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Chapter 5 - Similitud

Mientras el sol comenzaba su descenso en el horizonte, el lago se sumía en un brillo dorado y pacífico. Jin, todavía impactado por la intensidad de la lección que acababa de recibir de Kiera, permanecía en silencio, intentando retener cada palabra y cada sensación. La cercanía de ella y la conexión que había sentido en el agua no se disipaban fácilmente, y se dio cuenta de que su deseo de aprender magia no era solo para sobrevivir en Etrea, sino también para comprender ese lazo invisible que Kiera había mencionado.

 

Kiera se alejó unos pasos y lo observó, con los brazos cruzados, evaluándolo con esa mirada intensa y calmada.

 

—Bien, ya has experimentado la sensación de la energía en tu interior —comenzó, su voz firme—. Ahora vamos a aplicarla. Voy a enseñarte un hechizo básico de viento, pero tendrás que seguir mis instrucciones al pie de la letra.

 

Jin asintió, concentrado. El peso de sus expectativas y la intensidad de su mirada le daban a sus palabras un toque de seriedad que lo hacía sentir como si estuviera a punto de enfrentarse a algo más allá de su entendimiento.

 

—Para manipular el viento, tienes que entender que la magia es una extensión de tu propia voluntad —explicó ella, extendiendo una mano hacia el aire—. Cierra los ojos y siente el aire a tu alrededor, cada cambio en la presión, cada corriente que pasa cerca de ti.

 

Jin cerró los ojos, tratando de sentir lo que ella describía. Aunque el aire estaba en calma, intentó concentrarse en las sutiles vibraciones que Kiera le había enseñado a captar en el lago.

 

—Imagina tu energía, esa llama que visualizaste antes, y permite que fluya hacia afuera, que conecte con el aire, que lo envuelva —le indicó Kiera, con una voz baja y firme.

 

Jin respiró profundamente y visualizó la llama, sintiendo cómo crecía en su pecho y se expandía. La extendió mentalmente hacia afuera, como si estuviera envolviendo el aire en una capa invisible de energía, tal como Kiera había descrito. Al principio, no sintió nada; el aire seguía siendo el mismo, pero no se dio por vencido. Continuó concentrado, sin dejar que las dudas nublaran su mente.

 

—Bien —murmuró Kiera, y Jin pudo oír la aprobación en su tono—. Ahora abre los ojos y extiende tu mano.

 

Jin hizo lo que le pidió, abriendo los ojos lentamente y extendiendo su mano hacia el espacio vacío frente a él. Kiera se acercó y colocó su mano sobre la de él, haciendo que sus dedos sintieran el peso de su toque y el calor que parecía emanar de ella.

 

—Cuando visualices tu energía, imagina que se convierte en viento, que fluye de ti y se mueve en la dirección que elijas. Enfócate en ese pensamiento, en esa imagen, hasta que sientas que el aire responde a tu voluntad.

 

Jin se concentró, sintiendo el peso de la mano de Kiera como un ancla que lo mantenía enfocado. Cerró los ojos de nuevo, y esta vez, imaginó que la llama que había visualizado se transformaba en viento, en una ráfaga de aire que fluía desde su palma hacia el espacio delante de él.

 

De repente, sintió una leve corriente de aire rozando su mano. Abrió los ojos y vio cómo el viento comenzaba a formarse, una ráfaga ligera pero perceptible que se movía en la dirección de su palma. Aunque era apenas un susurro de lo que imaginaba que podía llegar a lograr, era una prueba tangible de su avance.

 

—Bien hecho, Jin —dijo Kiera, con una leve sonrisa—. Has dado el primer paso. Ahora, mantén la concentración y permite que la corriente crezca.

 

Jin respiró hondo y se concentró en aumentar la intensidad de la corriente. Con cada respiración, sentía que la energía de su interior fluía hacia su mano y se transformaba en viento. La brisa ligera se volvió un poco más fuerte, levantando el polvo en el suelo y haciendo que las hojas de los árboles cercanos se sacudieran.

 

Sin embargo, el esfuerzo comenzaba a hacer mella en él, y su concentración flaqueó por un momento. Al instante, la corriente de viento se disipó, y el aire volvió a quedar en calma.

 

Kiera asintió, sin mostrar decepción alguna, como si hubiese esperado que esto sucediera.

