Chereads / Celestaris: Chronicles of Manga, Moon and Kizuna / Chapter 29 - Capítulo 2: Más allá de los límites (Parte 1)

Chapter 29 - Capítulo 2: Más allá de los límites (Parte 1)

Parte 1

Haruto bajó las escaleras, aun sacudiéndose el sueño de encima. La villa estaba tranquila, iluminada por la luz de la mañana que se filtraba a través de las ventanas.

En la sala principal, Melodía escribía en un pergamino con movimientos elegantes. Al oír los pasos de Haruto, levantó la vista y le dedicó una sonrisa ligera.

—Vaya, por fin despiertas. Estaba empezando a pensar que te habías convertido en parte del mobiliario.

—Después de ayer, creo que me lo gané —respondió Haruto, esbozando una sonrisa cansada.

Melodía soltó una risa suave y volvió al pergamino.

—Estoy escribiendo a mi padre. Es importante que sepa lo que está pasando. Aunque, siendo honesta, no creo que le entusiasme saber que viajo con un humano.

Haruto suspiró, su tono teñido de ironía.

—Genial. Más razones para que me odie.

Melodía dejó la pluma y lo miró, apoyando el mentón en una mano.

—No te preocupes. Mi padre es complicado, pero no irracional. Y, admitámoslo, eres interesante.

—¿Eso es un cumplido o una advertencia?

Ella lo ignoró con una sonrisa y se levantó con elegancia.

—La cordillera Valdurn es fría incluso en primavera. Necesitamos ropa y equipo adecuado. No quiero que nos congelemos en las montañas.

—¿Montañas nevadas? Perfecto.

—Deja de quejarte, desalineado —dijo Melodía, recogiendo la carta antes de caminar a otra sala—. Tenemos trabajo que hacer.

Haruto echó un vistazo al escritorio de Melodía, preguntándose si su carta ayudaría o solo complicaría las cosas. "Interesante no siempre es algo bueno," pensó mientras suspiraba.

Unos pasos suaves interrumpieron sus pensamientos. Giró justo a tiempo para ver a Yuna bajando las escaleras, despeinada y frotándose los ojos.

—Buenos días, Haruto.

—Buenos días... Aunque parece que a ti también te cuesta arrancar el día —bromeó, señalando su cabello revuelto.

Yuna lo fulminó con la mirada, sonrojada mientras intentaba arreglarse el cabello.

—No todo el mundo se levanta perfecto, ¿sabes?

Antes de que Haruto pudiera replicar, Melodía reapareció, impecable como siempre.

—¡Ah, ya están despiertos! Perfecto. —Miró a Yuna y frunció el ceño al notar su cabello desordenado—. Aunque alguien necesita ayuda con su peinado.

—¡No empieces, Melodía! —protestó Yuna, frustrada.

Melodía ignoró la queja con un gesto despreocupado.

—Por ahora, pensé que podríamos desayunar en la ciudad. Hay un lugar encantador cerca del mercado que sirve tartas de frutas increíbles.

—¿Tartas de frutas? —Haruto arqueó una ceja—. ¿No podemos empezar con algo más simple como café y pan tostado?

Melodía rodó los ojos.

—Deberías aprender a apreciar las cosas buenas de la vida.

—Está bien, solo espero que no sirvan algo raro como "sopa de pétalos".

Melodía soltó una risa mientras tomaba su capa.

—No te preocupes, desalineado. No queremos que te mueras de hambre antes de llegar a las montañas.

Yuna suspiró, cruzando los brazos.

—¿Desayunar en la ciudad? ¿No sería mejor evitar llamar la atención?

—Por favor, Yuna. No puedes empezar un día de compras sin un buen desayuno. Además, el lugar es tranquilo. —Melodía sonrió con confianza y miró a Haruto—. ¿Verdad?

—Mientras haya comida, no voy a quejarme.

—¡Entonces decidido! Vámonos antes de que cambien de opinión —declaró Melodía con entusiasmo.

El grupo caminó por las calles de Stonehollow, envueltos en capas ligeras para combatir el frío matutino. Aunque era primavera, la brisa que descendía de las montañas atravesaba la ropa con un filo helado.

Las calles, pavimentadas con mármol pulido, reflejaban la luz de las lámparas mágicas suspendidas en postes ornamentados. Las casas de piedra blanca, decoradas con grabados de árboles y figuras celestiales, reflejaban el estilo refinado de los elfos de luz.

