La semana inicio en una mezcla de normalidad y tensión. La cena con Caleb había dejado un eco perturbador en mi mente, y a pesar de que intentaba concentrarme en mis estudios, no podía dejar de pensar en él. Cada vez que hablaba con Carla, su nombre flotaba en mi mente como una sombra persistente.
Un día, mientras estaba en la biblioteca universitaria, decidí que debía enfrentar mis sentimientos de una vez. Sentada entre estantes de libros, saqué mi teléfono y abrí la conversación con Carla. La última vez que hablamos, ella había mencionado que Caleb quería invitarme a salir nuevamente.
—¿Qué piensas de Caleb? —le escribí, sintiendo un leve estremecimiento al tocar las teclas.
Su respuesta fue casi instantánea.
—Es genial, ¿verdad? Un poco extraño, pero tiene su encanto. ¡Y es tan guapo! —respondió, seguido de un emoji sonriendo.
Me quedé mirando la pantalla, sintiendo un tirón en mi estómago. ¿Encanto? Su presencia me incomodaba más que encantaba. Pero no podía dejar que eso se interpusiera entre mis amistades.
—No sé… Me parece un poco intenso. —escribí, hesitando antes de enviar el mensaje.
—Dale una oportunidad. Todos tenemos lados oscuros. Quizás simplemente sea un poco raro. —siguió, animándome a considerar una perspectiva diferente.
Tomé un profundo suspiro. Quizás estaba siendo demasiado dura. Después de todo, era una nueva conexión y, a pesar de las molestias que me causaba, también había algo intrigante en su presencia.
Esa tarde, decidí darle una oportunidad y acepté una invitación para salir con Caleb nuevamente, esto no sería solo una cena, sino un evento en un bar local donde habría música en vivo. Cuando me lo comunicó, un escalofrío recorrió mi espalda, pero traté de ignorar el sentimiento.
La noche de la salida llegó y, mientras me preparaba, intenté ignorar la creciente inquietud en mi interior. Me vestí con cuidado, eligiendo un vestido que me hacía sentir cómoda y segura. No podía permitirme mostrar debilidad, no ahora.
Cuando llegué al bar, el bullicio y la música alta me envolvieron. Carla ya estaba allí, hablando animadamente con algunos amigos. Mi corazón se aceleró al ver a Caleb, quien estaba apoyado contra la barra, con una mirada intensa y segura. Al acercarme, noté que su presencia era casi magnética, atrayendo la atención de todos a su alrededor.
—¡Amery! Me alegra que pudieras venir! —dijo Caleb, sonriendo de manera que sus ojos parecían brillar.
—Hola, gracias por invitarme —respondí, intentando ocultar la tensión en mi voz.
A medida que la noche avanzaba, Caleb se convirtió en el centro de atención, contando anécdotas que mantenían a todos riendo. Sin embargo, no podía sacudirme la sensación de que había algo más debajo de su superficie encantadora. Miraba a las chicas a su alrededor con un aire de posesividad que me inquietaba.
Cuando llegamos a un punto en el que las luces parpadeantes del bar parecían distorsionar la realidad, Caleb se acercó a mí.
—Vamos a salir afuera, necesito un respiro. —dijo, y aunque una parte de mí se resistía, otra parte se sintió intrigada. La música seguía sonando detrás de nosotros mientras salíamos a la fresca noche.
Estábamos en una pequeña terraza, y el aire nocturno estaba impregnado de un aroma a lluvia que caía de lejos. Miré hacia las estrellas, buscando un momento de calma.
—Es hermosa esta noche, ¿verdad? —dije, intentando relajarme.
—Sí, lo es. Pero tú eres la que realmente ilumina el lugar —respondió, su mirada fija en mí.
Sentí que mis mejillas se sonrojaban, pero traté de mantener la compostura. Había una intensidad en su mirada que me hacía sentir expuesta.
—¿Por qué me miras así? —pregunté, incapaz de contener la curiosidad.
—Porque veo en ti algo que los demás no ven. Hay una fuerza en ti, Amery. —dijo, acercándose un poco más. Su tono era bajo y cargado de significado.
—No estoy segura de entender lo que quieres decir —respondí, sintiendo que la conversación se estaba volviendo demasiado profunda.
—No te preocupes. Simplemente quiero que sepas que estoy aquí para ti. A veces, la vida puede ser... complicada. Pero tú tienes un potencial que aún no has explorado. —Sus palabras eran como una invitación y un desafío a la vez.
En ese momento, una ola de inquietud me recorrió. Sus insinuaciones parecían tocar una parte de mí que aún no comprendía, y la idea de ser vista de esa manera me asustaba.
—Gracias, pero no estoy segura de qué potencial estás hablando —dije, tratando de desviar la conversación.
Sin embargo, Caleb simplemente sonrió, esa sonrisa enigmática que me hacía sentir que había algo más detrás de su fachada.
El resto de la noche pasó en una mezcla de risa y tensión, pero mi mente estaba dividida entre la atracción que sentía hacia él y la alarma que se activaba cada vez que sus ojos se posaban sobre mí. Me preguntaba si mi instinto me estaba advirtiendo sobre algo, o si simplemente era la sombra de mis propias inseguridades.
Al final de la noche, mientras regresaba a casa, mi corazón latía con fuerza. La experiencia había sido reveladora, pero no de la manera que esperaba. Algo dentro de mí resonaba, y no podía ignorar la sensación de que estaba a punto de cruzar un umbral que cambiaría mi vida para siempre.