Punto de vista de Kayla
—Dime, Kayla, dejaste ir a Ámbar, ¿verdad? —Aunque era una pregunta, ya había discernido la actitud de Harrison hacia el asunto por su expresión inalterable.
—Sí, Harrison. —Asentí sin dudarlo y admití—. Llevé a Ámbar al estacionamiento, le di las llaves del coche y le indiqué la ruta para salir de La Manada de la Noche Oscura.
—¿Por qué hiciste eso? —Las manos de Harrison se cerraron en puños rápidamente, como si intentara contener su enfado.
—Esa noche, escuchaste claramente las palabras de Pedro. Me confió a Ámbar, pidiéndome que la protegiera a ella y a su... —¿Proteger? —Alcé la voz, interrumpiendo a Harrison.