 

—No te preocupes. La magia requiere resistencia y práctica. Controlar un hechizo no se trata solo de invocarlo, sino de mantenerlo constante. Eso es algo que solo podrás lograr con el tiempo y la disciplina —le explicó, dándole una palmada ligera en el hombro.

 

Él asintió, comprendiendo que lo que había hecho era solo el principio y que aún le quedaba un largo camino. Pero, a pesar del cansancio, sentía una emoción nueva, una certeza de que había dado un paso adelante, y no podía evitar esbozar una pequeña sonrisa.

 

—Vamos, volvamos al campamento —dijo Kiera, notando su expresión—. Has hecho un buen trabajo por hoy.

 

Mientras caminaban juntos de regreso al campamento, el cielo comenzó a oscurecerse y las primeras estrellas aparecieron en el cielo. La caminata en silencio permitía que Jin procesara todo lo que había aprendido, y aunque estaba agotado, sentía una energía renovada, como si la magia misma hubiera encendido algo en su interior.

 

Al llegar al campamento, Kiera se detuvo y lo miró de reojo.

 

—Descansa bien, Jin. La magia puede ser agotadora, y necesitarás todas tus fuerzas para lo que vendrá después —dijo, con un tono que era a la vez un consejo y una advertencia.

 

Jin asintió, con una mezcla de cansancio y gratitud, y caminó hacia el área donde se encontraba su improvisada cama. Aún podía sentir la conexión de la magia en su cuerpo, como un eco lejano de la energía que había invocado. Se recostó, y mientras sus ojos se cerraban, no podía evitar recordar cada momento del día, cada palabra de Kiera y cada sensación de su primer hechizo.

 

Esa noche, sus sueños estuvieron llenos de corrientes de viento y chispas de luz, como si la magia que había aprendido se quedara con él incluso en el descanso.

Jin abrió los ojos y, al instante, supo que estaba en su habitación. El familiar resplandor de la luz matutina entraba por la ventana, y el sonido de la rutina en la casa lo envolvía. Esta vez no había despertado en Etrea, ni sentía la tensión de estar en aquel mundo extraño y peligroso. En cambio, estaba de vuelta en su propia cama, rodeado por los detalles familiares de su cuarto. Por un momento, se permitió relajarse, dejándose llevar por la tranquilidad de estar en casa.

Miró el reloj y se dio cuenta de que era temprano, mucho más de lo habitual. Por un segundo, pensó en quedarse un rato más en la cama, pero algo en su interior le dijo que se levantara. Sintiendo una energía renovada, se vistió rápidamente y salió de su cuarto, dirigiéndose a la cocina.

Al llegar, encontró a sus padres ya despiertos y ocupados en la preparación del desayuno. Su madre le lanzó una mirada de sorpresa mientras dejaba los platos sobre la mesa.

—¿Ya estás despierto? —comentó, con una mezcla de sorpresa y aprobación—. No pensé que te vería levantado a esta hora.

Jin sonrió, sintiendo que el entrenamiento en Etrea le había dado una especie de ventaja.

—Sí, hoy me adelanté —respondió, intentando sonar casual, aunque en realidad estaba bastante orgulloso de su esfuerzo.

Su padre alzó la vista del periódico y, aunque no dijo nada, le dirigió una mirada aprobatoria. Jin notó una pequeña sonrisa en su rostro, y esa aprobación silenciosa lo motivó aún más. Después de desayunar, salió de casa con una sensación de confianza que no recordaba haber sentido antes.

El camino a la escuela fue tranquilo, y por primera vez en mucho tiempo, se encontró disfrutando del trayecto, observando el entorno a su alrededor y sintiéndose como si tuviera una nueva perspectiva de todo. Al llegar al campus, se dirigió al comedor escolar y se sentó en una mesa junto a la ventana, dejándose llevar por sus pensamientos mientras miraba hacia el exterior.

Estaba pensando en el entrenamiento con Kiera y en los primeros destellos de magia que había logrado controlar cuando una voz familiar lo sacó de sus pensamientos.

—¡Hey, Jin! —dijo Yumi, sentándose frente a él con una sonrisa radiante—. ¿Tú aquí tan temprano? Eso es raro.

Jin se sintió un poco nervioso, pero decidió aprovechar la oportunidad para interactuar con ella y ser más sociable. Le devolvió la sonrisa, tratando de sonar casual.

—Sí, decidí hacer algunos cambios —respondió, con una media sonrisa y un toque de humor en su voz—. ¿Quién sabe? Quizás estoy desarrollando el súper poder de levantarme temprano.

Yumi soltó una risa ligera, y Jin notó cómo sus ojos se iluminaban al escuchar su broma.

—¡Wow, un poder bastante útil! —replicó ella, siguiéndole la corriente—. Aunque creo que aún tendrías que trabajar en la teletransportación, para llegar a tiempo a las clases después de levantarte.

—Es verdad, teletransportarme sería ideal… aunque, siendo sincero, creo que necesitaría una habilidad más práctica. Como, no sé, la de hacer que los profesores olviden los exámenes —añadió, fingiendo una expresión de seriedad antes de soltar una sonrisa.

Ambos se rieron, y Jin sintió que la conversación fluía con una naturalidad que nunca había experimentado antes. Estar con Yumi le hacía olvidar las tensiones de Etrea y sus propias preocupaciones. Se dio cuenta de que realmente disfrutaba de su compañía.

Después de un momento de silencio, Yumi lo miró con curiosidad.

—Oye, Jin… No quiero entrometerme, pero últimamente te noto un poco diferente. Como si algo en ti hubiera cambiado —dijo ella, ladeando la cabeza.

Jin se sorprendió por su observación, pero decidió aprovechar la oportunidad para abrirse un poco, aunque sin revelar demasiado.

—Bueno, supongo que… he estado pensando en hacer algunos cambios en mi vida —respondió, con una mezcla de sinceridad y misterio—. A veces, siento que necesito salir de la rutina y ver las cosas desde otra perspectiva.

Yumi lo miró, asintiendo lentamente.

—Te entiendo —dijo, con una sonrisa suave—. A veces, necesitamos ese cambio para darnos cuenta de lo que realmente queremos.

Jin sintió cómo el calor le subía al rostro, pero intentó mantener la calma. Era una sensación extraña, pero se sentía cómodo hablando con ella, como si las palabras fluyeran sin esfuerzo.

—Tal vez sea eso —dijo, mirando a Yumi con una sonrisa—. O tal vez solo es que estoy probando cosas nuevas… como intentar ser más sociable.

Yumi sonrió ampliamente y asintió, divertida.

—Pues, debo decir que vas muy bien. De hecho, creo que esta es la conversación más larga que hemos tenido —bromeó ella, haciéndolo reír.

—¡Sí, definitivamente estoy rompiendo un récord personal! —respondió él, riéndose junto a ella.

La conversación continuó entre risas y comentarios ligeros, y Jin sintió que, por primera vez, estaba dejando de lado sus miedos y permitiéndose disfrutar del momento.

En medio de la conversación, un ruido fuerte llamó la atención de Jin y Yumi. Un estudiante había tropezado y derramado su bandeja de comida en el suelo, lo que generó risas y comentarios entre los demás. Jin desvió la mirada por un momento, distraído por el alboroto en el comedor.

 

Fue entonces cuando escuchó a Yumi decir, en un tono bajo, algo que le hizo el estómago un nudo.

 

—¿Qué tal te fue en Etrea? —murmuró ella, como si fuera un comentario casual.

 

El corazón de Jin se aceleró de inmediato. Sintió un escalofrío recorrerle la columna y la sangre hervir en sus venas. ¿Había escuchado bien? ¿Cómo podía Yumi saber algo sobre Etrea? Trató de mantener la calma, aunque una mezcla de incredulidad y nerviosismo lo inundaba. Mirándola con una sonrisa forzada, decidió aclarar lo que había oído.

 

—Disculpa, no te escuché bien… ¿qué dijiste? —preguntó, tratando de sonar despreocupado.

 

Yumi lo miró con una sonrisa inocente, como si no entendiera su reacción.

 

—Te pregunté… ¿qué tal va la semana? —respondió ella, sin dejar de sonreír.

 

Jin la observó, tratando de descifrar si había un doble sentido en sus palabras, pero el rostro de Yumi no mostraba nada inusual. Él asintió lentamente, todavía intentando procesar lo que acababa de suceder.

 

—Ah… eso. Todo bien, supongo —respondió, aún confundido, mientras trataba de reanudar la conversación sin parecer extraño.

 

Sin embargo, su mente seguía dándole vueltas al asunto. Había sido claro lo que había escuchado… ¿o acaso su subconsciente le estaba jugando una mala pasada? No podía negar que se sentía cada vez más intrigado.

