—Ven aquí, Tea —ojos azules oceánicos se deslizan para saborear la plenitud de mi carne, la pasión de sus dedos que rozan cariñosamente mi dolorida piel me llena de un ahogo que no se puede describir con palabras.
—Sus palabras parecen resonar más allá de mí, la habitación en la que yacemos es nuestra, junto al océano. Un hogar libre de barreras, carente de ventanas o puertas para traer el reconfortante aroma de las aguas. La salinidad de la misma puedo saborearla en la punta de mi lengua. Suaves cortinas blancas se mecen gentilmente con la brisa de verano que besa nuestros cuerpos. Estamos en el paraíso. Nuestro paraíso.
—Labios tan cremosos como mantequilla derretida abrazan la marca que yace sobre la superficie de mi cuello, su marca. Me mira con amor como si yo fuera su universo, atesorando mi ser. Su voz profunda y firme ofrece esa dulzura única con cada palabra que se escapa de su boca, es tierno pero solo conmigo.
—Fobos —llamo a mi macho, mientras brillo ante mi bendición lunar. Mis brazos se abren amplios para él mientras él sonríe ante mi necesidad de abrazarlo fuertemente a mí.
—Carne desnuda se cierne sobre mí mientras él se acuesta a mi lado para infiltrar el espacio que creé para él. Palmas callosas acarician mi cintura para arrastrarme a su calor, su nariz roza mi mejilla solo para reír con ternura y darle un mordisquito.
—Buenos días —susurro, mis dedos deslizándose hacia arriba por su grueso cabello mientras él murmura enlazando sus orbes disfrutando del sentimiento que le proporciono. Su palma derecha está ansiosa por agarrar mi muñeca y llevarla a su boca para darle un mordisco juguetón a mi dedo. Macho travieso.
—Me río de sus payasadas, no cualquier risa, sino una que hace el amor a mi alma, saturándome de un contentamiento notable y calor. Cada uno de mis dedos besa demostrando su adoración por mí mientras me acomodo perezosamente en su costado lanzando mi pierna alrededor de su cintura.
—Apoyando mi mejilla contra su corazón latiente, sonrío somnolienta mientras intento sintonizar el mío con su ritmo. Quiero que nuestros corazones latan como uno solo. Su nariz se sumerge en mis mechones mientras inhala mi esencia, deleitándose en ella mientras coloco mis labios suavemente sobre su pecho desnudo.
—Lo amo.
—Lo amo.
—Lo amo.
—Indigna —murmura él mientras me encojo y frunzo el ceño con confusión mirándolo, sus palabras no se registran completamente pues eran amortiguadas y débiles.
—¿Qué dijiste? —pregunto levantando mi rostro para encontrarme con el suyo, mirándolo desde debajo de mis pestañas.
—Dije que eres indigna —él responde sonriendo ampliamente depositando un beso calmante en mi frente, una aterradora y perturbadora variación de sus palabras y acciones me atormenta.
—¿Q-Qué quieres decir? ¿Por qué dirías eso? —El mundo a mi alrededor se disuelve en el olvido, la brisa veraniega se manifiesta en una tormenta de nieve cortante que araña mi piel con una crudeza punzante. Soy arrojada a una guarida de oscuridad mientras estoy con él en el centro de un campo abierto mientras sus antes devotos globos se tuercen malévolamente y se cambian a uno de decepción mientras me observa. No, no me mires así.
—Eres indigna, Tea —él da un paso firme hacia mi carne temblorosa mientras mi corazón se quiebra ante esa vil palabra que escupe sin compromiso de su boca maliciosa una y otra vez.
—Detente, Fobos. No digas eso, me quema cuando lo haces —niego con la cabeza en negación, voz sofocada en la miseria mientras mis pasos flaquean intentando escapar de su crueldad.
—Indigna. ¿Cómo voy a llamarte mi hembra cuando ni siquiera puedo soportarte? Eres una debilidad, Tea —rugió sin piedad, caninos afilados descendiendo como si anhelara abrir mi cuello mientras grito en voz alta cubriendo mis oídos que sangran por sus violentas y dolorosas palabras con mis temblorosas palmas.
