La gente del mar que presenció esta escena se quedó atónita, especialmente los guardias del equipo de Lily que tenían sus ojos puestos en el barco. —¿Por qué... por qué atacaría el clan maldito a ellos? ¿No están del mismo lado? —exigió el jefe de la guardia con consternación.
Demasiado impactado por este repentino desarrollo de los eventos, no se dio cuenta de que las pocas personas que caían del barco no eran otros que los distinguidos invitados que había recibido esa misma mañana.
Había querido irse tan pronto como se emitió la alarma, pero Lily lo detuvo, recordándole que debería concentrarse en la tarea de salvar a la Princesa Ariel. Atado por la orden del Rey de obedecer las palabras del humano, no tuvo más remedio que quedarse quieto sin importar cuánto ansiara unirse a la batalla en el mar.