Jin intentó sacudir la incomodidad de su mente y concentrarse en la conversación con Yumi. Sin embargo, el comentario que había escuchado —o creído escuchar— seguía dando vueltas en su cabeza. Observó su expresión, buscando cualquier indicio de que ella sabía más de lo que dejaba entrever, pero Yumi simplemente le devolvió la mirada con la misma amabilidad de siempre.

 

A medida que la conversación avanzaba, Jin comenzó a notar algo peculiar en la manera en que Yumi lo miraba, la intensidad de su sonrisa, y el ligero destello en sus ojos. Había algo en ella que se sentía familiar, y por un momento, no pudo evitar pensar en Kiera. La postura de Yumi, su manera de hablar y la confianza con la que lo miraba… todo le recordaba a su mentora en Etrea. Era como si esa familiaridad lo desconcertara, haciéndole cuestionar qué tan bien conocía realmente a Yumi.

 

Sacudió la cabeza sutilmente, intentando concentrarse y dejar de lado esa comparación. Pero la sensación persistía, aumentando su incomodidad. Tragó saliva, intentando recuperar la naturalidad de antes, y forzó una sonrisa.

 

—Bueno, esta… semana ha sido… interesante —dijo, torpe, tratando de retomar el hilo de la conversación.

 

Yumi lo miró con una leve sonrisa, aunque parecía notarse que había percibido su incomodidad. Sin embargo, antes de que ella pudiera responder, la campana sonó, anunciando el comienzo de las clases, Jin no pudo evitar soltar un leve suspiro de alivio. La campana había llegado justo a tiempo, como una especie de salvación.

 

—Bueno, parece que es hora de ir a clase —dijo él, poniéndose de pie rápidamente.

 

—Sí, claro —respondió Yumi, mirándolo con una expresión curiosa antes de despedirse—. Nos vemos después, Jin.

 

Él le devolvió la sonrisa, aunque todavía sentía que algo extraño había quedado en el aire. Caminó hacia su clase, intentando dejar atrás la confusión, pero con la mente aún llena de preguntas.

 

 

Después de la extraña conversación con Yumi en la cafetería, Jin caminó hacia su siguiente clase, pero su mente seguía atrapada en el comentario que había escuchado, o que creía haber escuchado. ¿Realmente había dicho "Etrea"? ¿O acaso estaba tan inmerso en los eventos de ese mundo que comenzaba a imaginar cosas? Intentó sacarse esas ideas de la cabeza, pero la familiaridad que sentía con Yumi y esa inexplicable conexión que le recordaba a Kiera no dejaban de inquietarlo.

 

Durante toda la mañana, la pregunta rondó en su mente hasta que finalmente, en un pasillo vacío, se encontró solo y, casi sin pensarlo, decidió hacer algo impulsivo. Miró a su alrededor para asegurarse de que nadie lo viera. Aunque sabía que sonaba absurdo, no podía resistirse a intentarlo.

 

—Es estúpido intentar esto en este mundo —pensó, sintiendo una mezcla de duda y curiosidad—, pero de todas formas lo haré.

 

Cerró los ojos, concentrándose en visualizar la llama en su pecho, igual que Kiera le había enseñado en Etrea. Dejó que la sensación de energía creciera en su mente, extendiéndola hacia su mano con la esperanza de que se transformara en una ligera corriente de viento. Repasó cada paso mentalmente, intentando recrear el proceso lo mejor que podía. Sin embargo, a pesar de su concentración, no sentía nada.

 

Abrió los ojos y miró su mano. El aire a su alrededor permanecía inmutable; ni siquiera una brisa débil se había formado. Intentó de nuevo, esta vez con más empeño, enfocándose aún más en cada detalle de la energía, en cada paso que había seguido en Etrea. Pero nuevamente, el resultado fue el mismo: nada.

 

Frunció el ceño y suspiró, sintiendo una mezcla de frustración y resignación. No importaba cuánto lo intentara; el aire a su alrededor no respondía, y era como si toda conexión con la magia hubiera desaparecido. La diferencia entre su mundo y Etrea se hacía dolorosamente evidente.

 

—Genial… supongo que la magia es exclusiva de Etrea —pensó, sintiendo cómo la sensación de incredulidad se convertía en una especie de realidad indiscutible.