—¡Detente, Fobos! ¡Detente! —jadeo tortuosamente agarrando mi pecho desgarrado mientras me levanto rápidamente en mi cama, jadeando frenéticamente mi pecho subiendo y bajando mientras miro la pálida pared frente a mí. Mis ojos toman mi entorno con una necesidad temerosa de hacerlo que me impulsa desde dentro.
Las audaces cuatro paredes de mi habitación me reconfortan, reconociendo que lo que presencié no era la verdad sino un sueño vívido por el que viví. Mi carne está manchada con mi sudor mientras aprieto dolorosamente la mandíbula encerrando las emociones que me atan cada noche.
El reloj me revela la hora de mi luto. Tres de la madrugada, un momento ideal para ser despertado y ser empujado al infierno de la soledad.
El silencio es severo, pero lo que es más brutal es que él no está presente para consolarme después del horror. Para abrazarme y amar mis terrores. ¿Por qué la persona que busca tu alma nunca responde? ¿Por qué debe residir en esa quietud interminable que te corta y acechar detrás de imponentes acantilados sabiendo que no puedes escalarlos?
Mientras mis dedos rozan mis mejillas para frotar mi transpiración, la circunstancia se convierte en una aún más desgarradora pues descubro que lo que soportan mis mejillas no es sudor sino mis lágrimas.
Había llorado de nuevo.
Girando hacia mi derecha, tomo el paño que mantengo junto al escritorio de la cama cada noche para despertar, acalorada por las pesadillas se ha vuelto un acontecimiento frecuente. Limpiando mi carne trago el ardor de mi corazón que desea entregar un golpe aún más fuerte al pensamiento que se demora.
Mirando hacia mi izquierda, encuentro dolorosamente vacío como ha estado durante los últimos años. ¿Por qué espero que una noche, cuando la luna llena consuma los oscuros cielos, de alguna manera se acueste a mi lado para tal vez sorprenderme al despertar? ¿Por qué anhelo por él a pesar de la crueldad que me lanzó esa noche en la que desapareció sin pelear? Soy obtusa. Tan increíblemente estúpida porque lo persigo tercamente a pesar de su barbarie.
Me recuesto de nuevo, el peso de mi corazón me aprisiona más pesado que el de mi mente. Tirando de mi manta para permanecer debajo de mi barbilla, me abrazo en un intento de sostener mi alma que llora.
Mi cuerpo tiembla por el frío a pesar de que aún no es invierno. Lágrimas dolorosas fluyen por mis mejillas mientras lloro en silencio mirando a la luna maldiciéndola por la vida que me ha condenado.
Parece estar más frío que nunca esta noche. No deseo despertar mañana porque no deseo sangrar más.
—Tea. ¡Tea! —me estremezco ante el leve ascenso de su voz y lo escruto sentado a la cabeza de la mesa—. ¿Sí, Cronos? —lo busco tímidamente mientras me mira con preocupación.
—He estado llamándote durante un rato ya. ¿En qué piensas? —pregunta.
—Lo siento, estaba perdida en mis pensamientos —suspiro cansadamente jugueteando con mi comida con el tenedor, mi apetito borrado mientras recuerdo claramente la pesadilla de anoche. Me burlo de mí misma, tal vez sería la primera en todo el mundo en poseer una compuesta por su compañero y no por un fantasma.
—¿Por qué no estás comiendo? —pregunta de nuevo masticando su comida, sus ojos agudos e interrogadores mientras penetran en los míos. Trago con firmeza sepultando el nerviosismo que me envuelve ante su inquisición.
—No tengo mucha hambre.
—¿Por qué? Te encanta comer. Además, ¿has estado descansando, Tea? Tus ojos parecen demasiado apagados y tienes bolsas debajo de tus hinchados globos oculares —murmura queriendo arrancar mi verdad de mis labios sellados. Le desagrada cuando escondo cosas de él, lo enfurece.
Pero este es un secreto que llevaré a mi tumba; no deseo informarle sobre Fobos. Quién es él para mí o cómo me considera y por qué se ha negado a reclamarme como suya. Desataría una guerra severa entre los cuatro y no deseo eso. Abrazamos un pasado cálido; no quiero que se manche con malicia y sangre por mi causa.
—Estoy bien, Cronos. Simplemente estás dudando demasiado de mí, sabes que te diría si algo estuviera mal —fingo una sonrisa de contento mientras lo admiro por su infinita consideración hacia mí mientras me obligo a tomar pequeños bocados de mi comida. Ponte tu máscara, Tea. Ningún lobo necesita ser consciente de tu sufrimiento pues es tuyo para enfrentar. Emplea tu fuerza.
