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—Voy a hacer algunas cosas contigo —sus labios rozaron su oreja, sus dientes mordían ligeramente su lóbulo incluyendo el pequeño arete que había olvidado quitarse antes de quedarse dormida.
Ella tarareó, sin pensar con claridad.
—¿Era así como se sentía ser tomada?
—¿Tengo tu permiso...?
—Sí, tienes mi permiso. ¡Tienes todo!
Él rió oscuramente, sus manos se enroscaron alrededor de su garganta con un poco de fuerza, restringiéndola.
Ella jadeó.
—Deberías haber pensado dos veces antes de dar esa respuesta —su voz era mortal.
De la nada, había una venda alrededor de sus ojos.
Lo cual no hacía mucha diferencia, considerando que ya había cerrado los ojos anteriormente.