Chapter 8 - Una Reunión Peculiar

En un lujoso salón iluminado por luces mágicas, el anfitrión, una figura misteriosa envuelta en un manto negro, se dirigió a las brujas reunidas. Su voz profunda y autoritaria resonó, capturando la atención de todas las presentes.

—Bienvenidas, Brujas Nobles. Hoy, en este lugar neutral, he convocado a las Brujas de los linajes más poderosos. Mi propuesta es sencilla: ofrezco un trato inigualable la muerte de Liffel. Traedme su cuerpo, y recibiréis una recompensa digna de vuestra grandeza. Permitidme presentaros unas a otras, aunque dudo que necesitéis introducciones.

Con un gesto, el anfitrión señaló a cada una, destacando su linaje y peculiaridades:

*Lafy, del Linaje del Agua, una joven de 19 años con un cabello azul reluciente como el océano y unos ojos brillantes que reflejaban serenidad. Su presencia evocaba calma, aunque su juventud insinuaba inexperiencia.

*Lety Stonia, del Linaje de la Tierra, una bruja de 20 años con cabello castaño oscuro y puntas grises. Discreta en apariencia y en poder, no destacaba tanto entre las brujas nobles, pero su conexión con la tierra la hacía confiable.

Cenicium, del Linaje de la Muerte, una bruja antigua, de 6247 años, con cabello gris como cenizas y un aura tan maligna como su reputación. Su sola presencia helaba el aire en la sala.

*Dark-Kyam, del Linaje de la Desesperación, una bruja poderosa con poderes mentales, con cabello violeta y con 18 años. Su mirada parecía arder con fanatismo y oscuridad.

*Frafylia, del Linaje de la Vida, una bruja de 47 años con ambiciones que rebasaban su linaje. Deseaba arrebatar el derecho hereditario de Liffel, a quien consideraba indigna.

*Aste, del Linaje Celestial, una figura imponente y radiante. A sus 26 años, su cabello amarillo brillaba como el sol, y su aura divina dominaba la sala con una intensidad inigualable.

El anfitrión hizo una pausa, dejando que las presentes asimilaran sus palabras antes de mencionar con tono grave:

—Por desgracia, las ausentes son significativas. La joven Liffel, heredera del Linaje de la Vida, cuyo destino parece entrelazado con el caos que nos rodea. Y Brallet, del Linaje de la Verdad, de 22 años, cuya desaparición deja un vacío inquietante.

El anfitrión bajó la voz, como si no quisiera revelar demasiado.

—En cuanto al último linaje... temo que mi información es incompleta. Pero su ausencia también se hará notar, como un eco en la oscuridad que se avecina.

El salón quedó en silencio por un momento, las brujas observándose con diferentes grados de interés, desdén o desconfianza.

El anfitrión, desde su posición elevada en el balcón, observó con satisfacción cómo su plan comenzaba a dar frutos. La tensión en el aire era palpable, y cuando Frafylia, visiblemente impaciente, alzó la voz, quedó claro que las palabras suaves del anfitrión ya no iban a contener a las brujas por mucho tiempo.

—Estoy de acuerdo con matar a Liffel —dijo Frafylia con desdén, interrumpiendo bruscamente—. Pero ya basta de discursos vacíos. Todas sabemos que no eres más que un cobarde detrás de una máscara.

El comentario provocó un estallido en la sala. Dark-Kyam, con una devoción casi fanática hacia el anfitrión, respondió de inmediato.

—¡Cállate, estúpida vieja! —espetó, con un tono infantil que contrastaba con la malicia en sus palabras—. ¿Por qué no te retiras de una vez a una cabaña en el campo?

La furia de Frafylia no se hizo esperar. Sus ojos se clavaron en la joven como dagas, y con rabia replicó:

—¿Cómo te atreves, niña mimada? Te arrancaré la lengua y te destrozaré poco a poco.

Sin más advertencias, las dos brujas chocaron en una explosión de energía. Dark-Kyam, ágil y rápida, lanzó un ataque mental pero Frafylia, con su experiencia y poder, respondió con igual intensidad. El salón, tan elegante minutos antes, se convirtió en un campo de batalla.

En medio del caos, Lety Stonia, ansiosa por demostrar su valía y temerosa de quedar al margen, decidió lanzarse contra Frafylia. Sin embargo, la veterana bruja del Linaje de la Vida, que ya le había robado sus poderes tiempo atrás con un objeto mágico, la superó con facilidad. Lety cayó al suelo rápidamente, indefensa, mientras Frafylia soltaba una carcajada de triunfo, su aura de superioridad llenando la sala.

Mientras tanto, Cenicium, con su aura maligna, y Lafy del Linaje del Agua, observaron la pelea en silencio. Aste, brillante y serena, se mantuvo al margen, evaluando cuidadosamente a cada una.

Desde el balcón, el anfitrión dio una lenta y resonante palmada, como si aplaudiera el espectáculo que había orquestado.

El caos se intensificó en el salón cuando las enormes puertas se abrieron de golpe, dejando entrar a cuatro Valkyrias de armadura negra. Las guerreras, conocidas por su destreza y lealtad al Reino de Arcaladia, avanzaron con determinación, sus figuras imponentes resaltando contra la luz de la sala.

El anfitrión, enfurecido, se giró hacia ellas y alzó la voz:

—¿Qué hacen las Valkyrias de armadura negra en mi zona de juegos? ¡Este no es su lugar!

Antes de que pudiera obtener respuesta, un hombre enorme, de casi dos metros, entró con un martillo gigante a la espalda. Sus pasos resonaron en el silencio que se había impuesto en la sala.

—¡SOY CAYSUS Y VENGO A DESTRUIRTE! —tronó, con una voz que dejó helados a los presentes—. ¡He descubierto tu traición al Rey de Arcaladia y tus planes para asesinar a mi aprendiz, Liffel!

Con una explosión de furia, Caysus cargó hacia el anfitrión, acompañado por dos Valkyrias que desenvainaron hachas cubiertas de energía mágica. En un salto poderoso, Caysus alzó su martillo y lo dejó caer en un golpe en picado dirigido al anfitrión.

El anfitrión esquivó el ataque con sorprendente agilidad y, en un movimiento fulminante, desenvainó una espada roja con un aura aterradora. La hoja cortó a una de las Valkyrias por la mitad, bañando el suelo con sangre.

Caysus, furioso, lo encaró:

—No esperaba encontrarte aquí, Mesiol, uno de los tres soldados fieles al héroe.

El anfitrión, ahora revelado como Mesiol, sonrió con malicia:

—Ya no necesito esta máscara ni esta farsa. Ahora que me has descubierto, es hora de acabar contigo.

De repente, un hombre ágil apareció desde la parte superior del balcón y corrió hacia Caysus. Antes de que pudiera reaccionar, le arrancó un ojo con sus dagas. Caysus, rugiendo de dolor, lo golpeó con su martillo en un movimiento lateral que le destrozó el cráneo, dejándolo caer sin vida.

Mesiol observó con frialdad.

—Fue un buen guardia. Qué lástima. —Su tono carecía de compasión—. En este mundo, solo los fuertes sobreviven. Si mueres, simplemente eras débil.

Caysus lo miró con odio.

—Entonces ahora te toca a ti.

Los dos comenzaron a luchar, y Mesiol, con una habilidad impresionante, esquivó cada golpe del martillo y contrarrestó con cortes precisos. En un giro final, le amputó un brazo a Caysus, que cayó de rodillas, jadeando por el dolor.

—Realmente eres tan bueno como dicen los rumores... —dijo Caysus, intentando mantenerse firme—. Quizá muera aquí, pero el Reino de Arcaladia te encontrará.

Mesiol rió con desdén.

—Para cuando lo hagan, la mayoría de este mundo ya estará muerto. Hablas demasiado para alguien que ya perdió.

Caysus levantó la mirada, incrédulo.

—¿Qué quieres decir?

La sonrisa de Mesiol se ensanchó.

—Con la ayuda del héroe que estoy manipulando, y con Liffel y Aste como mis piezas clave, este mundo será destruido. Lo reconstruiré bajo mis propias reglas. Todos ustedes son simples peones... salvo mi adorable Dark-kyam, por supuesto.

Caysus, enfurecido, escupió:

—¡Dudo que Liffel participe en tus planes! Fui su maestro en la guerra. Es una chica noble y de corazón puro.

—Jajaja, hay tantas cosas que ignoras... —respondió Mesiol, acercándose lentamente—. Observa desde donde estés, sea el cielo, el infierno, o la nada. Verás cómo cambia tu preciada aprendiz.

Con una fuerza sobrehumana, Mesiol hundió su espada en la cabeza de Caysus, acabando con su vida de un solo golpe. El cuerpo de Caysus se desplomó, mientras Mesiol observaba con frialdad la escena, su sonrisa llena de confianza absoluta en su victoria.

Mientras tanto, Mesiol, usando el poder oscuro de uno de sus anillos, invocó sombras que tomaron su forma detrás de las Valkyrias restantes. Antes de que pudieran reaccionar, las sombras se materializaron, y Mesiol las eliminó con precisión, cortándoles el cuello en un solo movimiento.

En otra parte de la sala, Aste, que había estado escuchando la conversación mientras las demás estaban distraídas por los combates, desapareció de repente. Fue secuestrada por una entidad invisible, imperceptible incluso para las brujas más poderosas. Lafy, al notar la ausencia de Aste, quedó conmocionada y trató de abrir un portal hacia Liffel para pedir ayuda. Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano, ya que su magia no respondía en ese momento. Mientras tanto, Lety y Cenicium aprovecharon el caos para abandonar el salón sin mirar atrás.

Lafy decidió buscar a Liffel rastreando su aura mientras seguía intentando hacer funcionar su portal. En medio de todo, la batalla entre Frafylia y Dark-Kyam alcanzó un punto crítico, destruyendo buena parte del salón. Exhausta, Frafylia optó por escapar usando su propio portal, desapareciendo antes de que Dark-Kyam pudiera atraparla.

Dark-Kyam se disponía a perseguirla cuando la voz de Mesiol la detuvo.

—Dark-Kyam, tengo una misión para ti —ordenó Mesiol, con su voz fría y autoritaria—. Sigue a Liffel y obsérvala. Encuentra su debilidad.

Dark-Kyam asintió con un leve gesto.

—Como desee, señor Mesiol.

Mientras Dark-Kyam partía en busca de Liffel, Mesiol regresó a la base del héroe, satisfecho con el caos que había provocado.

En la ciudad de Markkus, Liffel relató a Lesky lo ocurrido en el bosque, incluyendo la muerte de Billaf y las extrañas fuerzas que la acechaban. Entendiendo la gravedad de la situación, decidieron separarse momentáneamente para despistar a quien los perseguía. Liffel emprendió su propio camino, mientras un oscuro asesino acechaba en las sombras, esperando el momento oportuno para atacar.