La intensa mirada de la muñeca de jade se intensificó, y Jin Jiuchi no pudo contener una risa.
—¿Por qué era tan divertido molestarlo? —dijo con entusiasmo. Con un simple toque o empujón, él reaccionaba y respondía con el doble de ferocidad, sin saber que eso no le causaba ningún daño a Jin Jiuchi en absoluto. Por el contrario, lo hacía sentir más… excitado. Como si estuvieran en un juego de persecución para ver quién lograba obtener la ventaja sobre el otro.
Si esto fuera realmente un juego, Jin Jiuchi no se aburriría de jugar con él hasta el fin de los tiempos.
Avanzó un paso, luego otro y otro, hasta que se colocó justo frente a Shen Nianzu con su sombra cubriendo todo el cuerpo de la muñeca de jade.
Y todo el tiempo, Shen Nianzu permanecía inmóvil en su lugar, aunque Jin Jiuchi podía ver claramente la tensión creciente en su cuerpo y oír su corazón que latía como un tambor.
