A medida que pasaban los días, Gadriel se sumergió en su propia pesquisa silenciosa, buscando entender lo que estaba sucediendo. Aunque Nyvenia no había compartido los detalles de las cartas, él intuía que algo tangible estaba trastornándola, y que, de alguna forma, eso también afectaba a la casa. Pequeños detalles, casi imperceptibles, comenzaban a acumularse: el sonido de puertas cerrándose solas, susurros a media noche, una sensación de que estaban siendo observados.
Finalmente, una noche, Gadriel encontró una de las cartas que Nyvenia había guardado en su escritorio. Al abrirla y leer la inquietante frase, sintió un escalofrío recorriéndole la columna. La letra era desconocida, y las palabras parecían hablar directamente a sus propios temores. Consciente de que este juego podría estar hiriéndolos de una forma profunda y permanente, Gadriel decidió enfrentarse a Nyvenia.
—¿Cuánto tiempo llevas recibiendo estas cartas? —preguntó, mostrando la nota en sus manos.
Nyvenia se quedó en silencio, sus ojos fijos en la carta que ahora había perdido su secreto. Al verse descubierta, algo en ella cedió.
—Desde hace semanas. No sé quién las envía, pero cada vez me siento más atrapada... como si alguien o algo intentara arrancarme el alma, Gadriel. Estoy tan cansada de este silencio —dijo, en un susurro quebrado.
Los dos se miraron, intentando encontrar refugio en el dolor del otro, pero lo único que hallaron fue un abismo creciente entre ellos. La presencia del "Arquitecto" era aún invisible, pero sus huellas comenzaban a sentirse en cada rincón de la casa, en cada rincón de sus mentes.
Con el tiempo, la relación entre ellos alcanzó un punto de quiebre. La tensión acumulada, el peso del dolor y el misterio de las cartas crearon una distancia irreversible. Gadriel intentaba acercarse a Nyvenia, pero ella, rota por las constantes heridas de recuerdos y fantasmas, se hundía más en su propio vacío. Finalmente, una última carta llegó a sus manos, marcando el fin del juego:
"Aquello que intentaste dejar atrás es aquello que te consumirá hasta el final."
La carta, leída en silencio por ambos, resonó en sus mentes como una sentencia final. Gadriel supo, en ese instante, que su relación había sido manipulada por fuerzas invisibles, que alguien había tejido los hilos de sus vidas, alejándolos, desgarrando lo que alguna vez compartieron. Nyvenia, sintiéndose derrotada, decidió partir, dejando atrás la casa y los fantasmas que la atormentaban. Gadriel observó su partida, con un vacío que se asentaba en su pecho, sabiendo que ese final no era más que el inicio de una serie de sombras que seguirían extendiéndose.
Así, mientras Nyvenia caminaba hacia la libertad, un par de ojos invisibles observaban, satisfechos, sabiendo que el siguiente paso del "Arquitecto" estaba en marcha.