casi me matan del aburrimiento, Kizu!
Yuna, al verla, dejó escapar una leve sonrisa de alivio.
—Kizuna… Es bueno tenerte de vuelta.
Melodía, por su parte, olvidó toda compostura y se inclinó hacia ella con los ojos brillando de emoción.
—¡Eres tan pequeña y adorable! ¡Te extrañé muchísimo! Ven aquí, déjame abrazarte.
Kizuna, en un rápido movimiento, se escondió detrás de Haruto, inflando las mejillas.
—¡Sé lo que intentas, Kizu! He visto cómo tratas a Haruto-Kyun. Ni pienses que voy a dejar que te me acerques tan fácilmente.
Melodía se llevó una mano al pecho, fingiendo dramatismo.
—Ya veo… Esto es lo que llaman rechazo… Qué cruel destino…
Haruto cruzó los brazos con una mezcla de incredulidad y resignación.
—¿Es en serio?
—¡Por supuesto que es en serio, Kizu! —declaró Kizuna, inflando el pecho con orgullo—. Yo valoro mi espacio personal… y mi dignidad.
Luego, la pequeña miró a Melodía con un aire desafiante.
—¡Tendrás que ganarte mi confianza si quieres siquiera intentarlo, Kizu!
Melodía suspiró exageradamente antes de levantarse con lentitud, sacudiendo la nieve de su capa.
—Está bien, pequeña esponjosa. Ganaré tu confianza. —Levantó un dedo dramáticamente hacia el cielo—. ¡Lo juro por mi linaje Luminis! No descansaré hasta que acepte mi abrazo.
Kizuna rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír y Yuna, conteniendo la risa, tomó la palabra.
—De acuerdo, ya basta de juegos. Sigamos antes de que el clima empeore.
Aunque su tono era firme, en su rostro se reflejaba la calidez de ver al grupo más unido.
Ellos retomaron la marcha, dejando atrás el momento cómico mientras la nieve caía con más fuerza, cubriendo rápidamente sus huellas.
El aire se volvía más gélido con cada metro, y el sendero apenas se distinguía bajo el manto blanco.
—Si seguimos por este camino, hay una posada a unos kilómetros. Deberíamos llegar antes del anochecer —dijo Yuna mientras guardaba su mapa en el bolso mágico.
Haruto arqueó una ceja.
—Espera un momento… Pensé que nunca habías salido de Mythara.
—Así es —respondió Yuna con calma—. Pero si voy a ser la líder, tengo que estar preparada. Puede que no tenga experiencia fuera de Mythara, pero soy una centinela y exploradora. Conocer el entorno es parte de mi deber.
Haruto intentó aligerar el ambiente.
—Solo no te esfuerces demasiado.
Hizo una pausa antes de continuar.
—¿Qué más sabes de este lugar?
Yuna se detuvo un instante, observando las montañas que se alzaban frente a ellos. Sus ojos parecían analizar cada rincón del paisaje.
—Debemos tener cuidado. Las bestias que habitan esta zona suelen camuflarse en la nieve —advirtió con voz firme—. No siempre atacan de inmediato. Algunas esperan hasta que estamos lo suficientemente cerca para sorprendernos.
El viento helado aullaba entre los riscos, mientras la nieve seguía cayendo, cubriendo el camino con una blancura engañosa.
Un escalofrío que no tenía nada que ver con el frío recorrió mi espalda. Observé el horizonte blanco y vacío, preguntándome si había ojos ocultos entre la nieve.
—Genial… caminar hacia una emboscada en el frío. Mi actividad favorita.
Melodía que iba al frente, se giró con una sonrisa despreocupada. A pesar de su actitud ligera, un brillo confiado destellaba en sus ojos.
—Si algo aparece, me encargaré de que no sea un problema. No voy a dejar que nada arruine mi día.
No pude evitar devolverle la broma.
—Claro, Melodía. Seguro que las bestias tiemblan ante tu impecable sentido de la moda.
Ella alzó una ceja, su sonrisa burlona ganando intensidad.
—No subestimes lo que una buena capa y un poco de magia pueden lograr, desalineado.
Yuna negó con la cabeza con una sonrisa antes de seguir adelante. Su tranquilidad ayudaba a aliviar la tensión del grupo.
