Las cosas empeoraban en el hospital en este momento.
Nathan estaba rodeado por un grupo de personas y fue gracias a los guardias de seguridad que Nathan fue rescatado.
Lleno de ira, Nathan encendió un cigarrillo, frunciendo el ceño mientras daba una calada y exhalaba humo blanco.
Carol lo había estado buscando por un rato y finalmente encontró a Nathan en la sala de fumadores. Estaba frenética, y encontrar a Nathan se sintió como encontrar a un salvador. —Nathan, ¿qué debemos hacer? —dijo Carol con voz temblorosa—. El doctor dijo que Sophia podría no poder mantener al bebé...
Impaciente, Nathan frunció el ceño. —Si no puede mantenerlo, entonces que así sea —respondió con frialdad—. Es incluso mejor si no hay bebé. Dale algo de dinero y que se vaya.
Carol se sentó junto a él, refunfuñando irritadamente. —Solía pensar que Sophia era una mujer culta y refinada, por eso la acepté. Esperaba que diera a luz a un heredero, pero no esperaba que fuera tan inútil, ay...