Zhuang Yibin se sorprendió cuando alguien de repente agarró su mano; se dio la vuelta y vio a un hombre sonriendo con una amplia sonrisa.
—¿Quién eres? —frunció el ceño de inmediato Zhuang Yibin.
—Pegarle a una mujer, eso no está nada bien, ¿verdad? —preguntó Hao Jian con una sonrisa en su rostro.
No es de extrañar que la voz le sonara tan familiar, solo reconoció que era Xiao Qiang cuando giró la cabeza.
Xiao Qiang tampoco había esperado encontrarse con Hao Jian aquí. Avergonzada, bajó la cabeza, su rostro rayado de lágrimas; después de todo, esto no era un asunto honorable. Especialmente delante de alguien que conocía, se sentía aún más humillada.
—Niño, te aconsejo que no te metas en asuntos ajenos —habló Zhuang Yibin con una mirada peligrosa en su rostro, detestando a este Cheng Yaojin que había aparecido de la nada.
Pero Hao Jian parecía como si no hubiera escuchado su amenaza, y tranquilamente le preguntó a Xiao Qiang:
—¿Estás bien?