—No importa cuántas veces lo vea, esta ciudad es impresionante —comentó Haruto, mirando a su alrededor.

Melodía esbozó una sonrisa orgullosa mientras los guiaba hacia un café acogedor en una esquina tranquila del mercado.

—Tiene su encanto, no puedo negarlo. Aunque en invierno es más bella.

Al entrar al café, el calor y el aroma de las tartas recién horneadas les dieron la bienvenida. Mesas de madera pulida y grandes ventanales llenaban el lugar de una luz cálida y reconfortante.

Sin embargo, el ambiente cambió en cuanto los clientes notaron a Haruto. Un grupo de elfos intercambió miradas antes de levantarse y abandonar el lugar sin decir una palabra.

Haruto los observó marcharse, dejando escapar un suspiro irónico.

—Maravilloso ambiente.

Melodía frunció el ceño, su tono cargado de molestia.

—Hum, ignorantes.

Se acomodaron en una mesa junto a la ventana, desde donde podían observar el mercado. Melodía, que conocía el lugar, tomó la iniciativa.

—Té especial de la casa, tartas de frutas y una selección de pan tostado con mermelada, por favor.

El encargado, un elfo mayor de movimientos pausados, asintió con profesionalismo. Su breve inspección a Haruto no pasó desapercibida, aunque evitó mirarlo directamente.

Poco después, regresó con una bandeja impecablemente organizada, colocando las tazas y platos con precisión.

—Aquí está su orden, señorita.

—Muchas gracias por su atención. —Melodía sacó 10 Yue de Oro, una suma que excedía con creces el costo del pedido, y se la entregó con un gesto refinado—. Un extra por las molestias ocasionadas.

El elfo inclinó la cabeza con cortesía.

—Agradezco su generosidad, señorita. — dijo retirándose con la misma elegancia que lo caracterizaba.

Haruto observó la escena en silencio, esbozando una leve sonrisa antes de tomar su taza de té.

—¿Siempre sabes exactamente qué pedir?

Melodía cortó un trozo de tarta con su gracia habitual y le devolvió la sonrisa.

—Por supuesto. Alguien tiene que mantener el nivel de sofisticación en este grupo.

Yuna, tras un sorbo de té, cambió de tema.

—Después del desayuno debemos ir al gremio de aventureros. Si vamos a viajar juntos, las dos necesitamos registrar nuestras placas de aventureras.

Haruto arqueó una ceja.

—¿También necesitan placas?

—Es obligatorio para cualquier aventurero que quiera tomar misiones o cruzar regiones controladas por gremios —explicó Yuna.

Melodía dejó su taza con suavidad.

—Y después de eso, necesitamos ropa adecuada. La cordillera es fría incluso en los mejores días, y no pienso congelarme por tu culpa, desalineado.

Haruto suspiró, dejándose caer contra el respaldo de la silla.

—¿Otra vez con lo de "desalineado"? ¿No puedes dejarlo por un momento?

—¿Y perderme la diversión? Ni lo sueñes. —Su sonrisa burlona dejó claro que no tenía intención de parar.

Mientras terminaban el desayuno, el bullicio del mercado llenaba el aire, recordándoles que aún tenían mucho por hacer antes de partir.

—Bueno, creo que es hora de seguir —dijo Melodía mientras se levantaba con elegancia, como si siguiera una estricta agenda.

—Claro, no vayamos a perder nuestro apretado horario —respondió Haruto con una sonrisa sarcástica.

Yuna dejó escapar una pequeña risa, siguiéndolos mientras salían del café, enfrentando el aire fresco del mercado con una determinación que parecía cortar el frío matutino.

El bullicio de los comerciantes los envolvía mientras el grupo se acercaba al gremio.

Al entrar, los recibió el murmullo constante de conversaciones y el crujir de pergaminos. Aventureros de diversas razas revisaban mapas o discutían estrategias en tonos firmes.

Ludmila, la recepcionista, estaba en su puesto, archivando documentos mientras intercambiaba palabras rápidas con un comerciante. Al notar al grupo, levantó la vista con una sonrisa profesional.

—Bienvenidos de nuevo. —Sus ojos pasaron brevemente por Haruto antes de centrarse en las elfas—. ¿En qué puedo ayudarlas hoy?

