Mis ojos de macho no dejan de mirar mi rostro captando cada palabra que digo con una mirada de admiración, su boca está ligeramente abierta revelándome lo inmerso que está. —Pruébalos. Deseo conocer tus pensamientos.
Él vuelve la vista a su plato y decide comenzar con el guiso de pescado, espero firmemente mientras él arranca un trozo de pan, lo sumerge en el guiso fragante e introduce el bocado en su boca. Mi corazón late rápidamente preocupada por su posible respuesta. ¿Y si no le gusta, qué?
—¿T-Te gusta? —pregunto suavemente tragando bruscamente mientras él levanta la cabeza para encontrarse con mis ojos azules esperándolo. Parece desconcertado con lo que ha consumido como si no hubiera probado algo así durante años.
—Sí, mucho. —responde sin titubear mientras yo sonrío radiante hacia él.