—Si tú lo dices —reconoce sorbiendo su café negro pero veo su sospecha que persiste por debajo de la superficie.
—Tea, ¿ya encontraste a tu macho? —Madre me pregunta suavemente sosteniendo el siguiente punto de nuestra conversación sentada frente a mí a la derecha de padre.
—¿Por qué me preguntas lo mismo cada mañana, mamá? Sabes que mi respuesta no será diferente —murmuro en medio del estruendoso bullicio jovial de la manada.
—Nunca sabemos, Tea. Tal vez lo encuentres accidentalmente; la luna lo guiará hacia ti —ella defiende ofreciéndome su simpatía y sonrisa de aliento. Sigue diciendo que lo encontraré abruptamente y románticamente como vemos en las películas o como algunos de los lobos de nuestra manada se conocieron de las apasionadas historias que nos cuentan de su primer encuentro. Sucede.
El mundo real no es como los cuentos de hadas que me alimentaste, madre. Más bien es un bofetón rígido en la cara que te obliga a despertar de tu fantasía.
—Sabemos que tu macho no es de nuestra manada, pero muchos otros de diferentes manadas entran y salen de nuestras tierras todos los días. No alcanzo a comprender cómo no has encontrado a tu macho —Padre resopla manifestando su disgusto ya que desea que encuentre a mi bendición lunar pronto, anhela ser abuelo de muchos cachorros.
Desearía que dejasen de envenenarme sin saberlo con este tema cada mañana. Lo entiendo, ya no tengo dieciocho años. Lo entiendo, mi lobo ahora está vivo y activo dentro de mí y eso en sí mismo debería ser un trampolín hacia mi macho. ¡Pero mi macho no me necesita! Quiero gritarles y llorar sobre el pecho de mi madre pero no puedo.
Mi tormenta es mía y solo mía, me añadiría debilidad si buscase consuelo en otros.
—Esperaba que fuera uno de los machos del Alfa Ares, ambos son bastante notables. Los adoro a ambos por igual —Madre suspira con su decepción mientras padre tose y se atraganta al recordar sus pasadas expectativas de mi potencial compañero.
Cronos ríe con un movimiento de cabeza ante las palabras de madre como si encontrara sus deseos realmente divertidos. —Deimos preferiría saltar de un puente antes que enamorarse y Fobos —contengo la respiración cuando de repente mencionan su nombre.
—Bueno, Fobos es... Fobos. He recopilado infinitas noticias sobre él, su manada y sus lobos y esa es una de las razones por las que decidí no visitarlo, junto con el largo viaje por supuesto. Es diferente ahora; su manada lo ha moldeado en una bestia bárbara. Sabes que siempre ha sido temido por los demás por su singularidad, y ahora las manadas nos temen debido a la estrecha relación que tenemos con él. Tea nunca sobreviviría allí. Y tú, Tea, debes mantener tu distancia de él, ¿entiendes? —Cronos pronuncia lentamente mientras se limpia la boca con su servilleta.
Sus palabras son flechas revestidas de plata que apuntan directamente a mi pecho. Surge una necesidad de asfixiarme, una necesidad de vaciar el escaso contenido de mi estómago. La magnitud de lo que dijo, no puedo manejarla. Es como si estuviera de acuerdo con la verdad de Fobos.
—Disculpen —susurro, mi voz un llanto en el silencio mientras me levanto rápidamente ansiosa por envolver mi angustia mientras la silla chilla ruidosamente contra los azulejos de mármol al empujarla hacia atrás.
—Tea, ¿qué ocurre? —Madre pregunta tiernamente, sus ojos inundados de inquietud ante mis actuaciones mientras subo corriendo hacia la protección que me brinda mi habitación, un pequeño ataque de pánico surgiendo. Mantén tu distancia, dices como si realmente fuera fácil hacerlo, Cronos.
Sellando la puerta detrás de mí me hundo en el suelo retorciéndome hacia los pies de mi cama, sollozando suavemente y golpeando mi pecho con el puño intentando calmar mi miseria. ¿No sobreviviría? Estos términos suyos son tan similares a los que Fobos me infligió aquella fatídica noche. En otras palabras, no merezco ser su hembra porque soy débil y quizá si fuera más fuerte o si fuera una guerrera sería digna. Toda esta sangre de Alfa que corre por mis venas no vale nada.
Abrazando mis rodillas hacia mi pecho lloro silenciosamente mientras suaves hipos sacuden mi carne, lo extraño. Tanto que es gravemente deprimente y deja un desagradable sentido de vulnerabilidad en mí.
Nuestros recuerdos del pasado son como zarzas que se sumergen profundamente en mi cuerpo dejándome inmóvil donde todo lo que puedo hacer es rememorar de él o quizás imaginar cómo podrían ser diferentes las cosas entre nosotros. En un vínculo de compañero amoroso donde mi cama ya no será fría y vacía.
Un leve golpe me libera de mi agonía mientras Cronos asoma en mi cámara, sus orbes ámbar verdosos se suavizan al posarse sobre mí. Toma una respiración profunda y pausada y camina hacia mí cerrando la puerta detrás de él. Se agacha y toma asiento sobre el suelo a mi izquierda en silencio, sus ojos inquebrantables sobre los míos.
—No debería haber dicho eso, lo siento —se disculpa sinceramente mientras se inclina para depositar un beso tierno de consuelo en mi frente.
—Sé lo importante que fue para ti creciendo, no respeté tus sentimientos en la mesa. Perdóname, Tea.
—Está bien. Lo que dijiste era verdad —murmuro, mi voz temblorosa y tímida.
—Si te preocupa no encontrar a tu macho, no estés tan preocupada. Vendrá a ti cuando la luna crea que estás lista para tenerlo. Mírame a mí, soy un Alfa y estoy obligado a reclamar a mi Luna cuanto antes pero no la estoy buscando —afirma secando mis lágrimas con los talones de sus palmas empujando un mechón de cabello suelto detrás de mi oreja.
—¿No la extrañas?
—Sí. Ella es todo lo que anhelo con cada aliento que tomo. Pero es esa soledad la que me quema, temo que podría enamorarme de otra. Una que no sea mi bendición lunar porque eso es lo desesperado que estoy —responde apoyando su mano en mi colchón mirando al techo con un suspiro cansado. Conozco su desolación; la vivo cada día. Su trono debe ser tan gélido y árido como mi cama.
—Entiendo.
—Sé que lo haces. Pero necesito que seas fuerte, Tea. Necesito que te levantes y sonrías hasta el día en que él venga por ti. Y entonces estarás inundada de alegría. Bueno, no solo tú, sino madre, padre y yo. Tu hermano. Seré el más feliz de todos —sonríe mientras inclina su rostro hacia la derecha para saludarme.
—¿Por qué? ¿Solo porque podrías convertirte en tío y madre y padre serían abuelos? —sonrío burlonamente mientras sus ojos se abren ante mis palabras.
—Me has descubierto —se ríe mientras desordena mi cabello mientras yo río ante sus fantasías. Sí, sería maravilloso expandir nuestra familia. Sus orbes graban mi risa mientras me contempla tiernamente—. No quiero verte llorar, Tea. Siempre debes estar feliz porque eres amable, gentil y compasiva como ninguna otra. No te hagas daño.
```
—De acuerdo, no lo haré —declaró dándole un breve asentimiento de mi honestidad.
—Bien. Y ahora, ¿qué tal si tomamos un helado para hacer que esa sonrisa en tu rostro se ensanche más?
—¡Es temprano por la mañana, Cronos! —Me río mirándolo hacia arriba mientras se levanta para caminar tranquilamente hacia la puerta y abrirla.
—No hay un horario asignado para el helado, Theia. Tú lo sabes —Él sonríe con malicia echándome una mirada juguetona al voltear hacia mí.
—Está bien, entonces tomaré algo. Espera, iré contigo —Mientras me levanto para acompañarlo, él se detiene en sus pasos para girar y mirarme con duda.
—¿No tienes sentimientos por Fobos, verdad? Esa no era la razón por la que llorabas, ¿correcto? —El silencio nos consume mientras lo miro, sorprendida por su pregunta directa. Trago con dolor, mi garganta palpita al unísono con mi corazón.
—Sí, no tengo sentimientos por él. No te preocupes —Murmuro con una sonrisa apartando la mirada de sus penetrantes ojos mientras me adelanto a él bajando las escaleras.
Él no indaga más sobre el tema, quizás ha sentido mi creciente tensión hacia el macho de quien habló. ¿Sentimientos? Ni poseo simples sentimientos infantiles por Fobos ni es una infatuación. Tampoco puede ser amor, pues ¿cómo puedes amar a otro si no reconoces su alma? ¿Cómo puedes amar a otro si no lo has escuchado durante años?
¿Cómo puedes amar a alguien si él no te corresponde?
No deseo formar parte de un amor no correspondido, eso es otra carga que mi alma no puede soportar. ¿Cómo debo llevar mi vida de aquí en adelante? ¿Debo ir a otro lugar por un tiempo, al lugar que imaginé anoche? Una pequeña casa junto al océano donde pueda estar contenta conmigo misma, o ¿será esa casa otro lugar de tormento para mí ya que mi compañero no estará allí para calentarla?
Se me hace perturbador permanecer y ser testigo del amor entre compañeros, la manera en que se miran el uno al otro con los ojos brillantes de cariño, las extremidades aseguradas entre sí mientras las hembras llevan a sus cachorros. Si quizás Fobos me hubiera dejado alguna esperanza, de que regresaría a mí o al menos lucharía por mí, tal vez no me sentiría tan perdida en la vida.
Es como si estuviera vagando en un túnel oscurecido sin salida. No puedo discernir mi futuro, sólo mi pasado. Él es el único futuro que conozco. ¿Cómo puedes respirar con la mitad de tu alma? ¿Por qué siento que es más fácil para él hacerlo? ¿No sueña conmigo? ¿No me echa de menos?
Tantas preguntas y el único macho que puede aclararlas se ha disuelto en las sombras, ha renunciado a nuestro pasado y al vínculo que poseemos. Me equivoqué sobre él desde el principio; ¿puedo ser más ingenua?
—Aquí tienes, Theia —Cronos me pasa una pequeña copa de vidrio con dos bolas de helado de vainilla.
—Gracias —Sonrío alegremente mientras tomo algo con mi cuchara y coloco el frío manjar en mi cálida lengua, saboreando cómo se derrite para deslizarse por mi garganta.
—¿Por qué es así? —Él pregunta con clemencia mientras encuentro sus ojos llamativos.
```
—¿Qué?
—¿Por qué no estás sonriendo a pesar de tu cosa favorita en el mundo? ¿Por qué me parece que estás ahogándote y por qué no me cuentas tu verdad? —preguntó.
—Porque es mi lucha, Cronos. Una que debo vencer por mi cuenta —bajo la mirada hacia la encimera de la cocina con una sonrisa desanimada en mi rostro—. No necesitas luchar sola; soy tu hermano, Theia. Déjame ayudarte.
—No puedes.
—Puedo. No hay nada que no pueda hacer por ti.
—Esto es algo en lo que ningún lobo puede ayudarme excepto yo misma, Cronos. Así que por favor. Por favor, déjame en paz —con labios temblorosos y ojos borrosos, lo miro suplicante mientras él me observa dolorosamente.
—Está bien, Theia. Calma tu tormenta y si no puedes, estaré justo ahí contigo —brazos se enroscan alrededor de mi cintura llevándome a su pecho mientras me acomodo en su calidez, su familiar olor curando mi herida.
—Q-Quisiera irme por un tiempo. Estar aquí lo único que puedo recordar es mi sufrimiento.
—Entonces, ¿por qué no te vas a quedar con Deimos por un tiempo? Ha pasado un año desde que lo viste, ¿no es así? ¿Quieres que lo arregle, debo hablar con él? —preguntó.
—No, yo hablaré con él. Ya no somos cachorros; no puedo simplemente presentarme sin más —me río mientras me pongo de puntillas para darle un beso de despedida en la mejilla—. Muy bien, entonces vete ya —sonríe abajo hacia mí guiándome ligeramente hacia la sala de estar mientras me apresuro a llamar al macho.
Marcar su número privado viene con rapidez pues lo había memorizado ya que lo llamaba con frecuencia el año que se fue de aquí para reclamar su trono. Pero a lo largo de los años no lo llamé tan a menudo pues no quería molestarlo. Veo la dificultad que viene con la corona en Cronos y sé que es lo mismo para Deimos también.
