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Chapter 11 - Un Encuentro Revelador

La cena comenzó con un ambiente animado, la risa de Carla resonaba en la pequeña mesa, pero yo me sentía cada vez más fuera de lugar. Caleb mantenía la conversación, pero había algo en su forma de hablar que simplemente no me gustaba. Hablaba de su carrera, de sus planes futuros, pero cada vez que giraba su mirada hacia mí, había una intensidad que me hacía dudar de sus intenciones.

Así que, Amery, ¿qué estudias? —preguntó Caleb, inclinándose un poco hacia adelante con un brillo espeluznante en la mirada, como si realmente le interesara la respuesta, me sorprendía que no lo supiera, teniendo en cuenta que Carla y yo somos compañeras.

Estoy en medicina —respondí, tratando de sonar segura, aunque la conversación fluía entre ellos, yo sentía que estaba en una burbuja separada. Caleb me observaba demasiado, como si estuviera evaluando cada detalle de mi respuesta.

Interesante. Es un camino duro, pero supongo que tienes la determinación para lograrlo —dijo, sus ojos no se apartaban de mí, y esa mirada era como un peso en mi pecho.

Sí, bueno, me gusta ayudar a las personas —respondí, un poco a la defensiva, sintiendo que la conversación comenzaba a dirigirse hacia un lugar incómodo.

Carla, notando el cambio en el aire, intervino rápidamente:

¿Qué tal si pedimos unas hamburguesas? Dicen que son las mejores de la ciudad. —sonrió, intentando romper la tensión.

Las hamburguesas llegaron rápidamente, y mientras comenzaba a comer, Caleb seguía haciendo preguntas, pero a medida que la cena avanzaba, me di cuenta de que su interés era más profundo de lo que aparentaba. Hablaba sobre la naturaleza humana, sobre los instintos que llevamos dentro, y aunque sus palabras eran elegantes, había un subtexto que me hacía sentir vulnerable.

Siempre he creído que todos llevamos una parte salvaje en nuestro interior —dijo Caleb, mirándome de manera penetrante, haciéndome sentir insegura y examinada.

¿Te refieres a... como una parte instintiva? —pregunté, intentando entender a que se refería.

Exactamente. Esa parte que a veces nos controla, que nos empuja a hacer cosas inesperadas —respondió, su tono ahora más oscuro.

Intenté sonreír, pero las palabras me resonaban en la cabeza. La idea de un "instinto salvaje" me hacía recordar mis pesadillas, esos ecos de mi propia identidad que empezaban a asomarse a la superficie.

Eso suena... intrigante —dije, sin saber realmente cómo responder. La cena continuó, pero las palabras de Caleb pesaban en el aire.

De repente, mi teléfono vibró en el bolsillo. Era un mensaje de mamá, preguntando cómo iba la cena. Necesitaba una excusa para salir de esa conversación.

Disculpen, un momento —dije, levantándome y dirigiéndome hacia el baño, donde podría despejarme un momento. El ruido del restaurante se desvaneció al cerrar la puerta, y tomé una respiración profunda.

Mientras me miraba en el espejo, me di cuenta de que necesitaba aclarar mi mente. Caleb me estaba incomodando y la atmósfera de la cena era más tensa de lo que esperaba. Decidí que debía volver, pero antes de hacerlo, miré por la ventana y vi que la noche se había asentado en la ciudad. Las luces parpadeantes de las calles parecían tan distantes como la sensación de normalidad que había tenido antes.

Al salir del baño, volví a la mesa y encontré a Caleb sonriendo, pero su mirada me solo profundizo mi deseo por irme de ese lugar. Mientras Carla hablaba de planes futuros, él se inclinó hacia mí de nuevo.

No te preocupes, Amery. Aquí puedes ser tú misma. No hay necesidad de ocultar nada. —dijo, sus palabras parecían envolventes, casi seductoras.

Gracias, pero estoy bien —respondí, sintiendo que tenía que poner una barrera. Esa sensación de estar atrapada regresó, y no sabía si era solo mi imaginación o si había algo más detrás de sus palabras.

La cena terminó, y a pesar de los intentos de Carla por mantener el ambiente ligero, las interacciones con Caleb habían dejado un sabor amargo en mi mente. A medida que salíamos del restaurante, noté que se quedaba cerca de mí, como si estuviera buscando una oportunidad para hablar a solas.

Amery, me gustaría saber más de ti. Quizá podamos quedar juntos algún día —dijo, sus ojos centelleantes en la penumbra de la noche.

Claro, supongo que sería interesante —respondí, aunque no estaba del todo convencida.

Cuando nos despedimos, sentí un alivio al volver a la seguridad de mi auto. Mientras conducía a casa, no podía dejar de pensar en lo que había pasado. La sensación de que algo no estaba bien continuaba acechándome, y sabía que debía estar atenta. Algo dentro de mí me decía que la noche aún guardaba secretos que no estaba lista para enfrentar.

Al llegar a casa, el silencio de la casa me recibió como un abrazo. Estaba contenta de estar de vuelta en mi refugio, pero esa inquietud no me dejaría en paz. Mi mente se debatía entre las palabras de Caleb y las visiones extrañas que me habían atormentado. Y en el fondo, una pregunta seguía susurrándome: ¿qué era realmente lo que llevaba dentro de mí?