Chereads / Seth Lennox, el mensajero de la Destrucción / Chapter 17 - Capítulo XVII: Perdido.

Chapter 17 - Capítulo XVII: Perdido.

El chico de cabellos rojizos salió de la habitación, aun con la mano en su cuello, decidido a buscar el origen de tan bella música. La melodía continuaba envolviéndolo, guiándolo con su hechizo ineludible. Sin indicios de que la fuente estuviera dentro del Helgedomen, Seth tomó el camino hacia arriba, ascendiendo las escaleras que conducían a un escondite detrás de un santo de yeso dentro de la iglesia.

Una vez fuera del templo, la música persistía en su encanto, atrayéndolo hacia un destino desconocido. Seth continuó su búsqueda, caminando más allá de los límites del Helgedomen, hasta que se encontró parado en un cementerio. El susurro de las hojas y el ambiente tranquilo del lugar se mezclaban con la melodía, creando una atmósfera peculiar y enigmática.

Seth, sintiéndose cansado, se volvió hacia atrás y quedó perplejo al darse cuenta de que no había nada más que bosque y una carretera desierta. La realidad parecía haberse distorsionado, dejándolo atrapado en un lugar que no tenía conexión aparente con el Helgedomen. Buscó la iglesia, pero en su sitio, solo encontró lápidas y una senda vacía que desafiaba la lógica.

—¿Dónde estoy? ¿Qué demonios sucede? —se preguntó Seth en voz alta, pero la melodía continuaba envolviéndolo, como si las respuestas estuvieran tejidas en sus notas.

Observó su propia figura, sorprendiéndose al encontrarse vestido con ropa limpia. Las preguntas se agolparon en su mente, pero antes de poder procesar la extraña transformación, la música lo atrapó de nuevo. La belleza y misterio del lugar lo mantenían en un estado de asombro y confusión, mientras la melodía seguía marcando el compás de su viaje hacia lo desconocido.

Atrapado en un torbellino de incertidumbre y pánico, Seth se vio obligado a enfrentarse a la desconcertante situación. En un intento desesperado por buscar respuestas, agarró su celular, agradeciendo la fortuna de tenerlo de nuevo en su posesión. Marcó el número de Thomas, esperando encontrar alguna explicación o consuelo en la voz de su mentor. Mientras la llamada se efectuaba, el pelirrojo notó que alguien estaba parado a lo lejos, observándolo sin la menor intención de disimularlo.

La silueta oscura vestía traje y galera, sosteniendo un bastón, y su mirada penetrante se clavaba en Seth. Sintiendo una incomodidad creciente, el joven se volteó, cerrando los ojos como si con eso pudiera hacer desaparecer la inquietante figura.

—Si no lo veo, no está —concluyó Seth en un intento de tranquilizarse. Al abrir los ojos, escuchó la voz de Thomas al otro lado de la llamada, pero solo era el buzón de voz. La presencia sombría continuaba acechándolo, ahora más cerca.

Decidido a ignorarla, Seth volvió a girarse, solo para encontrarse con la figura aún más próxima. La respiración del desconocido rozaba la nuca del pelirrojo, erizando sus vellos y generando una gota de sudor en su frente. Una sensación de escalofrío recorrió su espina dorsal.

—Oh, fingiré no haber visto eso —murmuró Seth, intentando mantener la calma mientras su respiración se aceleraba drásticamente. Se forjó una promesa interna: enfrentaría lo que fuera que estuviera detrás, aunque presentía que no le agradaría.

Con toda la valentía que pudo reunir, Seth se giró lentamente. Sus ojos dorados se abrieron de par en par, evitando voltearse completamente. La tensión en el aire era palpable, y el joven se preparó para lo que sea que le aguardara. Sé que no me va a gustar lo que sea que está detrás, pero si hay algo allí, prometo llorar. Se dijo a sí mismo, enfrentándose a la oscuridad con una mezcla de temor y resolución.

Como lo suponía, no hay nadie, se aseguró Seth, convenciéndose de que su imaginación había jugado una mala pasada. Con cierto alivio, giró nuevamente, pero esta vez se encontró de frente con un hombre sin rostro. El terror se apoderó de él, y su cuerpo se petrificó al presenciar cómo la figura perdía toda forma reconocible en un asombroso destello.

El pelirrojo, abrumado por la sorpresa, terminó en el suelo, acostado y con los ojos bien abiertos. Ante él, el hombre sin rostro lo saludó moviendo sus dedos de manera furtiva, como si ejecutara una danza grotesca.

—Seth Lennox… —murmuró el desconocido con una voz que resonaba de manera extraña en el espacio, mientras su cuerpo se retorcía y doblaba de manera inhumana. El contorno de su figura se contorneaba en movimientos angustiantes, y tomando una pose aterradora, se acercó al mencionado.

Ladeando su cabeza lentamente, haciendo sonar los huesos del cuello, el hombre sin rostro miró fijamente a Seth. El joven, en el suelo, solo podía esperar lo peor, sintiendo la inminencia de su propia muerte. La oscuridad que emanaba de la figura sin rostro parecía envolverlo, dejándolo completamente vulnerable a lo desconocido.

Al caer, Seth logró ver, de reojo, a un niño parado a la altura de su cabeza. Intrigado, giró rápidamente para encararlo, pero al hacerlo, palideció de horror. No podía procesar lo que estaba presenciando. ¿Por qué estoy parado, mirándome? Se preguntó al darse cuenta de que el niño frente a él era idéntico a sí mismo. Un escalofrío recorrió su espina dorsal mientras contemplaba la réplica más joven de su propio rostro.

Creyendo estar sumido en una alucinación, Seth quiso cerrar fuertemente los ojos, esperando despertar de lo que parecía ser una pesadilla. Sin embargo, solo logró retroceder instintivamente del chico que se mantenía inmutable, una copia exacta de él mismo. La situación se volvía más surrealista con cada segundo, y el pelirrojo se asustó al verse levantar la mano, sintiendo una extraña conexión entre su propio cuerpo y el del niño.

Seth empezó a sudar frío cuando escuchó la voz del niño que, lejos de ser angelical, resonaba con un tono perturbador. No era la calidad de la voz lo que lo inquietaba, sino la letra misma de la canción que el niño le cantaba. Casi como si anunciara su propia muerte, las palabras resonaban en el aire de manera inquietante, tejiendo una narrativa macabra que parecía anticipar un destino oscuro.

La confusión y el miedo se entrelazaban en la mente de Seth, quien se encontraba atrapado en un extraño y aterrador juego de espejos. La presencia del niño idéntico a él, la inquietante melodía y la sensación de que algo siniestro se cernía sobre él, dejaron al pelirrojo sumido en una angustia que desafiaba toda lógica y explicación.