Mientras Emily salía, Logan ya estaba parado al lado del coche, visiblemente impaciente.
Se acercó a él.
—Sr. Morgan.
Logan la vio y no pudo evitar estallar:
—¿Dónde has estado? Todos se han ido, y solo quedas tú. Si hubiera habido un autobús, me habría marchado yo mismo. ¿Sabes cuántas personas se están riendo de mí en secreto?
Logan señaló a unos guardias de seguridad en la entrada.
Ellos estaban perfectamente rectos, sin mirar ni una sola vez.
Emily sonrió internamente. El orgulloso ego de Logan estaba herido de nuevo. Él creía que debería ser admirado, pero estando aquí solo, sentía que su estatus noble estaba manchado.
Emily no discutió, en cambio, se disculpó dócilmente:
—Lo siento.
Logan no quería armar un escándalo en público; todavía tenía que mantener su imagen refinada.
—Sube al coche.
Emily abrió la puerta trasera, lista para entrar, cuando una mano grande la cerró de golpe.
Logan dijo irritado:
—Siéntate en el asiento delantero.
