Capítulo 2: La Búsqueda de Aliados
La mañana llegó con un resplandor pálido, iluminando la devastación que había dejado la noche. Last se encontraba de pie en lo que solía ser su hogar, ahora un escombro de recuerdos y sombras. A su alrededor, el eco de los gritos y la batalla aún resonaba en su mente.
—¿Qué haremos ahora? —preguntó Kira, una amiga de la infancia, con su cabello castaño claro ondeando al viento.
Last la miró, sintiendo la urgencia en su voz.
—Debemos encontrar otros portadores. He escuchado que en la ciudad de Aris hay rumores sobre ellos —respondió, recordando las historias que había oído de ancianos sobre guerreros que portaban poderes.
Kael, el amigo noble y valiente, apareció entre los escombros.
—Escuché lo mismo. La secta ha estado atacando aldeas y capturando portadores. Necesitamos unir fuerzas —dijo, su expresión decidida.
Last sintió gratitud al ver a sus amigos a su lado, pero también una sombra de duda. Sin embargo, Destro lo instó a seguir adelante.
—Confía en ellos, Last. Juntos, son más fuertes —susurró Destro, su voz llena de confianza.
El grupo comenzó su travesía hacia Aris, dejando atrás la aldea desolada. La carretera estaba cubierta de sombras, pero el sol comenzaba a elevarse, trayendo consigo un nuevo día.
En el Camino a Aris
El viaje estuvo lleno de desafíos. A medida que avanzaban, se encontraron con aldeas devastadas, cada una marcada por la misma oscuridad que había asediado su hogar. Las historias de terror sobre la secta se multiplicaban.
Una tarde, mientras se refugiaban en un claro del bosque, Kira rompió el silencio.
—Last, ¿cómo te sientes después de lo que hiciste anoche? —preguntó, con preocupación.
Last dudó, sintiendo el peso de sus acciones.
—No lo sé. Siento que tengo un poder inmenso, pero también… miedo. No quiero convertirme en un monstruo —confesó.
Kael intervino, dándole un puñetazo en el hombro con una sonrisa reconfortante.
—Eres un héroe, Last. Has salvado vidas. No dejes que la duda te consuma.
Llegada a Aris
Finalmente, después de días de viaje, llegaron a la ciudad de Aris. Las murallas de piedra se alzaban majestuosamente, pero la atmósfera era tensa. Las calles estaban vacías.
Al entrar, vieron un grupo de guerreros reunidos en la plaza central. El líder, un hombre de cabello plateado y cicatrices visibles, estaba rodeado de otros portadores.
—¿Quiénes son ustedes? —preguntó el líder, con voz profunda.
Last se adelantó, su corazón latiendo con fuerza.
—Soy Last, portador de Destro. Hemos venido a buscar aliados contra la secta que asedia nuestras tierras.
El líder lo miró con atención.
—La secta ha estado atacando aldeas y capturando portadores. Debemos unir fuerzas. Pero no todos aquí confían en un portador de oscuridad.
Last sintió el peso de las miradas. Destro se agitó dentro de él, pero Last sabía que debía demostrar su valor.
—Si quieren ver mi verdadero potencial, lo demostraré en la batalla —declaró Last, con firmeza.
El silencio reinó en la plaza, y finalmente, el líder asintió.
—Te daremos una oportunidad. Pero primero, debes demostrar que puedes controlar ese poder.