El banquete había llegado a sus etapas finales, y todo se había asentado. Grace no había hecho nada; simplemente se sentaba en silencio en el público, desempeñando su papel de dama de alta sociedad.
Emily se sentía un poco decepcionada. Pensaba que Grace al menos haría algo. ¿Realmente lo había aceptado así?
Esto no se parecía a ella.
—Olivia, voy al baño.
Olivia asintió. —¿Necesitas que te acompañe?
—No —respondió Emily—. Puedo arreglármelas sola.
Olivia la aconsejó:
—Ten cuidado; hoy hay mucha gente.
—Está bien.
Emily se dirigió hacia el baño.
No había tanta gente como había esperado.
Mientras se lavaba las manos, vio una conocida figura púrpura en el espejo.
Sonrió y se acomodó el cabello detrás del oído. —¿Tienes algo que decirme?
Grace ya había cerrado con llave la puerta del baño detrás de ella y se plantó frente a Emily. —Emily, ¿es realmente necesario esto? La destrucción mutua es el peor resultado.
—¿Qué tienes planeado hacerme? Te escucho.