Melodía se adelantó, colocando las manos en las caderas con confianza.

—Venimos a obtener nuestras placas de aventureras.

Ludmila asintió, sacando la tablilla de registro.

—Por favor, coloquen sus manos aquí para completar el registro.

Yuna fue la primera en registrarse. Colocó su mano sobre la tablilla y una luz suave iluminó la sala mientras aparecían sus datos:

Nombre: Yuna Kazeharu

Raza: Elfo de Viento

Nivel: 25

Rango: D

Ludmila anotó la información antes de entregarle su placa.

—Todo en orden. Ahora usted, señorita Luminis —dijo, girándose hacia Melodía.

Ella colocó su mano sobre la tabla. La luz volvió a brillar, mostrando sus datos.

Nombre: Melodía Luminis

Raza: Elfo de Luz

Nivel: 32

Rango: C

Ludmila sonrió levemente.

—Impresionante como siempre, señorita Luminis. —dijo mientras le entregaba su placa.

Melodía asintió con aire triunfante.

—Naturalmente.

Haruto, que había observado en silencio, rodó los ojos.

—¿Siempre tienes que ser tan teatral?

Melodía lo ignoró con una sonrisa antes de volver su atención a Ludmila.

—¿Esto será suficiente para viajar con nuestro compañero?

Ludmila miró a Haruto un instante antes de asentir.

—Sus registros están completos. Sin embargo, les recomiendo ser cautelosas. Fuera de Stonehollow, la situación para los elfos no es la más favorable.

Yuna inclinó ligeramente la cabeza en agradecimiento.

—Lo entendemos. Gracias por su ayuda.

Ludmila les entregó un pergamino sellado.

—Este documento les permitirá pasar por cualquier puesto de control en la región. Cuídenlo bien.

El grupo dejó el gremio, dirigiéndose al mercado para los últimos preparativos.

Haruto miró su placa, notando lo sencilla que era en comparación con las de sus compañeras.

—Rango E... El más bajo del grupo —murmuró, guardándola en su bolsillo.

El mercado de Stonehollow estaba en su apogeo.

Los puestos rebosaban de joyas mágicas que brillaban suavemente, armas traídas de Molgorath y especias exóticas cuyo aroma impregnaba el aire.

Pero el grupo tenía un destino claro, una tienda especializada en ropa de invierno.

El local, aunque modesto, tenía un encanto acogedor. Abrigos, capas y botas estaban meticulosamente dispuestos en los escaparates, mostrando materiales resistentes y de alta calidad. Sobre la entrada, un letrero grabado en letras doradas leía Hilados Élvicos.

—Aquí encontraremos lo que necesitamos —declaró Melodía con confianza, empujando la puerta con elegancia.

Un elfo mayor, con gafas redondas y una túnica modesta, los recibió con una leve inclinación.

—Bienvenidos a Hilados Élvicos. ¿Buscan algo en particular?

—Ropa para la cordillera Valdurn —respondió Melodía, dejando caer unas monedas de oro sobre el mostrador—. Algo funcional, pero con estilo.

Haruto, detrás de ella, suspiró.

—¿No podemos priorizar lo funcional? Digo, mientras no me congele…

Melodía le lanzó una mirada entre exasperada y divertida.

—Desalineado, sobrevivir no significa descuidar la estética.

El comerciante rió suavemente, evidentemente acostumbrado a este tipo de clientes, y comenzó a sacar varias prendas de un estante cercano.

—Aquí tenemos capas de lana reforzada y botas impermeables con suelas antideslizantes. Son las mejores para el clima extremo.

—Perfecto. —Melodía inspeccionó una capa azul oscuro con detalles plateados antes de sostenerla frente a Haruto con una sonrisa burlona—. ¿Qué tal esta? Tal vez hasta te haga parecer presentable.

Haruto tomó la capa, mirándola con escepticismo.

—Está bien, supongo. Pero si esto termina siendo más un desfile de modas que una expedición, me voy.

Mientras tanto, Yuna revisaba guantes y gorros en un rincón de la tienda, evaluando la calidad de los tejidos élficos. Aunque su expresión era tranquila, su mente estaba enfocada en lo que venía.

"Las montañas serán un reto, pero nada insuperable. Hemos enfrentado peores cosas juntos."

