Lisa colgó el teléfono, sintiendo cómo el temor se apoderaba de ella mientras se sentaba en silencio, contemplando su siguiente movimiento. Sabía que la ausencia de Joanna era inusual, y tenía que averiguar qué estaba sucediendo.
Frustrada por no poder comunicarse directamente con Joanna, Lisa tamborileaba nerviosamente sus dedos sobre el escritorio mientras buscaba una alternativa. Sabía que contactar a Miguel sería inapropiado, dado su relación profesional como su jefe y su estatus como esposo de Joanna.
Lisa estaba sumida en sus pensamientos cuando escuchó pasos acercándose a su escritorio. Levantó la vista para ver a una joven frente a ella, con una expresión curiosa en su rostro.
—Oye, Lisa —dijo la mujer, con una voz amigable e inquisitiva—. Últimamente te he visto un poco distraída. ¿Todo está bien?
Lisa hizo una pausa por un momento, considerando cuánto compartir. Finalmente, decidió confiar en su colega.