Lilly
Me quedé allí parada, mirando y sin poder apartar los ojos de la mujer de cabello rubio y ojos verdes que estaba en mi puerta y que ha sido una de mis mejores amigas desde que era una cachorra.
—Eve —dije con los ojos agrandados, incapaz de moverme. Era como si estuviera congelada, la felicidad se infiltraba en mi cuerpo que antes estaba entumecido, de repente aliviando un peso de mi pecho.
Su sonrisa era deslumbrante, rodeada por sus labios rojos. —Pues no te quedes ahí parada mirando, ¡dame un abrazo, anda! —dijo y me atrajo hacia sus brazos con tanta fuerza que mi pecho chocó con el suyo, sus brazos me rodearon apretándome fuertemente.
Inhalando su aroma familiar mientras nuestras mejillas se presionaban, una sonrisa se dibujó en mi rostro mientras la sostenía.
—Me alegra tanto que estés aquí, ¿pero cómo? —pregunté y ella me sostuvo a distancia de brazo para mirarme, su sonrisa característica se ampliaba, mostrando sus dientes blancos.