Sophia sentía como si estuviera siendo públicamente sentenciada.
Quería huir, pero Emily presionó sus hombros, manteniéndola sentada.
—¿Cómo se siente ser deshonrada? —la voz de Emily susurró en su oído. Su tono era suave y gentil, pero sonaba aterrador—. Solo te estoy dando una probada de tu propia medicina, dejándote experimentar lo que es ser acosada. ¿Cómo se siente?
Sophia sacudió la cabeza desesperadamente, intentando levantarse, pero Emily parecía haber anticipado su movimiento. Emily sostuvo sus hombros firmemente, de pie detrás de ella, y continuó hablando en su oído —Deberías quedarte un poco más. ¿No te molestó cuando te robé el protagonismo la última vez? Esta vez, no estoy compitiendo contigo.
—¡Emily! —Sophia apretó los dientes, sus ojos llenos de veneno— ¿Ya tuviste suficiente? Ya me han humillado suficiente. ¿Estás satisfecha? ¿Qué más quieres?
—No te mereces decir mi nombre.
