—¡Uf... está tan caliente! —Cuando Hu Li sintió el toque abrasador en la palma de su mano, su cabeza zumbó. Si era solo un palito ordinario, ¿por qué estaría tan caliente?
—Sintiéndolo cuidadosamente, ¡había incluso venas distintas en él!
—¡Incluso un tonto podría decir que esto era definitivamente lo auténtico!
—¿Cómo podía ser tan grande?
—Hu Li, como una mujer casada, no era ajena a los asuntos entre hombres y mujeres, pero el toque exagerado lo hacía sentir surrealista. ¿Realmente podría haber hombres tan grandes en este mundo?
—Gradualmente, Hu Li sintió que todo su cuerpo se calentaba y empezó a tocarlo aún más ávidamente. Para una mujer como ella, que no había sido nutrida por su marido durante años, tener en sus manos tal tesoro hacía difícil controlar el impulso interior.
—¿Li, ahora lo crees? —Viendo la cara impactada de Hu Li, Li Qianfan preguntó orgulloso.