—¡No me atrevería! —La mirada de Mandy se desvió hacia el vientre de Emily—. Solo escuché algunas noticias muy interesantes hoy y pensé que vendría a preguntarte si sabías algo al respecto.
—No quiero saber —dijo Meggie despectivamente, continuando comiendo—. Si quieres comer, entonces cállate y siéntate. Si no, vuelve a tu lugar. A Jesús no le gusta el ruido.
Las palabras de Meggie fueron frías y no mostraron ningún respeto por Mandy, haciéndola sentir muy avergonzada.
Para aliviar la tensión, Bella preguntó:
—Señora, ¿se queda a cenar?
—No, ¡no me quedo! —La voz de Mandy se volvió aguda de enojo—. Mamá, solo vine a decirte que estás equivocada. ¡Esta Emily es una pequeña zorra maquinadora!
—¿Terminaste? ¡Sal de aquí! —Meggie estaba furiosa, golpeando su plato tan fuerte que se hizo añicos cerca de los pies de Mandy, haciendo que ella saltara hacia atrás.
Meggie, todavía enojada, agarró un tenedor y se lo lanzó: