Annette tomó su teléfono. Ella miró a Connor y dijo —De todos modos, gracias por traerme mi teléfono. Si no hay nada más, ya te puedes ir.
—Estás herida. Tengo que cuidarte —dijo Connor y no tenía intención de marcharse.
—Me puedo cuidar sola.
—No depende de ti —Connor señaló la bolsa de comestibles en el suelo y preguntó—. ¿Vas a cocinar?
—¿Y qué? ¿No puedo cocinar algo para mí misma? —Annette lo miró con cara de disgusto.
—Estás de mal humor. Parece que quieres empezar una pelea —dijo Connor.
—Estoy descontenta. Entonces, ¿por qué no puedo estar de mal humor? —dijo Annette.
—Puedes —Connor la miró calmadamente y dijo—. Puedes ser tan caprichosa como quieras conmigo. No me lo tomaré en serio ni discutiré contigo.
Annette se sonrojó. ¿Cómo podía decir algo así sin sonrojarse?
Annette recogió la bolsa de comestibles y caminó hacia la cocina.
—No cocines demasiado. Estaba tan enojado hace un momento que casi no tengo hambre. Así que no puedo comer mucho —dijo Connor.