Seleccionó unas botas altas forradas con piel y las colocó sobre el mostrador.

—Parecen ideales.

El comerciante asintió.

—Están tratadas con magia de protección térmica. Mantendrán el calor incluso en las temperaturas más extremas.

—Perfectas. —Yuna sonrió levemente, su mirada desviándose hacia Haruto, quien seguía discutiendo con Melodía sobre la capa.

"No importa las diferencias, somos un equipo. Y es mi responsabilidad mantenernos unidos."

Al salir de la tienda, con el sol descendiendo en el horizonte, Haruto cargaba las bolsas con un suspiro resignado.

—¿Cuánto más vas a gastar antes de llegar a Valdurn? Seguro que las montañas no cobran entrada.

Melodía le lanzó una mirada de reojo, una sonrisa burlona jugando en sus labios.

—Ni creas que no te cobraré por todo esto, desalineado.

Haruto se detuvo, incrédulo.

—¿Qué? Pero si tu fuiste la que insistió en gastar de mas.

—Nada en la vida es gratis. —Melodía desvió la mirada hacia adelante, su tono ligero, aunque su sonrisa apenas disimulaba un pensamiento más profundo.

Las luces mágicas de la ciudad comenzaban a encenderse, tiñendo el aire con una calidez engañosa mientras el frío arreciaba.

Haruto ajustó las bolsas con dificultad, sus movimientos torpes por las esposas de Nulite. El roce del metal contra su piel era un recordatorio constante de su condición de extraño bajo vigilancia.

—Genial, me siento como un esclavo con grilletes. Turismo en Stonehollow: cinco estrellas.

La ironía en su voz no ocultaba del todo su incomodidad.

Yuna negó con la cabeza, su mirada firme pero cálida.

—Eres parte del equipo, Haruto. En cuanto podamos, te quitaremos esas cosas.

Haruto levantó la vista, sorprendido por la sinceridad en sus palabras.

—Bueno, si soy parte del equipo, ¿podemos hablar sobre dividir las cargas? Porque esto empieza a parecer más trabajo que compañerismo.

Melodía, caminando unos pasos adelante, se giró con una sonrisa burlona, su capa ondeando ligeramente con el viento.

—Si cargar unas bolsas es demasiado para ti, desalineado, quizás no sobrevivas en las montañas.

—Gracias por tu voto de confianza. Siempre tan motivadora.

—Ya basta. —Yuna avanzó con decisión y tomó varias bolsas de las manos de Haruto, distribuyéndolas entre ellos tres—. Somos un equipo. Ninguno llegará lejos si no trabajamos juntos.

Haruto suspiró, aunque su expresión se suavizó al ver la determinación de Yuna.

—Bien, al menos así parecemos un equipo de verdad.

Mientras avanzaban, el aire frío de la noche se volvía más pesado, cargado con tensiones no dichas. Yuna observó a sus compañeros, percibiendo tanto las diferencias como el lazo que comenzaba a formarse.

"Esto no será fácil, pero mantenernos unidos es lo único que importa."

Las luces cálidas de la villa aparecieron a lo lejos, iluminando el camino de regreso. Aunque agotados, una chispa de camaradería comenzaba a surgir entre ellos.

Cuando se acercaban, el aire pareció volverse más denso, cargado de algo más que frío.

De las sombras surgió Simo, descendiendo desde una de las murallas de la villa, y se posó sobre el hombro de Haruto, moviendo el cabeza inquieto.

—¿Qué pasa, compañero? —murmuró Haruto, acariciando su plumaje. Sacó una galleta dulce de una de las bolsas—. Mira, te traje algo. No podía dejarte sin nada.

Simo graznó suavemente y tomó la galleta con el pico, acomodándose en su lugar habitual. Haruto sonrió levemente al notar cómo su gesto calmaba al cuervo.

Yuna, caminando detrás, levantó la mirada hacia las montañas. Por un instante, su expresión se ensombreció, como si algo en el aire helado le susurrara advertencias.

Sacudió la cabeza para disipar el pensamiento.

—Debemos apresurarnos.

Su tono tranquilo no pasó desapercibido para Melodía, quien levantó una ceja, compartiendo la inquietud sin decir nada.

El grupo aceleró el paso hacia la villa, las luces cálidas guiándolos al refugio. A sus espaldas, el viento helado parecía arrastrar promesas de desafíos inminentes.