[En una torre feudal abandonada de cinco plantas, en lo más alto, está un hombre y una mujer contemplando el horizonte.
Una cascada cae desde ahí hasta un lago que se encuentra al pie de la torre.
El hombre tiene agarrado de la mano a un niño pequeño. La mujer por su parte tiene a un bebé en sus brazos.]
Mujer: La vista es muy hermosa…
Hombre: Ciertamente lo es..
Mujer: ¿Crees que nuestros hijos vengan aquí cuando sean mayores?.
Hombre: Por supuesto, estoy seguro que tendrán un gran aprecio por esta torre tal como nosotros.
Además, es una corazonada pero… siento que en este lugar… sus destinos se definirán.
No habrá dudas o arrepentimiento… solo dos hombres siguiendo el camino del destino…
[Los años siguieron transcurriendo.. ambos hijos iban creciendo poco a poco.
El padre llegaba al atardecer y cenaban todos juntos. Realmente eran una familia unida.
Sin embargo… no faltó mucho para que vientos de desgracia azotarán a la familia.
¡Invasión!, ¡la prefectura de Nagasaki estaba siendo invadida por samuráis de la prefectura de Saga!.
Los guerreros de Nagasaki salieron a defender su tierra natal, pero era una matanza por igual.
Tanto el hombre como la mujer intentaban huir del pueblo para salvaguardar las vidas de sus hijos.
Encontraron un caballo perdido entre tanto caos y destrucción. Sin pensarlo, decidieron usarlo para escapar.
Sin embargo, al correr hacia él, una flecha proveniente del cielo impacta a la mujer en la espalda.
Ella cae al suelo protegiendo a su hijo.]
Hombre: ¡¡NOOOOOO!!.
[El corre y la sujeta en brazos. El hijo más mayorcito está en shock al ver a su madre en el suelo.
Ella le entrega el bebé al hombre.]
Mujer: Váyanse….
Hombre: ¡No puedo dejarte!, ¡no puedo hacerlo sin ti!, ¡tu eres mi mundo!.
Mujer: Tienes que seguir… por ellos…
Hombre: No creo que pueda…
Mujer: Hazlo… solo hazlo… ellos tienen que vivir… para que puedan cumplir con sus destinos…
[La mujer cierra los ojos completamente muriendo en el acto.
Después de unos segundos, lleno de lágrimas, el hombre presiona con fuerza sus dientes y corre hacia el caballo.
Se monta en él junto con sus dos hijos y cabalga hacia el norte sin voltear atrás.
La vida de esa ahora incompleta familia había cambiado para siempre.
Faltaba un pilar fundamental… y esto lo comprendían todos perfectamente.
Todos los días a partir de ese momento, eran amargos y aburridos. Lejos habían quedado esos momentos de felicidad pura.
El hombre se mudó a una nueva casa en otra prefectura donde se escondió junto con sus hijos.
Nunca los dejó ir afuera ya que ellos no pertenecían ahí. Si los soldados los descubrían, serían ejecutados sin pensarlo.
Los años siguieron transcurriendo, los chicos siguieron creciendo hasta un punto donde el mayor tenía 15 años y el menor 11.
Después de pasar toda su vida encerrados, decidieron escaparse de casa e ir a explorar el pueblo en el que vivían.
Por primera vez en mucho tiempo, una sonrisa se posaba en el rostro de ambos chicos.
Probaron un montón de comida callejera, y recorrieron los campos y los ríos de aquel lugar.
El tiempo pasó volando, y el anochecer había llegado. Los chicos sabían que tenían que regresar a casa cuanto antes.
No solo porque era peligroso andar de noche, sino porque su padre estaría aún más furioso de lo que probablemente ya estaba.
Así, los chicos corrieron sin parar hasta su casa. En ningún momento el hermano mayor soltó la mano del menor.
Eran bastante unidos ya que solo se tenían el uno a otro, además de hermanos eran mejores amigos y confidentes.
Tras un tiempo, por fin llegaron a su morada y al abrir la puerta…
Encontraron a su padre colgado del techo con una soga en su cuello.
Aquel momento quedaría plasmado en las retinas de ambos chicos.
Pero es aquí, donde nuestra verdadera historia comienza…]