Algunos timbres pasan antes de que su voz de tono grave resuene a través del altavoz. —Hola, Theia —está calmado y parece sin emoción como siempre pero sé que realmente no es así; seguro que ahora mismo él está sonriendo. Es consciente de que si recibe una llamada de este número soy yo, pues Cronos tiene el suyo.
—Deimos —saludo llevando el auricular más cerca de mis labios.
—¿Cómo estás? —pregunta cordialmente con el sonido rápido de una pluma sobre el papel.
—Estoy muy bien, ¿y tú?
—Bien. ¿Por qué la llamada? —preguntó.
—Te extrañé —respondió ella sin timidez, pues regularmente lo dice cuando conversan después de un tiempo prolongado—. Es mi verdad; echo de menos nuestra amistad.
—Ya veo.
—¿Qué clase de respuesta es esa? ¿No me extrañaste también? —finge un suspiro sorprendido llevándose la palma a la boca como si encontrara sus palabras increíbles—. Estoy segura de que él sabe que estoy jugando con él.
—He extrañado —admite—. Más bien no tengo tiempo para extrañar a nadie, mi mente está constantemente ocupada.
—Ya veo —imita su tono grave de macho intentando impersonarlo.
—¿Es esa la mejor imitación que puedes hacer de mí? —se ríe amigablemente mientras ella se carcajea felizmente por sus palabras.
—Lo haría mejor, ¿te gustaría escucharla?
—Preferiría que no —ríe aún más fuerte.
—Deimos —susurra su nombre mientras cierra los ojos preparándose para visualizar a quien desea—. Los azules oceánicos aparecen en mi mente y sonrío cálidamente dándole la bienvenida a su presencia.
—¿Hmm?
—Quisiera ir a visitarte.
—Claro, sabes que siempre eres bienvenida aquí. ¿Cuándo? —se pregunta cómo se sentiría si su bendición lunar estuviera diciendo estas palabras en su lugar.
—Eso será una sorpresa —gruñe con exasperación; no le gustan mucho las sorpresas, igual que a su hermano.
—Como quieras, sé que no puedo luchar contigo —se ríe una vez más—. Te extraño, Fobos.
Desearía estar hablando con tu hermano en lugar. ¿Está mal que a veces imagine que eres tú? ¿Está mal que use nuestra amistad de esta manera para aliviar mi dolor?
—Alfa, debes venir ahora. Rosewood ha rescatado a su macho de la mazmorra —Ragon respira con tensión desde el otro lado interrumpiendo nuestra llamada.
—¿Qué? —escucha el aumento de mando en la voz de Deimos y ella misma se siente intimidada y asustada por ella, aunque se pregunta quién es Rosewood—. Ella realmente tiene el coraje para ir en contra de él, ¿no es así?
—¿Qué está pasando? —pregunta, su voz débil y apagada.
—Lo siento, Theia. Debo irme ahora. Sabes que estaré esperando tu llegada.
—De acuerdo, te veré pronto —murmura mientras él termina prontamente la llamada, sus deberes lo llaman.
Suspiro y me hundo en el sofá sintiendo un agotamiento inmediato que drena mi corazón por el pensamiento de Fobos que nunca cesa. Pasar tiempo con Deimos es agradable, pero también desafiante, pues él me ayuda a respirar, pero la similitud de su aspecto con Fobos me ahoga.
—Fobos —digo su nombre en voz alta con mis ojos sin vida adheridos al techo.
—Fobos.
—Fobos.
Macho egoísta y malvado. Mi primer beso, la primera vez que fui sostenida por un macho, la primera vez que sentí la carne de un macho bajo mis temblorosos dedos. Él se llevó todas mis primeras veces y desapareció sin dejar huella dejándome atormentada de manera desgarradora.
~~~
—Hola, mis pequeños lobos —dice el narrador.
Realmente es un capítulo amargo, poco a poco comprenderán su carácter.
—¡Aún quedan dos capítulos más hasta que la bestia venga por ella! Será una montaña rusa emocional de ahí en adelante, lo tengo todo planeado. Manténganse en sintonía, mis pequeños lobos.
No olviden,
—UNIRSE AL GRUPO PRIVADO: https://www.facebook.com/groups/authorlizzyfatima
—ME GUSTA & SEGUIR MI PÁGINA DE FB: https://www.facebook.com/Lizzy-Fatima-110539484538446