Decir que mis hombres no estaban impresionados por el hecho de que escupiera sangre como esa chica vomitaba en El Exorcista era quedarse corto.
Tan pronto como ocurrió, mis hombres se levantaron de un salto, armas en mano avanzando hacia Chang Guo Zi, pero cualquier cosa que hubieran planeado tuvo que ser pospuesta.
—Eh, chicos —gruñí, tratando de limpiar la sangre de mi boca con la manga. Pero no era por mí que me preocupaba. —¡Chicos! —grité. —¡Los necesito!
Al unísono, los chicos se voltearon del líder de Phoenix Rising y regresaron a mi lado. —¿Qué necesitas? —preguntó Cheng Bo Jing, mirándome de arriba abajo.
Y luego él también lo vio.
Sostení a un atónito Wang Chang Ming frente a Cheng Bo Jing, y el hombre lo tomó en sus brazos, sin importarle el hecho de que el niño estuviera cubierto de sangre. De mi sangre. —Necesita un baño.
—Por supuesto —gruñó Cheng Bo Jing. —¿Qué dices, Pequeño? Como tu papá favorito, ¿por qué no te doy un baño?