Concedido, la opción de herirse a sí misma era bastante extrema, pero era la única forma en que podía pensar para salir de esta situación.
Con base en sus pruebas, estimó que la habilidad de la bestia era la misma que su propia sangre. Una que jugaba con los sentidos. De otra manera, no podría explicar cómo las piedrecillas que lanzó nunca regresaron.
Puesto que era una habilidad que jugaba con los sentidos, usaría la misma estrategia para derrotarla.
Caminando alrededor del área donde había sido encarcelada, se aseguró de esparcir un poco de su sangre en cada rincón, distribuyéndola uniformemente para que los vapores pudieran alcanzar lo más lejos posible.
El único problema con esta estrategia era cuánta sangre podía permitirse perder antes de que comenzara a marearse y tuviera que detenerse.
También era una manera de prepararse para futuras batallas. Si podía calcular mentalmente cuánta sangre le estaba permitido perder, podría hacer planes en torno a ese valor.