—¡Dios mío, Zaryn, qué haces aquí! —Entré en pánico.
—Lo mismo que tú, supongo —respondió y yo miré por la ventana, la paranoia se apoderó de mí, sé que alguien estuvo aquí la última vez, lo sentí.
—Bueno, deberíamos venir en tiempos separados, no quiero que nadie fisgonee y nos sorprenda juntos —dije mientras cruzaba mis brazos y desplazaba mi peso hacia el lado.
Se puso de pie a su altura completa, agachándose ligeramente mientras su mirada recorría mi cuerpo, oscureciéndose levemente.
—Sí, podemos hacer eso. Lo siento, solo quería entregarte esto —dijo mientras me tendía la carta y la tomé, mi piel rozó la suya por un breve momento, enviándome escalofríos por la espina dorsal.
Leería la carta más tarde, pensé mientras la guardaba en mi bolsillo.
—Aquí —dije mientras sacaba mi sobre del hueco y se lo entregué—. Zai, me mentiste ayer sobre ver a Grace antes de venir aquí a verme —acusé, mis ojos encontrándose con los suyos, una expresión de dolor cruzó mi rostro.