- ¿Alguna vez te has preguntado si todos los problemas que envuelven a las personas con injusticia, se solucionaran? -
En una majestuosa mesa redonda, 33 líderes se reunían, cada uno representando a su nación. Trajes impecables y miradas serias marcaban la atmósfera; la tensión en el aire era palpable. Algunos organizaban meticulosamente los papeles frente a ellos, mientras otros se perdían en pensamientos profundos. Nadie se atrevía a romper el silencio que parecía eterno.
De repente, un hombre alto se levantó con determinación.
"Bien, es hora de hablar" dijo con voz firme.
De inmediato captó la atención de todos. Era el único que osaba desafiar el peso del mutismo colectivo.
"¡Esto es imperdonable!" exclamó, golpeándose el pecho con la mano en un gesto apasionado. "Toda América ha caído en crisis. Nuestra incompetencia nos ha llevado hasta este punto, y somos nosotros quienes debemos arreglarlo"
Su seguridad resonaba en cada rincón de la sala, pero no todos estaban convencidos.
"Cuéntanos algo que no sepamos ya..." respondió el representante de México con una mueca de hastío.
Como si hubieran abierto una válvula, el comentario desató una oleada de protestas. Decenas de voces se alzaron al mismo tiempo, llenando la sala de gritos y recriminaciones. Papeles se agitaban, y manos golpeaban la mesa.
En medio del caos, el representante de Colombia, Hernández, permanecía sentado, observando todo con calma. Con un largo suspiro, desvió la vista hacia la tableta apoyada junto a sus documentos. En la pantalla se desplegaba un listado de candidatos: rostros y nombres acompañados por datos escuetos. Deslizó el dedo rápidamente hasta detenerse en una foto que le llamó la atención: un joven con expresión tranquila pero intensa, casi desafiante.
Andrew Gomez.
Aunque su información era limitada, ciertos detalles destacaban. Sus habilidades estaban descritas con precisión, como si de un perfil único se tratara:
Habilidad Intelectual: Su mente es un arma afilada. Domina varios idiomas, posee un vasto conocimiento en historia y ciencias, y su memoria es prodigiosa. Su creatividad le permite idear soluciones ingeniosas para cualquier problema.
Habilidad Física: Escala con la agilidad de un felino y nada con la fluidez de un pez. Sus reflejos son rápidos, y su orientación, infalible.
Habilidades Sociales: Carisma natural que cautiva a quienes lo rodean. Puede mediar en conflictos con empatía y persuasión, aunque, cuando es necesario, sabe manipular situaciones a su favor.
Hernández entrecerró los ojos, intrigado. Antes de que pudiera analizar más, una voz lo sacó de sus pensamientos.
"¡Hernández! ¿Qué tanto miras esa tableta?"
Se incorporó y, levantando una mano, aplaudió con fuerza. El sonido cortó el bullicio de la sala, devolviendo el silencio al recinto.
"Bien" dijo con voz clara "Parece que no estamos llegando a ningún acuerdo. Por lo tanto, propongo algo distinto. Sugiero que organicemos la competencia más grande de la historia"
Los presentes lo miraron, sorprendidos.
"¿Competencia?" preguntó alguien al fondo.
"Sí. Cada país elegirá a su mejor representante, y ellos competirán en pruebas diseñadas para poner a prueba sus habilidades físicas, intelectuales y sociales. Solo el más capacitado será digno de guiar a toda América"
La propuesta hizo que todos se inclinaran hacia adelante, interesados. Las voces, antes alzadas en protesta, se transformaron en susurros y comentarios entusiastas.
El representante de Perú, Eduardo, levantó una ceja y dijo:
"Es una gran idea, Hernández. Pero ¿cómo garantizas que las personas seleccionadas acepten participar? No podemos obligarlas; eso iría en contra de las leyes que defendemos"
La sala volvió a sumirse en una tensa reflexión. Hernández permaneció tranquilo, dejando que el peso de las palabras de Eduardo flotara antes de responder.
"Tienes razón" admitió. "Pero sin sacrificios, no habrá avances. Todos aquí sabemos que la crisis actual nos está cegando, nos impide razonar con claridad y tomar decisiones. Por eso debemos actuar ahora"
La tensión se hacía cada vez más palpable. Finalmente, Hernández alzó la voz:
"Propongo que sometamos mi propuesta a votación democrática. Cada representante escribirá su decisión en un papel, y los votos serán contados de forma anónima para evitar conflictos"
Tras un breve murmullo de aprobación, los líderes aceptaron. Se repartieron papeles, y los representantes escribieron sus elecciones en silencio. Un guardia de seguridad pasó recogiendo cada voto, colocándolos en una caja transparente.
Los resultados comenzaron a leerse en voz alta, uno por uno.
16 votos para Hernández.
16 votos para Eduardo.
El último papel determinaría todo. El guardia lo extrajo con cautela, desdoblando el trozo de papel mientras la sala contenía el aliento.
"El último voto es para... Hernández"
Un silencio pesado inundó la sala. Hernández no mostró sorpresa; Eduardo inclinó la cabeza en señal de aceptación. Sin embargo, la tensión entre los presentes seguía siendo palpable.
"Bien" dijo Hernández, hemos tomado una decisión. Ahora debemos organizar estas competencias con reglas claras y transparencia absoluta.
Los líderes comenzaron a abandonar la sala, unos resignados, otros intrigados. Mientras recogía sus documentos, Hernández echó un último vistazo a la tableta. Andrew Gomez seguía allí, su foto iluminada en la pantalla.
"Será interesante ver cómo te desenvuelves en esta competencia" murmuró para sí mismo antes de salir.
Fin Prologo