Era su mano.
Jamás habría imaginado que fuera algo así bajo los guantes.
Desde la punta de sus dedos hasta su muñeca, debajo de su piel había líneas negras en zigzag como tinta, derramándose por todas partes, diminutas y conectadas como telarañas. Al observarlo más de cerca, parecía como si la tinta se estuviera expandiendo lentamente.
—¡No toques! —Su voz la sobresaltó y fue entonces cuando se dio cuenta de que había estado extendiendo tontamente su mano hacia la de él, para tomar su mano en la suya y examinarla.
—Lo siento mucho, Su Majestad. No quise— las palabras salieron de su boca mientras rápidamente cruzaba las manos detrás de ella.
—Está bien. Tiene la capacidad de atraer.
—¿Como magia? —Ella levantó la vista rápidamente hacia él, sus ojos suplicando por respuestas, respuestas explicativas, pero él solo asintió.
—Precisamente —hizo una pausa, antes de añadir, mirando de nuevo su mano—. Justo como magia. Aunque, no estoy seguro de qué tipo de magia sea.