Como un destello una idea iluminó mi mente. Me detuve abruptamente y golpeé mi palma abierta con el puño, como si hubiera recordado algo importante.
—Yuna, acabo de recordar algo.
Me giré hacia ella con emoción en la voz.
—Con todo lo que ha pasado y las esposas de Nulite limitándome, lo olvidé por completo. Pero ahora que puedo usar magia, quiero compartir algo contigo.
Yuna parpadeó, sorprendida, mientras Melodía, unos pasos delante, se cruzaba de brazos, intentando disimular su curiosidad.
Haruto cerró los ojos, concentrándose. Kizuna comenzó a brillar a su lado, su resplandor extendiéndose hacia Yuna y bañándolos a ambos en una luz cálida.
Olivia apareció en forma de panel frente a ellos.
—¡Información! Compartiendo nueva habilidad mediante Enlace Kizuna. Agregando habilidad "Skip" a las habilidades de Yuna.
Por un instante, el vínculo entre Haruto y Yuna se hizo visible, entrelazándolos en hilos de luz pulsante. Kizuna flotó hacia Yuna y apoyó su frente contra la de ella. Un resplandor envolvió a ambas, como si una corriente mágica las conectara.
—Habilidad compartida con éxito. Proceso finalizado.
Melodía observaba, atónita. La nieve caía suavemente a su alrededor, pero el resplandor mágico transformaba el paisaje en un espectáculo irreal.
Yuna, con una expresión desconcertada, rompió el silencio.
—¿Qué fue eso?
Haruto sonrió con calma.
—Es una nueva habilidad que Kizuna y Olivia desarrollaron. Skip te permite usar hechizos sin necesidad de recitarlos.
Kizuna flotó frente a ellos, cruzada de brazos, con un aire de grandeza teatral.
—No necesitan agradecerme, Kizu. Ya sé que soy increíble.
Yuna, aún incrédula, extendió su mano. En un solo pensamiento, invocó su ElvenSword. La hoja apareció con un destello elegante, reflejando la tenue luz del entorno.
—Esto es… realmente increíble. Y muy útil, por cierto.
Probó su balance con facilidad, impresionada.
Haruto, incapaz de resistirse, adoptó una pose exagerada, fingiendo ajustarse unos lentes imaginarios.
—Lo sé. Ahora somos oficialmente más geniales que antes.
Yuna rió suavemente.
Melodía, que había permanecido en silencio, finalmente interrumpió, su tono cargado de frustración.
—¿Por qué siento que esto es algo que nadie me explicó?
Kizuna giró en el aire con una sonrisa de suficiencia.
—Porque no era tu momento, Kizu. Yuna y Haruto comparten un enlace de amistad o enlace Kizuna.
Melodía entrecerró los ojos.
—¿Y por qué solo ella?
—Porque tienes que ganarte el enlace, no es algo que puedas comprar con dinero —respondió Kizuna, inflando el pecho con orgullo.
El mensaje era claro: no sería algo que obtuviera fácilmente.
Algo hizo clic en la mente de Melodía. Kizuna no la evitaba por desprecio, sino porque existía una barrera intencionada. Esa revelación hizo que su frustración se mezclara con una extraña sensación de vacío.
Bufó, cruzándose de brazos.
—¡Hum! Como si me interesara estar enlazada con ese desalineado.
Su tono intentó sonar despectivo, pero había algo más en sus palabras.
Haruto le lanzó una breve mirada, pero decidió no comentar. El grupo reanudó su marcha.
La nieve seguía cayendo, cubriendo el terreno con un manto cada vez más grueso. A pesar del frío, algo en el ambiente había cambiado.
La conexión entre Haruto y Yuna era palpable, un vínculo que parecía brillar incluso en el clima más adverso.
—Allí está la posada —señaló Yuna, divisando una estructura apenas visible en la distancia mientras la noche caía tras la larga caminata.
El alivio comenzó a instalarse en el grupo… hasta que un aullido profundo rompió la tranquilidad del crepúsculo.
Desde los árboles y colinas cercanas, sombras comenzaron a moverse. Ojos brillantes surgieron de la penumbra. Una manada de lobos de nieve, al menos treinta, los rodeó con precisión letal.
