Nathan sonrió, como si un peso le hubiera sido levantado de los hombros.
—Sophia, te has vuelto tan dulce.
Sophia avanzó y ayudó a ajustar su corbata, completamente sumisa. —Mi padrastro y madre quizás no estén de acuerdo con mi decisión. Pero está bien. Si tú y Emily deciden seguir juntos, los persuadiré. Les diré que es mi elección separarnos. Ellos me quieren mucho y respetarán mis deseos. No tendrás que lidiar con ninguno de estos problemas. Solo disfruta tu tiempo con Emily. En cuanto a nuestro bebé..., es un Reed, y yo renunciaré a la custodia. Tú lo cuidarás bien, ¿verdad?
Nathan soltó un profundo suspiro. —Sí, mientras sea mi hijo, lo cuidaré bien.