Bajo la mirada amenazante de la muñeca de jade que gritaba asesinato, Jin Jiuchi no tuvo más remedio que abrir la boca y dos dedos se introdujeron de inmediato, haciendo que sus ojos se abrieran de par en par. —Mm–mmh! Su protesta salió amortiguada cuando Nian le pellizcó la lengua y la acarició de un lado a otro.
¡Cosquillas! ¡Oh Dios, le hacían tanta cosquilla que Jin Jiuchi tuvo que agarrarse de la pequeña cintura de la muñeca de jade para no rechinar los dientes por reflejo. ¡No debe lastimar los delicados y hermosos dedos de Nian!
—Mm-nghh…¿¡Ya terminaste!?