La voz de Olivia resonó en la mente de Haruto.
—¡Atención! Múltiples enemigos detectados. Lobos de hielo. Nivel 5. Habilidades principales: Snow Storm y Ice Shoot.
—¡Estamos rodeados! —exclamó Yuna, invocando su espada élfica en un destello.
Haruto invocó sus pistolas, pero su cuerpo aún sentía la debilidad residual de las esposas de Nulite.
—¿Treinta? ¿Esto es una broma? —murmuró.
Los lobos avanzaron lentamente, gruñidos bajos resonaban en el aire helado.
—Son demasiados… —susurró Yuna, ajustando su postura—. Melodía, ¿qué hacemos?
Melodía avanzó con firmeza, su mirada fija en los lobos.
—Apártense. Déjenle esto a una experta.
Extendió la mano.
—¡Materialize!
Un destello dorado iluminó la nieve cuando su varita en forma de batuta apareció.
—Melodía, tal vez deberíamos coordinar… —intentó decir Yuna.
—No necesito coordinación para esto. —La interrumpió con frialdad—. Activar Modo "Rhapsody Symphony".
La nieve a su alrededor brilló con una luz cálida. Con un destello mágico, su atuendo cambió a un majestuoso vestido de directora de orquesta, adornado con detalles dorados. Su batuta se elevó y notas luminosas comenzaron a danzar en el aire, formando partituras vivientes.
Yuna observó con asombro.
—Es la primera vez que veo su Vestimenta Arcana…
—¿Vestimenta Arcana? —preguntó Haruto, sin apartar la vista de Melodía.
—Cuando activas un Modo, la magia se manifiesta en una vestimenta acorde a tu esencia. En su caso, ese vestido de directora de orquesta, potenciando su magia de luz —explicó Yuna.
Los lobos se lanzaron al ataque.
Melodía movió su batuta con la gracia de una directora de orquesta. Las notas flotantes se alinearon en el aire, formando un pentagrama gigantesco que abarcaba todo el campo de batalla.
—Symphony of Light: Final Crescendo.
Su voz resonó como una sinfonía.
Las notas impactaron con precisión divina. Uno a uno, los lobos fueron abatidos antes de poder siquiera acercarse. En cuestión de segundos, la manada desapareció en una estela de luz.
El lugar donde los lobos habían estado momentos antes estaba ahora vacío, cubierto solo por la nieve que caía lentamente.
Yuna desmaterializó su espada, mirando a Melodía con preocupación.
—Eso fue impresionante, pero… ¿estás bien?
Melodía sacudió su vestimenta como si se limpiara el polvo, su expresión impenetrable.
Haruto la observó mientras su Vestimenta Arcana y su batuta se desvanecían.
—Supongo que el trabajo en equipo no es lo tuyo…
Su panel se desplegó, interrumpiendo sus pensamientos.
—Información: No se ha obtenido experiencia por la diferencia de nivel. No se han podido recuperar habilidades de los enemigos.
—Bueno… eso fue eficiente —comentó Haruto, intentando aligerar el ambiente, aunque su mirada hacia Melodía reflejaba inquietud.
Algo estaba mal. Su magia era intensa, pero había algo más. Algo frío y distante en sus movimientos.
Melodía rompió el silencio con un tono cortante.
—No me gusta perder el tiempo, eso es todo. La posada está cerca.
Sin esperar respuesta, avanzó por el sendero nevado.
Yuna intercambió una mirada con Haruto antes de seguirla.
A pesar de que la amenaza había pasado, el aire seguía cargado de tensión.
Mientras caminaba detrás de ella, Yuna la observaba con atención.
Nunca la había visto así. Orgullosa, sí. Elegante, siempre. Pero esta frialdad… esto era nuevo.
"Esto no es solo por los lobos…" pensó.
Sabía que la falta del Enlace Kizuna la había afectado más de lo que estaba dispuesta a admitir. Esa frustración, oculta tras su actitud distante, se reflejaba en cada paso que daba hacia la posada.
El grupo continuó bajo la creciente nevada, dejando que el silencio llenara el espacio entre ellos.