 

Justo en ese momento, escuchó pasos acercándose y rápidamente bajó la mano, tratando de actuar con naturalidad. Un par de estudiantes pasaron junto a él, y uno de ellos le lanzó una mirada curiosa. Jin disimuló, fingiendo estar concentrado en algo en su mochila, hasta que los estudiantes desaparecieron por el pasillo.

 

Con un suspiro de resignación, continuó su camino hacia la siguiente clase, sintiendo la diferencia entre ambos mundos más que nunca.

La tarde pasó lentamente, y cada clase parecía arrastrarse más de lo habitual. A medida que el día avanzaba, Jin no podía dejar de pensar en la diferencia entre su mundo y Etrea. La frustración de no poder usar magia aquí lo hacía sentir atrapado, como si su propio mundo fuera una limitación. No podía entender por qué la energía que había sentido con tanta claridad en Etrea simplemente desaparecía en su entorno habitual.

 

Finalmente, cuando el timbre de la última clase sonó, Jin tomó su mochila y se dirigió directamente a casa. Al llegar, notó que estaba vacía; sus padres todavía no habían vuelto del trabajo, y la casa estaba en completo silencio. Era la oportunidad perfecta para sumergirse en sus investigaciones.

 

Subió rápidamente a su habitación y encendió su computadora. Ingresó al foro de Etrea, aquel lugar oculto en el sitio web del juego que solo los jugadores que conocían los secretos podían encontrar. Las palabras que había leído en sus primeras visitas resonaban en su mente: "Esto no es un simple juego. Has sido marcado."

 

Con determinación, comenzó a revisar los hilos de conversación uno por uno, buscando cualquier información que pudiera ayudarle a entender su conexión con Etrea y la naturaleza de la magia. Había hilos llenos de historias extrañas, teorías de otros jugadores sobre cómo habían experimentado cosas similares a él, o incluso mensajes crípticos que parecían escritos en clave. Algunos usuarios hablaban de haber sentido la magia en su propio mundo, pero esos relatos eran vagos y poco claros, y no ofrecían ninguna explicación real.

 

A medida que pasaban los minutos, Jin se encontró cada vez más inmerso en el foro, leyendo sobre otras experiencias que parecían ir más allá de un simple videojuego. Los comentarios hablaban de visiones, de sueños en los que los jugadores volvían a Etrea y sentían la misma energía que en el juego. Algunos mencionaban encuentros con personajes que parecían tener una presencia real, casi tangible. Uno de los hilos capturó su atención:

 

"Para aquellos que han cruzado la barrera, recuerden que Etrea responde a la voluntad. No intenten llevar su magia al mundo de origen, pues allí no tiene poder. En su propio mundo, las leyes son diferentes. No existen los mismos caminos ni las mismas conexiones."

 

Jin leyó ese mensaje una y otra vez, sintiendo una mezcla de decepción y resignación. La frase "No intenten llevar su magia al mundo de origen" parecía confirmar sus sospechas: la magia solo respondía en Etrea. Se recostó en la silla, sintiendo que sus esfuerzos por intentar cruzar esa barrera habían sido inútiles.

 

Mientras seguía navegando, un mensaje en particular, oculto en un subhilo casi enterrado, captó su atención. Era de un usuario llamado Erevon, quien había escrito:

 

"Cuando vuelves de Etrea, algo de su energía permanece contigo. Tal vez no puedas controlar la magia como allá, pero existen otros modos de conectar. Observa atentamente, porque incluso en nuestro mundo, algunas señales de Etrea pueden aparecer…"

 

Jin frunció el ceño, intrigado. ¿Señales de Etrea en su propio mundo? La idea le parecía extraña, pero a la vez irresistible. Si existía alguna manera de comprender mejor esa conexión, él estaba dispuesto a intentarlo.

 

Siguió leyendo hasta que, sin darse cuenta, el cansancio comenzó a vencerlo. Llevaba horas revisando mensajes, teorías y experiencias en el foro. La luz de la pantalla parecía difuminarse mientras sus párpados se volvían cada vez más pesados. Finalmente, apoyó la cabeza en el escritorio, sus pensamientos entrelazándose con las palabras que había leído y con las imágenes de Etrea que tanto deseaba comprender.

 

Antes de que se diera cuenta, el sueño lo envolvió, y el silencio de su habitación se fundió con el mundo misterioso que tanto buscaba